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Actualizado: 16 may 2017 / 10:44 h.
  • Clara Grima, dispuesta para dar la charla inaugural del ‘Pint of Science’ en el Bulebar Café. / Manuel Gómez
    Clara Grima, dispuesta para dar la charla inaugural del ‘Pint of Science’ en el Bulebar Café. / Manuel Gómez

La idea es inglesa, pero a nadie le extrañaría que el origen del Pint of Science fuera sevillano. Porque esa ocurrencia de sacar la ciencia de las universidades y los laboratorios y llevarla, directamente, a un bar, aúna el innegable gusto cervecero sevillano y un afán de conocimiento científico que, por lo que se ve, va en aumento.

En pocas palabras, el Pint of Science (pinta de ciencia) es, a estas alturas, un evento mundial que trata de ofrecer charlas «interesantes, divertidas, importantes, sobre las últimas investigaciones científicas, en un formato accesible al público». Y, ya está dicho, en un bar. Nació apenas en 2012, y en esta edición se celebra ya de manera simultánea en bares de más de 106 ciudades de 10 países, 43 en España.

En un atestado Bulebar Café, veterano de la divulgación relajada porque allí tienen lugar charlas divulgativas un miércoles sí y otro no, inaugura el evento Clara Grima, matemática de postín y de la Universidad de Sevilla. Llegó a la divulgación por casualidad, pero llegó para quedarse. «Empecé por culpa de mis hijos. Yo era una empollona –cuenta, medio en broma–, pero hablando con mis hijos, que me preguntaban cosas muy básicas de matemáticas, me di cuenta de que me faltaba el lenguaje». Años después, sigue tomando a sus hijos como referencia cuando de divulgar se trata. Más allá de la edad, piensa en ellos, y en los asistentes a las charlas, como en personas «que tienen curiosidad, pero no tienen la base».

En su charla, de nombre Enredados, ha hablado de matemáticas y redes sociales. Su intención ha sido «vender lo buenísimas que son las redes sociales, porque es lo que pienso, y poner también un poco de cordura. Porque esa potencia que tienen para hacer cosas buenas es la misma que tienen para hacer cosas malas».

La elección del tema se debe a los estudios que realiza sobre cómo se propaga la información en la redes sociales. Que viene a ser un nuevo envoltorio para algo que no es tan nuevo. «Los rumores han existido siempre, y se han propagado sin Twitter ni Facebook. Entonces no se podía medir cómo se propagaba el rumor en la sociedad. Ahora, con las redes sociales, sabemos con quién hablas, tenemos los datos de quién es tu usuario, quiénes son tus amigos...», de manera que ya sí esposible «estudiar y provocar la propagación de ideas».

Clara Grima advierte, para quien piense que para ella es sencillo hablar a un nivel más básico, que ésa es una idea equivocada: «La primera vez que di una charla en un bar fue más complicado que una clase. Si te diriges a un auditorio especializado llevas mucho hecho. Y tienes el lenguaje. Es mucho más fácil ir a un congreso internacional que a un bar», insiste, porque en el bar «tienes que adecuar el lenguaje, conseguir el interés y contestar esa regunta que te han hecho, responderle al experto y contestar la pregunta de alguien que no tenga ni idea». La idea, en definitiva, es «que sepan algo y que disfruten», afán extensible a los ponentes: «Nos lo pasamos estupendamente, yo disfruto muchísimo. Es un poco casi egoísta».

Tienen también otras motivaciones, que conste. Dado el hecho innegable de que la mayor parte de la investigación se hace en España en el sector público, «entendemos que la gente de a pie, los contribuyentes, tienen derecho a saber en qué se gasta el dinero público. Y también lo hacemos porque es muy bonito», remata.

Era tarde ya para el cierre del periódico, pero la charla posterior a la de Clara Grima hubiera merecido sin duda un retraso en las rotativas. José Ramón Portillo, doctor en Matemáticas y profesor de la Universidad de Sevilla, habló en su charla Sinceridad cuántica de conceptos tan habituales como «las tres virtudes capitales para un amor verdadero: discretización, superposición y entrelazamiento».

Tres locales y gran variedad temática

El Pint of Science ha nacido en Sevilla gracias al patrocinio de la Casa de la Ciencia, que depende del CSIC, y la Universidad de Sevilla, y a la colaboración de la Fundación Descubre. Este primer año dispone de tres sedes. El Bulebar Café, cuyas charlas se han agrupado bajo el amplio epígrafe de los átomos a las galaxias; el Gallo Rojo, con charlas dedicadas a nuestro cuerpo, y la Sala El Cachorro, el lugar elegido para conversar sobre el planeta Tierra. Entre el lunes y el miércoles, cada bar será el escenario de dos charlas, siempre a las siete y a las nueve de la tarde. Puestos a ser tiquismiquis, es posible ponerle un pero a todo el festival: la hora, propia de latitudes más norteñas. El año que viene, aprovechando el Brexit, igual las charlas pueden atrasarse un poquito.