Una Sevilla universalmente accesible. Este es el objetivo que se marca el Ayuntamiento de Sevilla y que el alcalde, Juan Espadas, aspira a alcanzar con la puesta en marcha de distintas medidas en la ciudad entre las que destacan la elaboración de un plan director que marque la hoja de ruta de las acciones a acometer para eliminar las barreras arquitectónicas de la capital hispalense.
La primera batida para comenzar a solventar esos puntos negros que existen en la ciudad arrancará en el mes de julio cuando el Consistorio, a través del nuevo servicio específico para eliminar estas barreras, actúe sobre 110 espacios en distintos distritos. Estas intervenciones responden al conjunto de demandas que ha ido presentando la ciudadanía, los distritos o incluso la Policía, a lo largo de dos años –desde que este gobierno local reactivara la oficina de la accesibilidad, adscrita a Urbanismo–. Ahora, el Ayuntamiento priorizará, junto a asociaciones y distritos, las más de 300 reclamaciones que quedan pendientes aún –más de un centenar se han ido atendiendo con cargo a los distritos– para comenzar a actuar sobre ellas en función de la gravedad del problema, de la población afectada y de la antigüedad de la denuncia.
Esta primera fase de trabajos, que se prolongarán durante los meses de verano, cuenta con un presupuesto de 300.000 euros y se realizará a cargo del contrato que prestará este servicio por dos años, con una partida total de 600.000 euros. La mayoría de las intervenciones que se prevén en este plan de choque tienen que ver con el rebaje de bordillos y la eliminación de algunas barreras, labores que se realizarán según unos criterios predeterminados.
Pero esta no es la única medida que tiene en marcha el Ayuntamiento de Sevilla para conseguir ese reto de eliminar las barreras. Ayer se constituyó la comisión de accesibilidad en la que están integradas más de una veintena de colectivos y asociaciones así como todas las áreas municipales que tienen alguna vinculación (desde Urbanismo a Servicios Sociales o Edificios Municipales). Este grupo será el encargado de colaborar en la elaboración del plan de accesibilidad cuya redacción se adjudicó hace algo menos de dos meses y que estará finalizado antes de que acabe el año o principios de 2019 «con un diagnóstico, un calendario de actuación y con dotación presupuestaria y de personal».
Esta hoja de ruta que se está diseñando prevé realizar un estudio integral de todos los edificios públicos, no solo observando las barreras físicas sino también las cognitivas o sensoriales. Además, en la elaboración de esta guía la voz del movimiento asociativo y de la ciudadanía se tendrá en cuenta. Para ello, se ha puesto en marcha una web en la que se podrán registrar distintas denuncias, que posteriormente serán estudiadas y solventadas según proceda. Unas reclamaciones que, además, quedarán geolocalizadas de manera que se pueda obtener un mapa real de los puntos negros de la ciudad para poder ir, una vez concluido, desarrollando los proyectos concretos con los que solventar los problemas.