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Actualizado: 03 jun 2023 / 14:49 h.
  • La Sevilla de Mateos Gago

¿Quién fue Mateos Gago, la persona que da nombre a una de las calles más hermosas de Sevilla? ¿Qué méritos hizo para que su nombre se rotulase tan cerca de la Giralda? ¿Por qué nos hemos olvidado de él?

A estas preguntas da respuesta ‘La Gloriosa Revolución del Asco’, «la obra de un andaluz inquieto», como la define el periodista Carlos Navarro Antolín en el prólogo. Un libro que homenajea al ilustre personaje del siglo XIX al tiempo que recrea la Sevilla de su tiempo. Su autor es Rafael Raya Rasero, uno de los grandes defensores de la ciudad, que hace cierto el dicho de Marco Tulio Cicerón: «Donde quiera que se esté bien, allí está la patria». Y es que el autor de ‘Instrumento del ayer’ o ‘Trío de ases’ vino al mundo en Montilla el mismo año que el cantante Mick Jagger lo hizo en Dartford, pero se quedó tan prendado de Híspalis que jamás quiso separarse de ella. Y eso que ha recorrido más de treinta países para documentar sus trabajos, que abarcan géneros como la poesía, la narrativa y el ensayo, amén de numerosos artículos de investigación.

A Raya Rasero, Sevilla le debe el actual estado del busto de Cervantes. Ese de la calle Entrecárceles, que, aunque algunos no lo recuerden, hace unos años se hallaba «custodiado» por un buzón de Correos y un cubo de basura. Fue tal la insistencia de este amante del Quijote y de la buena literatura, que el Ayuntamiento de Sevilla decidió eliminar la contaminación visual en 2021, dejando exento el monumento.

También le debe Sevilla, y toda la comunidad autónoma, el haber rastreado todas las mitologías antiguas (grecorromanas, hebreas, persas, americanas, hindús...) para crear una epopeya a la altura de su grandeza: La Andalucíada. Una obra colosal que le llevó gran parte de su vida y que le emparenta con grandes autores de la literatura universal, desde Homero a Luís de Camões.

La Sevilla de Mateos Gago

La nueva aportación de este antiguo empresario —hoy dedicado por entero a la investigación y la escritura—, insiste en un tema que ya visitó en ‘Historia secreta de los derribos de conventos y puertas de Sevilla durante la revolución de 1868’, aunque esta vez lo hace de un modo más original. Y es que ‘La Gloriosa Revolución del Asco’ —editada por el Club del Libro de la Puerta Carmona y presentada el pasado 1 de junio en el Ateneo hispalense— no es ni una novela ni un ensayo, sino la mezcla de ambos, y su curiosa estructura acoge hitos, personajes y escenarios de una centuria fundamental para entender Sevilla. No en vano, sus 222 páginas nos permiten viajar al año del derribo de las viejas murallas con sus puertas, de la supresión de conventos, de la expulsión de las órdenes religiosas y el robo y deterioro generalizado del patrimonio, a través de un diálogo entre Mateos Gago, un personaje ficticio llamado Isidoro y la propia ciudad. Un juego que remite a autores como Benito Pérez Galdós, donde Rafael Raya Rasero se emplea a fondo para narrarnos lo que aquella revolución supuso para los sevillanos y el resto de españoles.

En cuanto a Francisco Mateos Gago y Fernández —con quien el escritor comparte el profundo amor por Sevilla sin haber nacido en ella—, Raya Rasero nos lo presenta como un catedrático de fuertes convicciones religiosas cuya defensa de la tradición le llevó a enfrentarse al liberalismo surgido en su época. O lo que es lo mismo, un representante del neocatolicismo que, pese a su altura intelectual, fue objeto del desprecio de la Sevilla krausista representada por figuras como Federico de Castro y Fernández o Antonio Machado y Núñez, abuelo de los hermanos Machado. Esto le llevó a buscar nuevos retos en Italia —como le ocurriese a Elio Antonio de Nebrija en el siglo XV—, regresando años más tarde como un consumado coleccionista de antigüedades.

Gracias a Mateos Gago, Sevilla cuenta con Museo Arqueológico y posee una colección de 8000 monedas de diversas épocas, así como infinidad de piezas de la época romana —él mismo se remangó la sotana para excavar en la vieja Urso y sacar a la luz los famosos ‘Bronces de Osuna’—. Gracias a Mateos Gago, instituciones como el Ateneo de Sevilla se dedicaron a devolver el esplendor a una ciudad obsoleta y plena de desigualdades. Y gracias a Mateos Gago, la filología es una de las disciplinas más respetadas en la primera universidad de Andalucía.

Por eso hemos de agradecerle a Rafael Raya Rasero las horas que ha invertido en investigar la figura de Mateos Gago, el tiempo dedicado a retratarlo, y el cariño mostrado a Sevilla.