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Actualizado: 07 feb 2017 / 20:09 h.
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Se encuentra en la actual plaza de la Concordia. Fue levantado en el año 1580 para el hospedaje de los novicios de la Compañía de Jesús. Durante el Trienio Liberal (1820-1823) fue refugio de las Cortes mientras estas huían de los Cien mil hijos de San Luis. En los años ochenta, tras la llegada de la democracia, fue la primera sede del Parlamento Andaluz. Y durante el mandato del alcalde andalucista Alejandro Rojas-Marcos fue centro expositivo y cultural gracias a la labor de la delegada de Cultura en aquel entonces, Enriqueta Vila. Hablamos del antiguo convento de San Hermenegildo.

Es una edificación del segundo renacimiento y en la fachada primitiva, en la calle Jesús del Gran Poder, se aprecia la mano del arquitecto jiennense manierista Alonso de Vandelvira, un maestro que dejó aquí plasmado su particular sello personal, de lo que hoy solo queda una iglesia abandonada desde hace más de doce años.

Vandelvira buscó comprimir la perfección en su diseño y lo hizo a través de la técnica del número áureo, ya que si contemplan la fachada de frente, y dibujan de forma imaginaria una línea recta desde el centro de un pináculo hasta el suelo, se podría doblar cuantas veces quisieran obteniendo siempre el mismo dibujo como resultado.

El edificio también alberga en su interior esta sobriedad perfecta de la que hablamos, ya que los frescos de la cúpula son obra de Francisco Herrera el Viejo (discípulo de Pacheco) y hoy sufren un deterioro paulatino que, según Adepa, debería detenerse.

La Asociación de Defensa del Patrimonio de Andalucía lleva años advirtiendo del mal estado de conservación de tanto el interior como del exterior de este edificio situado en un enclave envidiable del Casco Antiguo de la ciudad, ya que hasta los años sesenta compartía terreno con lo que fuera el Palacio de los Sánchez-Dalp.

Adepa insta así al Ayuntamiento a desarrollar un plan director que frene una muerte anunciada de las paredes por las que un día pasaron novicios, militares, civiles y gentes de la cultura y las artes de la capital. Y es que, hace unos años, uno de los eternos debates de la ciudad fue la instalación en dicho lugar del Museo de las Cofradías. Actualmente se realizan exposiciones temporales en el Círculo Mercantil, por lo que no sería ningún disparate habilitar este espacio como sede permanente para exponer todo el patrimonio del que dispone nuestra Semana Santa, contando con escultura, pintura, orfebrería, objetos y lienzos.

Esta propuesta, como todas las que llevan impresa una firma personal de alguna junta de gobierno (municipal, autonómica, o del Consejo de Cofradías) quedó en saco roto y se guardó de nuevo en un cajón el devenir del uso de esta edificio. No obstante, Adepa confía en la buena voluntad de la delegación que hoy capitanea Antonio Muñoz para su rehabilitación. Porque, además, resulta bastante contradictorio que se exija al ciudadano de a pie la puesta a punto de las propiedades privadas, cuando el propio Consistorio mantiene en el olvido y en el profundo abandono un edificio de dimensiones y geometría perfectas que ha sido la sede de todo, y hoy cinco siglos después, sin embargo, es lugar que alberga la nada.