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Actualizado: 13 may 2015 / 12:52 h.
  • González, Sánchez-Moliní, Vázquez y Linares. / Inma Flores
    González, Sánchez-Moliní, Vázquez y Linares. / Inma Flores

La Pérgola de la Feria del Libro acogió ayer la presentación de La bolchevique enamorada (Renacimiento), volumen que reúne la narrativa breve de Manuel Chaves Nogales ajena a la Guerra Civil española, esto es, no integrados en su célebre libro A sangre y fuego.

Según el editor Abelardo Linares, «lo curioso de esta narrativa es que aparece toda en periódicos como El Heraldo, o revistas como Estampa, algo impensable hoy para cualquier escritor», dijo, aunque señaló que se incluyen cuatro inéditos. «Es un periodo en que los periodistas eran grandes escritores, y los grandes escritores periodistas».

Por su parte, el periodista Luis Sánchez-Moliní afirmó que «este libro vuelve a poner sobre el tapete las difíciles relaciones entre literatura y periodismo», y subrayó que Chaves Nogales «no es un comunicador, como se dice ahora, sino un periodista, alguien que informa con estilo», agregó. Entre los aspectos que Sánchez-Moliní quiso destacar, está «esa mirada lúcida hacia el comunismo. Hoy nos parece normal la crítica a la Unión Soviética, pero en una Europa fascinada por los totalitarismos tenía mucho mérito». Por ello, el periodista cree que la reivindicación de Chaves Nogales de los últimos años «tiene que ver más bien con la moral del periodismo, con la obligación de tener una mirada decente».

Vocación de objetividad

Por su parte, el profesor y ensayista Víctor J. Vázquez recordó una obra capital de Manuel Chaves Nogales como Juan Belmonte, matador de toros, para equipararlo a «biografías como la de Miles Davis o Buñuel, o con el periodismo de Norman Mailer», dijo. «El Chaves Nogales periodista tiene vocación de objetividad, mientras que el narrador despliega la fantasía y la épica, se vuelve fabulador», agregó.

En este sentido, Vázquez disiente del prologuista, Felipe Benítez Reyes, en la idea de que «Chaves Nogales es demasiado inquieto para ser costumbrista, y demasiado humilde para ser vanguardista». «No lo tengo claro, cuando leemos sus cuentos, ahí está Melville, ahí está Buñuel», apostilló.

«Tenía la ambición de llegar a todo el mundo», prosiguió Linares. «Y al mismo tiempo, tiene una vocación de ser casi transparente». Una idea que Sánchez-Moliní reforzó afirmando «la importancia de que se autoproclamara pequeñoburgués, un liberal en una España donde no había liberales. Por eso terminó viviendo en Londres». El coloquio fue moderado por Manuel Gregorio González.