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Actualizado: 27 jul 2020 / 21:11 h.
  • El bocata helado el ‘Pepón’. / El Correo
    El bocata helado el ‘Pepón’. / El Correo

Jeremías Carmona, de 26 años, es el último eslabón de una de las familias de confiteros más conocidas en un pueblo célebre por su gastronomía: los Distinguido. Y aunque acaba de lanzar un producto que ha causado sensación en toda la comarca, el bollito helado es la metáfora de todo lo conseguido en casa desde que su abuelo, Antonio Carmona, el Distinguido, salió de casa Navarro -otro templo de la repostería local- para montar su propio negocio a comienzos de los años 80. El bocata helado sintetiza cuatro décadas de sacrificio, de emprendimiento y de innovación. Porque los Distinguido comenzaron con una humilde confitería en cuyo horno no solo se fue forjando el pastelero de renombre que es hoy Antonio, sino también una familia capaz de sobreponerse a tantas horas de trabajo -lideradas en la intimidad por mamá Amparo- hasta montar dos establecimientos en pleno centro de este municipio del Bajo Guadalquivir.

Ahora el niño Jere -viajado y formado en su pasión- se ha codeado con muchos maestros heladeros de dentro y de fuera del país y encontró su última inspiración en la tradición siciliana del bocadillo helado, tras un periplo de trabajo por Italia. Al invento lo han bautizado, no por casualidad, con el nombre de Pepón, “acordándonos de mi tío Pepe Moya, al que seguimos llorando todos los días porque fue una persona importantísima en casa”, explica Amparo Carmona, tía de Jeremías. “Le hemos dado un toque personal y una elaboración absolutamente artesana, porque aquí no entra nada de fuera, sino que todo lo elaboramos con nuestros productos”, añade su hermano Rubén, otra columna del negocio familiar.

El ‘Pepón’, bocata de helado en Los Palacios
Jeremías Carmona. / El Correo

El bollo sigue la misma receta de azúcar, huevo, harina, manteca de cerdo y levadura que el bollito de leche, pero adquiere una forma redondeada en cuyo interior caben dos bolas de helado que el cliente debe elegir entre la treintena de sabores, todos artesanos, que ofrecen los dos establecimientos palaciegos de los Distinguidos. La creación se culmina con un baño de chocolate o sirope de cualquier sabor que da al Pepón un aspecto de fresco invento gastronómico.

Es el último grito heladero en un pueblo donde estos días se han superado con creces los cuarenta grados. Pero quienes lo disfrutan y recomiendan tal vez no sean conscientes de que no solo están saboreando una novedad veraniega, sino un bocata de helado con unas raíces tan profundas como las del árbol genealógico que fundó sin darse cuenta el padre de Antonio Carmona cuando un día, de niño, le tocó en una rifa un jamón. “El jamón era de la marca Distinguido y la mujer de las papeletas empezó a pregonar: El jamón Distinguido al niño de Pestaña le ha salido”, cuenta su nieta Amparo. Y Distinguido se le quedó. Ahora, el bisnieto de aquel primer Distinguido no se hace famoso por un jamón, sino por un Pepón".