El anuncio de la Consejería de Educación andaluza de aplazar a junio la reválida de sexto de Primaria viene a alargar la incertidumbre en la que se encuentran miles de alumnos, que asisten de manera pasiva a un pulso con el Ejecutivo central en el que se juegan mucho. En un intento por alargar los plazos al máximo, a la espera de que se produzca un sorpresivo acuerdo de última hora para formar Gobierno, Andalucía ha aplazado de mayo a junio esta prueba que, en principio, se celebrará si no se produce este inesperado giro final. La Junta, pese a su férrea oposición a la polémica norma (incluida en la no menos polémica Lomce que dejó en herencia el anterior ministro de Educación, José Ignacio Wert), no prevé declararse insumisa y, en última instancia, aplicará esta medida mal que le pese. Una vez que se confirme que hay que volver a las urnas, se certificará que el Gobierno en funciones no va a aplazar esta reválida al año que viene (como le exigen las comunidades no gobernadas por el PP) y entonces se le pondrá fecha definitiva a la prueba. La Junta habrá luchado hasta el final para evitar una iniciativa que concita muchas dudas pedagógicas, pero la lógica obligación institucional le obligará a asumir una reválida en la que no cree.