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Actualizado: 02 abr 2015 / 19:45 h.
  • La Lanzada por Campana. / El Correo de Andalucía Televisión
  • Ecuador de sol y púrpura
    Hermandad de Los Panaderos. / Manuel Gómez
  • Ecuador de sol y púrpura
    Hermandad de El Baratillo. / Pepo Herrera
  • Ecuador de sol y púrpura
    Hermandad del Carmen Doloroso. / Inma Flores
  • Ecuador de sol y púrpura
    Hermandad del Cristo de Burgos. / Pepo Herrera
  • Ecuador de sol y púrpura
    Hermandad del Buen Fin. / José Luis Montero
  • Ecuador de sol y púrpura
    Hermandad de La Lanzada. / Manuel Gomez
  • Ecuador de sol y púrpura
    Hermandad de La Sed. / Jesús Barrera
  • Ecuador de sol y púrpura
    Hermandad de San Bernardo. / José Luis Montero
  • Ecuador de sol y púrpura
    Hermandad de Las Siete Palabras. / Inma Flores
  • Ecuador de sol y púrpura
    El Ayuntamiento ejerció de aguador. / J.Barrera
  • Ecuador de sol y púrpura
    Una petalada recibe a la virgen del Buen Fin de la hermandad de la Lanzada ante una calle abarrotada de fieles que inmortaliza el contraluz con sus móviles. / Manuel Gómez
  • Ecuador de sol y púrpura
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    Una pareja sofoca el calor con un abanico mientras pasa la virgen del Refugio. / José Luis Montero
  • Ecuador de sol y púrpura
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    El público contempla al Cristo del Buen Fin, que a su vez se refleja en el cristal de un escaparate. / José Luis Montero

El Miércoles Santo brilló a más de 32 grados pese al retraso acumulado que rozó la hora. De nuevo, escenas de desvanecimientos, aunque en menor medida que el Martes y entre las que preocupó la de un joven músico de la banda de San Juan Evangelista al salir de la Catedral tras el Cristo de la Sed. Quizás por ello el público aguardó la noche para echarse en masa a la calle y disfrutar de los regresos de los cortejos, algunos con entradas tardías. En la Campana se vivió un hecho insólito al coincidir las cruces de guía del Cristo de Burgos y las Siete Palabras. Ambas tuvieron que ver pasar los últimos tramos del palio del Baratillo.

De poco sirvió el adelanto con el que arrancó la jornada en la Campana. Los nazarenos del Carmen Doloroso, por primera vez en un número superior a 400 –403 en concreto–, anticiparon un arranque en la intimidad, pues la parcela de abonados era muy reducida por el sol abrasador que caía en la plaza. Entre los capirotes marrones se mezclaban las impolutas túnicas de la Resurrección y el solemne ruan de las del Gran Poder de Camas, madrinas de la bendición del Señor de la Paz hace ahora 25 años. Por este motivo, la imagen lució por primera vez túnica de tonalidad oscura (morada) y bordada, cedida por la Redención. El misterio que tallara en su totalidad Reyes Villadiego recuperó asimismo el clavel rojo en el exorno floral.

Lo pasaron un poco mal por el asfalto recalentado de Eduardo Dato pero aun así el diputado de cruz de guía de la Sed mantuvo frescas las rosas que depositó en el palquillo de la Campana para el resto de hermandades, una tradición que recogieron el delegado de día y el presidente del Consejo de Cofradías, Carlos Bourrellier al pie del cañón, renunciando a su túnica franciscana.

Los de Nervión pusieron todo su empeño en cumplir los horarios. Tanto que puso los nazarenos del Cristo de tres en tres e incluso aceleró su llegada al Duque. Más reposado y con un selecto repertorio musical desfiló el palio de la Virgen de Consolación. En su mano derecha había cambiado el pañuelo por el famoso barquito que identifica a esta advocación mariana. Fernando Marmolejo, su autor, explicó más detalles de una pieza estrenada en el 50 aniversario del título de María Madre de la Iglesia: «Reproduce el escudo de la hermandad y es el barco donde navega la fe del barrio». Oro, cristal y piedras preciosas en las que se reflejaban los ojos azules que consuelan Nervión.

No iban tan visible pero sí muy cerca del Cristo de la Salud y de la Virgen del Refugio los nombres de los niños que ayer no pudieron ver cofradías por encontrarse ingresados en el hospital Virgen del Rocío. 123 nombres de menores repartidos en dos pergaminos que fueron depositados a los pies del crucificado y en el manto de la dolorosa. Ellos también hicieron estación de penitencia de la mano de la Salud que necesitan y al Refugio de la familia creada entre esta corporación del arrabal y el centro hospitalario. Seguro que también estuvieron presentes en las oraciones de los más de 2.200 nazarenos de capa negra que dejaron los primeros minutos de retraso.

El primer incidente lo protagonizó la hermandad de Buen Fin a la salida del templo. Se rompió uno de los tres frenos de subida de la cruz y hubo 15 minutos de tensión y parón. Los priostes –uno de ellos vestido de nazareno– se metieron bajo las trabajaderas para arreglarlo y elevar al fin el crucificado sobre un monte silvestre inspirado en los años 20.

La escena fue seguida de cerca por los Ariza, que se estrenaron en el martillo. Se notó el cambio en el andar de los pasos. También lo presenció el cardenal y arzobispo emérito Carlos Amigo Vallejo. Desde su retiro en El Loreto se acercó para celebrar los 25 años de hermano. Tras varios años de ausencia, se volvió a ver la púrpura cardenalicia en la delantera del paso y en una hermandad por la que siente especial predilección: «Cada día es más ejemplar en todos sus aspectos. Estoy muy emocionado», dijo antes de explicar el regalo que le había hecho a la Virgen: «Hace tiempo le di un pectoral franciscano y ahora por mis 25 años le he traído este nuevo. Todo es poco para la Virgen de la Palma». Un obsequio que lució la dolorosa.

Igualmente, la Virgen del Buen Fin de la Lanzada portó la réplica de la Medalla de la Ciudad que le fue entregada por la mañana por el Colegio de Enfermería con el que guardan relación a través de la imagen de la Divina Enfermera. Fue el mejor colofón para un palio que había completado su bordado después de 42 años. La otra novedad iba en el paso de misterio. La banda de las Tres Caídas sopló fuerte y enarboló su banderín junto al antiguo de la Policía Armada.

Del Arenal a Burgos

Tuvieron que esperar bastante los nazarenos del Baratillo en San Pablo ante la demora que ya superaba la media hora. Menos mal que el parón tuvo la recompensa de una nueva saeta con mayúsculas de Manuel Cuevas en Pastor y Landero. También permitió que el palio de la Caridad, con jacintos y narcisos, disfrutara de «un paso más alegre» con un repertorio menos clásico como quería la hermandad del Arenal. Por contra, mantuvo sus pasos el burgalés Juan Salguero, de ruan tras su Cristo de Burgos: «Llevo 21 años de penitente», dijo antes salir y rezar a Madre de Dios de la Palma, con la corona y el techo de palio renovados.

Las Siete Palabras volvió a hacer barrio por San Vicente, callejeando como el año pasado por Baños. No llegó a tiempo el estreno de la gloria del techo de su palio, pero sí el nuevo broche para la Virgen de la Cabeza, una réplica del sustraído en el robo de las bambalinas de plata hace tres años. Ya de noche, el misterio de los Panaderos se recreó en la Campana con un elegante repertorio, entre el que se escuchó una versión del Ave María. El delirio fue tal que no pareció importar los más de 50 minutos acumulados al final.