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Actualizado: 30 nov 2021 / 12:04 h.
  • Juan Ramón Romero y Ramón Valencia en el escenario de la Fundación Cajasol.
    Juan Ramón Romero y Ramón Valencia en el escenario de la Fundación Cajasol.

El empresario Ramón Valencia se sentó en el escenario del salón de actos de la Fundación Cajasol de la mano del comunicador Juan Ramón Romero, en el segundo encuentro convocado por Carrusel Taurino. Se trataba de desentrañar su lado más personal y conocer también su visión del actual panorama taurina en un ‘vis a vis’ que no estaba exento de riesgos. Pero el locutor, que confesó sus miedos, supo crear el clima adecuado para ofrecer una arista muy desconocida del personaje. La charla comenzó de forma distendida, tirando de las facetas más íntimas –también más desconocidas- de uno de los rostros inconfundibles del paisaje sevillano que siempre se ha distinguido por una seriedad que, de alguna forma, marca distancias. Así lo hizo ver el propio entrevistador, recordándole su fama de “duro”.

Ramón Valencia recordó el arranque de su vinculación con el mundo del toro a raíz de entrar con una mínima participación en la empresa ‘Taurina Hispalense’ que había montado su suegro, el recordado empresario Diodoro Canorea, para gestionar la plaza de Las Ventas a finales de los años 70 del pasado siglo XX. “Ahí me entró realmente la afición al mundo del toro”, reconoció el actual gerente de la empresa Pagés, una firma que reivindicó por encima de su propio nombre como continuidad de un trabajo iniciado hace casi un siglo por el abuelo de su mujer, Carmen Canorea, el emblemático empresario catalán Eduardo Pagés. Hubo concesiones a las bromas, como la secreta y divertida confesión de su única experiencia en los ruedos, lidiando una vaquilla en su despedida de soltero ante la que estuvo delante “catorce segundos”.

Un hombre serio

Pero había que entrar en harina, algo que Juan Ramón Romero consiguió gracias a crear ese ambiente de naturalidad. “Todo el mundo dice que soy muy serio y yo creo que es verdad pero es que como empresario no tengo más remedio que serlo”, reconoció Valencia recordando sus orígenes manchegos –es natural de Albacete- antes de esbozar algunas reflexiones interesantes. El entrevistador le interrogó si la condición de aficionado o entendido era necesaria para dar toros. El empresario de la Maestranza sorprendió al señalar que “no hace falta ser un gran aficionado” poniendo el ejemplo de un remoto empresario de flamenco al que le recomendaron cierta figura del palo más puro. “Si traigo a ese cantaor estaremos usted y yo”, fue la respuesta de ese desconocido promotor que aludió a la condición de gran espectáculo, de los gustos del que pasa por taquilla. El público manda...

“Los favores en el toreo sirven para que te pongan una vez o una segunda pero aquí hay una democracia que es el gran público que es el que va a juzgar”, sentenció Valencia reivindicando una cultura de “méritos” a la hora de valorar a los toreros. Pero la charla también se iba a adentrar en los propios usos y costumbres de la empresa Pagés a la hora de abordar la gestación de la temporada, comenzando por el Domingo de Resurrección. “Desde que estaba con mi cuñado Eduardo (Canorea), históricamente hemos dejado que la opinión pública se vaya pronunciando y llega un día de diciembre en el que ya hay un cartel dando vueltas por Sevilla; nosotros recogemos ese mensaje de alguna manera...”

Pero había que seguir entrando en harina, combinando dos parámetros –afición y rentabilidad- que no siempre van de la mano. “La cuenta de resultados no es lo primero en lo que pensamos pero sí es vital, como en cualquier gran empresa. No es lo más importante pero el balance debe ser positivo en la prorrata de una serie de años para que la empresa pueda sobrevivir. No es el mismo caso de este San Miguel en el que ha primado más el éxito, los grandes triunfos... Ahí el terreno económico ha sido secundario”, reconoció el empresario que volvió a redundar, con mayor nitidez que en otras ocasiones, en el espinoso tema de la reducción de los aforos. “Cuando hablábamos con la Junta y nos aseguraban un 100% pensaba en mi fuero interno que no era necesario; a la tauromaquia se la beneficiaba más con cinco ‘no hay billetes’ con aforo reducido que con la posibilidad de llenar la plaza”.

Ramón Valencia: «Todo el mundo dice que soy muy serio y yo creo que es verdad»
El empresario sevillano ofreció una imagen muy distendida junto al director de Carrusel Taurino.

