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Actualizado: 10 oct 2016 / 09:19 h.
  • Los cascotes de la vergüenza
    Hospital Militar / Txetxu Rubio
  • Los cascotes de la vergüenza
    Psiquiátrico de Miraflores / Txetxu Rubio
  • Los cascotes de la vergüenza
    Mercado de la Puerta de la Carne / J.L. Montero
  • Los cascotes de la vergüenza
    Biblioteca de la calle Alfonso XII / Txetxu Rubio
  • Los cascotes de la vergüenza
    Comisaría de la Gavidia / Txetxu Rubio
  • Los cascotes de la vergüenza
    Cuartel Alfonso XIII, Bellavista / Txetxu Rubio
  • Los cascotes de la vergüenza
    Cuartel de artillería, ubicado en la Avenida de Jerez. / Txetxu Rubio
  • Los cascotes de la vergüenza
    Interiores de la antigua comisaría de la Gavidia / Txetxu Rubio
  • Los cascotes de la vergüenza
    Naves de Renfe, en San Jerónimo / J.L. Montero

Arrumbados. Presas del paso del tiempo, del expolio y el vandalismo. Cautivos del olvido, del desprecio al que ha derivado la vaguedad presupuestaria, la falta de ideas o la cerrazón del legislador. En el paisaje urbano de la capital hispalense se jalonan, como cicatrices horadadas, un sinfín de edificios públicos, otrora símbolos de la urbe y bastión de prestaciones al ciudadano. Pese a la nutrida de la carta de servicios de estos inmuebles, malviven en la más absoluta desidia, testigos mudos de un progreso que ha desintegrado sus paredes y derruido las techumbres. Son ruinas en una era impasible.

1.- UN HOSPITAL EN LISTA DE ESPERA

Hospital Militar Vigil de Quiñones

Solo citar su nombre es cantar a la ruina vergonzosa. Estamos ante el más flagrante caso de desidia institucional, en un ámbito, la sanidad, ávida de instalaciones de su magnitud. El Hospital Militar Vigil de Quiñones, ubicado en la Avenida de Jerez, lleva cerrado desde principios del presente siglo cuando, el por entonces propietario Ministerio de Defensa decidió cesar la actividad sanitaria en esta mole de 12 plantas y capacidad para 750 camas, 240 habitaciones individuales y cinco quirófanos. En 2004 lo asumió la Junta, con la firme intención de integrarlo en su sistema sanitario, pero, 12 años después, no existen progresos en las obras de remodelación por entonces iniciadas. Año a año, el Militar se queda fuera de los presupuestos autonómicos, acumulando cascotes, polvo y montañas de reproches, en este caso, merecidos.

Una visita rápida por el recinto, donde sí funcionan un Centro de Salud y una sede de Distrito Sanitario, ofrece una perspectiva desoladora. Una grúa de ciclópeas dimensiones vaticina obra, pero no hay ni rastro de actividad. Se acumulan jaramagos, hierros oxidados y materiales precitandos, dentro de una valla mohosa mal amarrada con alambres. En su interior, otro erial, ya que en estos doce años ha sido desmantelado por la propia administración para surtir de instrumental y elementos a otros hospitales.

2.- EL MANICOMIO DE LOS HORRORES
Psiquiátrico de Miraflores

En el extremo norte de la ciudad vive un edificio cargado de misticismo y leyenda negra, pero sobre todo, de desamparo. El viejo Psiquiátrico de Miraflores se ubica en el espacio de los Centros Sociales de Miraflores, dependientes de la Diputación, y es visible desde la ronda Supernorte. El inmueble se inauguró en 1890, siendo reformado tras la Guerra Civil y dejó de prestar servicio durante la pasada década de los 90. Desde entonces, sigue a la espera de una demolición que no llega, pese a ser anunciada en repetidas ocasiones. Este antiguo hospital psiquiátrico, tratado de manicomio, llegó a dar cobijo a 1.500 internos en sus épocas de mayor esplendor, pero cedió terreno con la diversificación de las instalaciones, ahora dispersas en el mismo complejo que lo aglutina. Este edificio de ladrillo, compuesto por cuatro plantas, desprende un aroma lúgubre, propio de un abandono total visible en sus ventanas rotas, fachada desvencijada y maleza en su perímetro. Adobado además por el halo de supuestos fenómenos paranormales allí presenciados, siendo uno de los enclaves fetiche para los amantes del misterio.

3.- PRESA DEL REVISIONISMO
Comisaría de La Gavidia

La Gavidia, así llamado este edificio por ubicarse en la antigua plaza del mismo nombre, es un auténtico rincón negro de represión franquista que hoy en día malvive en paupérrimas condiciones, siendo además un recurrente ejemplo de revisionismo político. Construida en la década de los sesenta como comisaría –en ocasiones referida como bastión de detenciones y torturas del movimiento antifranquista– fue durante décadas el centro neurálgico policial de la urbe hasta el traslado a Blas Infante en 1992. Anteriormente se ubicó allí un cuartel de artillería.

El edificio es uno de los primeros ejemplos arquitectónicos del movimiento moderno en el centro histórico de la capital y cuenta con un estilo de fragmentación en varios volúmenes, de dos, cuatro y seis plantas. Desde su cierre y abandono, en 2003, los distintos gobiernos municipales han cambiado de opinión al respecto de los nuevos usos de tan céntrico enclave, que fue cedido por el Ministerio de Interior a la ciudad en 2005.

