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Actualizado: 23 feb 2017 / 07:54 h.
  • Rocío Ramos-Paúl, junto a los representantes de FEBE, la Asociación de Familias Numerosas y del Consistorio, ayer en el centro cívico Torre del Agua. / Manuel Gómez
    Rocío Ramos-Paúl, junto a los representantes de FEBE, la Asociación de Familias Numerosas y del Consistorio, ayer en el centro cívico Torre del Agua. / Manuel Gómez

«Las 100 razones para que un menor no beba alcohol concluyen en una, la 101, y es la razón por la que estamos hoy aquí: Porque no deseo para ti nada que pueda hacerte daño». De esta manera finalizaba la charla que en la tarde de ayer ofreció la psicóloga Rocío Ramos-PaúlSupernanny– a los más de 200 padres –la mayoría madres– y orientadores que se dieron cita en el centro cívico Torre del Agua. Una conclusión a la que llegó tras un intenso recorrido en el que explicó cómo hay que enseñar a los menores para enfrentarse a la tentación de tomar alcohol sin medida.

La televisiva psicóloga comenzaba su intervención con un dato demoledor: la edad media de inicio de los menores en el consumo de alcohol en España es de 13,9 años, y más de la mitad del auditorio eran padres de niños de entre 9 y 14 años. Y aunque pudiera pensarse que sus argumentos se centrarían en cómo evitar que consuman alcohol, lo cierto es que lo que les ofreció fueron estrategias para que sus hijos adquieran responsabilidad, autocontrol y empatía aplicando «paciencia, tiempo y siendo flexibles».

Su base: la guía Más de 100 razones para que un menor no beba alcohol, de la que es coautora y que desde 2013, con la campaña Menores, ni una gota la ha llevado a dar conferencias por toda España de la mano del Ministerio de Sanidad y FEBE –Federación Española de Bebidas Espirituosas–. Tras analizar lo que les gusta –el riesgo, la pertenencia a un grupo– y no les gusta –que los fiscalicen, sentirse rechazados–, instaba a los padres a negociar, a poner normas, pero siempre desde el diálogo, fomentando la conversación, aunque parezca a veces imposible, para los que les recomendaba «recordar que tú pasaste por el mismo proceso a su edad».

Paso a paso

La psicóloga divide las pautas a seguir en varios pasos, el primero de los cuales es Qué hacer. «Volver a disfrutar con él, iniciar una conversación. Cómo vais a hablar de alcohol si no habláis de nada», explicó, y en contraposición «no discutir con él, recuperar un ratito con este extraterrestre». Una forma de abordarlo es, por ejemplo, «ver la tele juntos, pero no imponerle la película, que la elija él, ¡y no hay que hacer un cinefórum después!», exclamó entre las risas del público que se veía reflejado.

Para iniciar la conversación «buscad un pretexto, tendréis muchos intentos fallidos, 50, pero al 51 responderá bien». Así les mostró muchas excusas para charlas y les puso deberes: «primero la película, segundo hacerles un cumplido al día –me gusta cómo te queda esa chaqueta, o le das las gracias si te dice qué buena estaba la comida en ves de decir ‘por fin, ya era hora’». Esa conversación iniciada ahora hay que mantenerla, «pero no sentar cátedra, sino haciéndoles preguntas con final abierto que permitan que habléis».

Para comunicarse hay que tener en cuenta que para ellos «es todo o nada». Ramos-Paúl señaló que «necesitan normas, y estas tienen mucho que ver con la prevención. Nunca le digas eres un vago, y sí dile estoy enfadada porque no haces los deberes, de la otra manera no le vale de nada, pondrá de excusa que no lo hace porque es un vago». Hay que fomentar el diálogo, negociar, evitar conflictos y servir de modelo. «Para prevenir hay que hacerles responsables. Si haces lo que te corresponde –tiempo de estudio, arreglar tu habitación– te has ganado el beneficio de autonomía, el plus, que no es gratuito».

El siguiente paso sería enfrentar el diálogo, para lo que es importante explicarles cada norma, y los efectos si las incumplen, «inteligencia emocional», para ello recomienda distribuir tareas en casa y si no las cumple es «responsable de su comportamiento». Y siempre señalar aquello qué nos gusta y lo que nos enfada, para fomentar la empatía.

Un elemento fundamental con los adolescentes es el control de la ira: «hay que parar e irse, y no hablar con él hasta que se le haya pasado. Así se desarrolla el autocontrol, indispensable para las decisiones que tendrá que tomar». Así cuando en un botellón le digan una copa más, si sabe que tiene que «parar, pensar y luego actuar podrá decir no en un momento dado, y si aun así lo prueban sabrán parar antes del coma etílico».

Tras su exposición, en las tarjetas entregadas en la entrada junto a las guías, los presentes le indicaban sus inquietudes sobre el consumo de alcohol de los menores. Como respuestas, varias conclusiones: «tener cierta tranquilidad, tienen un entorno, una familia y la experimentación forma parte de la edad. Sí hay que estar alerta y si olemos a alcohol indicarle que está prohibido ‘y sabes que la semana que viene no sales’, que entiendan las consecuencias de su comportamiento. Ofrecerles alternativas de ocio, que haga deporte, así se une a gente sana, que puede salir con ellos, pero no es la tónica general que se vayan de botellón los viernes. Y el ejemplo de los padres: ellos no pueden beber hasta los 18 años ni fuera ni en casa, como no pueden conducir, es ilegal, sí les puedo dar un modelo de consumo responsable».