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Actualizado: 17 sep 2019 / 22:31 h.
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  • Condenados a votar de nuevo

Durante los últimos meses, en España hemos asistido a un desastre político que se comienza a convertir en una constante. Los españoles volvemos a afrontar unas elecciones generales dado que los líderes de los partidos políticos con mayor número de escaños en el Congreso de los Diputados no han sido capaces de negociar, discutir o ceder. Todos presumen de entender lo que dijeron los españoles en las urnas el pasado 28 de abril aunque lo cierto es que no se han enterado de nada de lo que demanda el pueblo español. Ni unos ni otros han dado muestra de la madurez política necesaria para estar al frente de partidos políticos importantes ni, por supuesto, del Gobierno de España.

Es absurdo que el presidente en funciones haya alargado todo este teatro que hemos sufrido durante casi ciento cincuenta días. Todo parece indicar que los esfuerzos por llegar a acuerdos con Unidas Podemos han sido pocos y estériles. Nunca pareció que Sánchez tuviera verdadero interés en llegar a un acuerdo con Pablo Iglesias. Tal vez el empeño se centraba más en erosionar al líder del partido morado y atraer los votos que en su día perdió el PSOE.

Ahora, Pedro Sánchez acusa a todos de todo. Los problemas y los bloqueos han sido generados y gestados por los otros. La capacidad de auto crítica de Sánchez es nula. Y tendrá que asumir sus culpas que no parece que sean pocas.

Decía ayer el presidente en funciones, durante la rueda de prensa que ofrecía tras conocerse que el Rey no propondría candidato alguno ante la falta de garantías de una investidura cierta, que los españoles necesitan un Gobierno ‘capaz de afrontar los retos’, retos grandes, difíciles. Lo que no dijo es que el primer reto al que se enfrentaba era el de formar Gobierno y llegar a acuerdos con otras fuerzas políticas. Un único reto que se ha convertido en un fracaso inmenso. Esta es la triste realidad que se vive en España.

Habrá que votar de nuevo. Y el gran problema es que es muy posible que los resultados sean parecidos a los de las pasadas elecciones. España parece condenada a una ingobernabilidad enfermiza que es el producto del choque de egos de políticos jóvenes, sin experiencia, sin altura de miras y sin el más mínimo sentido de Estado. España se ha convertido en una copia tristona de Italia. Allí siempre lo tienen casi imposible aunque terminan haciendo magia política. Aquí lo tienen difícil y logran avanzar un milímetro.

Pedro Sánchez; con tono sacerdotal y cara compungida, sobreactuando de forma evidente; anunciaba ayer que las urnas nos esperan de nuevo. Posiblemente, los candidatos serán los mismos y eso ya es motivo de hartazgo entre los votantes. ¿Por qué alguien incapaz de ceder ante el bien común se presenta, otra vez, sabiendo que forma parte del problema? En la política española hay muchos problemas, pero lo que la convierte en un esperpento es el personalismo y la lucha por intereses propios de políticos y partidos. Los votantes tendrán que pensar muy seriamente qué opción es la mejor o la menos mala. Eso si es que la abstención no se dispara. Esta es una opción probable dadas las circunstancias.

En cualquier caso, el desastre es una realidad. Empresas sin avanzar a causa de la incertidumbre, dinero público que no llega debido al bloqueo político, leyes sin aprobar, miles de problemas sin resolver... Los españoles merecen mucho más que un espectáculo bochornoso como el que hemos vivido durante semanas. Y los diputados y senadores cobrando hasta el último céntimo.