Un centro comercial, un hotel y por último, un espacio sociocultural, sin que a fecha de hoy se vislumbren avances claros que acaben con las ruinas de la vieja comisaría, dueñas de un suelo muy valorado al ubicarse en una de las millas de oro de la urbe y que no sirven más que como morada de centenares de gatos. Hasta hace no poco cupo incluso la posibilidad de que el edificio fuera demolido, según un informe que valoraba sus cuantiosos daños. La catalogación como protegido evitó el derrumbe y, si alguna vez se acomete su reactivación, será objeto de una profunda rehabilitación, aunque manteniendo su inconfundible figura.

4.- EL ESPLENDOR MILITAR PERDIDO
Cuarteles de Artillería y Caballería

La actual Avenida de Jerez, a un lado y otro de su perpendicular a la SE-30, cobija otros dos edificios cuyo tiempo pasado fue infinitamente mejor. Se trata de los cuarteles de artillería y caballería, dos regimientos militares que eran síntoma del esplendor castrense de la otrora capital de la II Región Militar. Ambos son una auténtica ruina, expoliada y vilipendiada cuya única utilidad es servir de improvisadas pajareras.

El Antiguo Regimiento de Artillería de Daoíz y Velarde, ubicado muy cerca del Hospital Militar Vigil de Quiñones, fue edificado en 1928, de influencia regionalista –bajo los preceptos de toda construcción de acuartelamiento– aunque con azulejos y balaustradas de plásticas particularidades. Hoy todo es un espejismo. Vándalos y ladrones lo han convertido en una mole de ladrillos, con todas sus ventanas y puertas tapiadas con gris cemento para evitar mayores aberraciones. Dos vallas endebles, la que rodea el perímetro del edificio levantada recientemente, intentan protegerlo del infame enemigo: la barbarie.

El mismo ideario a la otra orilla, en Bellavista. Ahí se ubica el antiguo cuartel de caballería Alfonso XIII, protagonista, como su homólogo de artillería, del convenio urbanístico firmado en 2007 entre Defensa y Ayuntamiento para la integración de los terrenos de acuartelamiento en el desarrollo urbano. Ahí sigue, presa de la desidia y en irreversible estado de descomposición.

5.- AGUARDA SU ÚLTIMO TREN.

Naves de Renfe de San Jerónimo

Como otros muchos edificios citados en esta ruinosa lista, las vetustas naves de Renfe de San Jerónimo también están a la espera de arreglo. En su caso, para convertirse en todo un centro de experimentación cultural, aunque el proyecto sigue varado a la espera de los fondos europeos.

Mientras tanto, ahí están, tapiadas a más no poder para evitar que vándalos, expoliadores, curiosos e incluso ocupas las transiten como Pedro por su casa. Su valor patrimonial es más de lo que pueda extraerse, ya que se trata de un bien escaso de arquitectura industrial en un enclave urbano, en un zona ligada al ferrocarril. De un complejo más extenso de edificaciones, solo se conservan las dos naves, sede de talleres de Renfe, aunque el espacio albergó oficinas, escuela de formación, depósito de máquinas y unos talleres de forja y calderería. Construidas en la segunda mitad del XIX, fueron abandonadas hace ya un cuarto siglo, entrando en cajón del olvido al no poder ser derrumbado –por estar protegidas- y antojarse como cara su rehabilitación.

6.- UN EDIFICIO ‘GOURMET’
Mercado de la Puerta de la Carne

En julio del presente año, Patrimonio emitió un dictamen favorable para la profunda rehabilitación del antiguo mercado de la Puerta de la Carne, en pos de convertirse en un sibarita centro de gastronomía, cultura y ocio. La idea tan en boga de los gourmets.

El antiguo céntrico edificio llevaba dos años a la espera del preceptivo permiso obligatorio para iniciar las obras de un inmueble ruinoso, en preocupante estado de abandono y del que puede estar seriamente afectada la estructura. No en vano ese edificio fue abierto en 1929, siendo durante décadas, un mercado de abastos de esta poblada zona de la ciudad.

Al final del siglo pasado (1999) se produjo el cierre, y desde entonces, han sido diecisiete los años que ha permanecido presa de la más absoluta desafección, provocándose la desoladora imagen que presenta: desconchados colosales, ventanas rotas y feas pintadas en todo su perímetro. Aunque parezca que estos sean sus últimos días como ruina –antes de convertirse en gourmet–, nada quita ya el vergonzante estado que ha presentado en las últimas dos décadas.

7.- LIBROS EMPOLVADOS
Biblioteca Alfonso XII

Quince años se han cumplido ya desde que se pegara el cerrojazo a la biblioteca pública de la calle Alfonso XII, un edificio público que sin tener los atributos patrimoniales de los anteriores, no da servicio al ciudadano por absoluta desidia institucional. Pese al movimiento ciudadano y las quejas vecinales, este reducto de cultura y literatura, también sala de estudio, ubicado en el centro histórico, donde no abundan, sigue cerrada a cal y canto sin que se conozca solución ni alternativa a corto plazo.

El motivo puede ser que desde principios de siglo, cuando ya acumulaba meses de cierre, el Estado –su anterior propietario– se la cediera a la Junta de Andalucía, que pensaba acoplar aquí una sede administrativa. Este edificio, cuya nomenclatura en la fachada ya ha perdido letras, ha sido víctima de la indisposición presupuestaria, toda vez que para reactivarlo, como biblioteca o con otros usos, es necesaria una importante rehabilitación.