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Actualizado: 07 sep 2022 / 19:55 h.
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  • Pedro Sánchez ‘el insultón’

Pedro Sánchez demostró, ayer, durante el debate con Alberto Núñez Feijóo en el Senado, que es un presidente atacado por el miedo, por la inseguridad con la que aplastan las encuestas, colocado a la defensiva con todo aquello que no sea él mismo o sus adláteres; Pedro Sánchez ya solo maneja el insulto, la brocha gorda y el ataque frontal para tratar de defenderse de unos gigantes que solo él ve. Pedro Sánchez está en peligro y lo sabe. Pedro Sánchez quiere apurar la legislatura aunque nadie sabe si podrá aguantar demasiado tiempo en La Moncloa.

Las muestras de debilidad por parte del presidente del Gobierno de España en ese debate fueron evidentes. Su mala educación parlamentaria resultó casi dolorosa. Y la contraposición de todo eso con la fina ironía, el buen talante y un exquisito sentido del humor del líder de la oposición (Feijóo aseguró que había echado un vistazo a los curriculums de los ministros de Sánchez y que le había llevado unos segundos hacerlo, por ejemplo) resultan demoledores para la imagen de Pedro Sánchez.

Pedro Sánchez dijo muchas cosas y utilizó mucho tiempo para hacerlo. Feijóo dijo muchas cosas en mucho menos tiempo. Esto es lo mismo que decir que Pedro Sánchez tuvo más oportunidades de meter la pata que su opositor. Y las aprovechó puesto que cometió errores a puñados. Además, dejó dichas algunas cosas que se convirtieron en un misterio o en un chiste según las soltó (no sé qué pensar todavía hoy). Dijo Sánchez que ayer se celebraba el quinto centenario de un viaje magnífico de Elcano que le convirtió en un héroe. Tal día como ayer, dijo, y que eso no era casualidad. ¿No era casualidad? ¿Qué no era casualidad? ¿Pensará Pedro Sánchez que la gesta de Elcano tiene algo que ver con él y su debate en el Senado? En fin, ya puestos a decir estupideces todo vale.

Pedro Sánchez tiene casi imposible ganar al PP las próximas elecciones. Solo formando una enorme coalición de izquierdas tiene alguna posibilidad (remota) de conseguir mantenerse en el cargo. Por eso, seguramente, se ha lanzado a ser el populista del año, el político más bronco con la derecha, el que pelea con más brío batallas que solo plantea él desde el lenguaje grueso, la idea pequeña y el rebajarse a parecer el líder de la oposición siendo el presidente. Quiere parecerse al líder que la izquierda necesita, la nueva izquierda que ha dejado de ser social demócrata y se aproxima al extremo buscando una salvación que se encuentra en el centro.

Ya veremos cómo y, sobre todo, cuándo acaba esto.