Demonización de las empresas

El director de Carrusel Taurino apretó un poco más la tuerca aludiendo al papel de malo de la película que se le suele achacar al empresario dentro del mundillo taurino. “En otros sectores se aplaude el éxito del empresario y la prensa alardea de sus beneficios pero si en el sector taurino un empresario tiene la osadía de reconocer que ha ganado dinero no se ve bien” le contestó Valencia reivindicando, una y otra vez, la necesidad de contar con una “economía saneada” en las empresas taurinas antes de enfatizar el carácter cumplidor de la empresa Pagés en todos los acuerdos alcanzados.

Ramón Valencia también detalló algunas de las rutinas fijas seguidas por la empresa, además del estrés que sufre en la contratación de toros y toreros –siempre por este orden y esperando a primeros de enero para llamar a los apoderados- y anunció que el elenco ganadero de la temporada 2022 ya ha recibido “la primera vuelta” por parte de los veedores. Reveló algunos detalles más o menos conocidos, como el ofrecimiento personal de Morante de la Puebla para estoquear la corrida de Miura en este 2021 que ya encara su final. “Llamó él y le dije que me gustaría que también lo hiciera cuando la plaza estuviera al 100%”, señalando que el diálogo con el diestro cigarrero era “fluido” desde hace varios años después de salvar algunas dificultades que están en la memoria de todos.

Situación actual: dificultades empresariales

El gerente de Pagés también fue preguntado por la creciente tendencia de convertir las licitaciones de las plazas en una subasta pura y dura. “No lo entiendo ni lo comparto, ni sé cómo pueden luego defenderse; eso no beneficia al mundo del toro para nada”. Había que hablar de datos concretos dentro un mundillo al que le ha dado la espalda ingresos atípicos como la entrada de la publicidad. “Llevamos viviendo sólo de la taquilla muchísimos años y deberíamos adaptarnos todos a la economía del toro” explicó el empresario aludiendo a las dificultades mostradas por ciertos toreros de la primera línea para adaptar sus emolumentos a las actuales circunstancias. “En otros espectáculos es automático pero en el toro cuesta mucho bajarle el caché a las grandes figuras pero entiendo que debe ser así y a lo largo del tiempo habrá que verlo”, remachó Ramón Valencia poniendo serias dudas sobre la vuelta a escenarios anteriores más benignos y culpando a la clase dirigente de la falta de ayuda al sector.

Sin noticias de José Tomás

Tenemos que sobrevivir por nosotros mismos, somos un espectáculo grandioso y tenemos que trabajar por la vuelta de la sociedad”, reflexionó Ramón Valencia que sí se mostró optimista con la entrada de la juventud más allá de la versión más extendida. El empresario también aludió a tiempos antiguos, a un pretendido romanticismo que él basó “en un trato y forma de ser distintos”. A partir de ahí valoró la importancia decreciente del apoderado en favor del criterio del propio torero, “que manda más en su carrera y hasta se preocupa excesivamente del día a día”. Valencia, más allá de su fama de duro, defendió la “firmeza” del empresario para defender los carteles propuestos: “Intento que mis esquemas no me los mueva casi nadie”, remachó añadió de reconocer que el torero que más dificultades ha puesto para ser contratado había sido José Tomás, un matador al que –veinte años después de su última actuación en Sevilla- sigue llamando puntualmente para que se anuncie en la plaza de la Maestranza.

“Las puertas se le abren todos los años y esta empresa le llama con mucho interés; entiendo que algún día volverá pero él estará viendo su momento”, señaló Valencia que, entre otras consideraciones, también rompió una lanza por la “libertad empresarial” en detrimento de un “reglamento encorsetado e intervencionista”. Pero el empresario de la plaza de la Maestranza iba a desvelar otros detalles desconocidos para valorar el panorama enrarecido en el que hoy se mueve la tauromaquia al desvelar que Carmen Cafarell, directora de RTVE, llegó a rechazar la emisión gratuita de corridas de las grandes ferias a cambio de tres minutos diarios de información taurina en los principales medios. Así está el patio...

Había que remachar la charla y Ramón Valencia, al que hay que reconocer su empeño en celebrar contra viento y marea la programación taurina prevista en primavera, anunció que la previsión para 2022 pasa por mantener la cifra de festejos que quedó estancada en 2019, tal y como fija el contrato firmado con la Real Maestranza de Sevilla, propietaria del coso sevillana. Eso sí, advirtió, “en la medida de lo prudente, si pudiera, reduciría algo y así se lo haré saber a la Real Maestranza”. En ese punto, la pregunta era obligada en función de las circunstancias: ¿Cómo van las relaciones con el casero? “Magníficamente bien aunque en un matrimonio de ochenta y tantos años siempre hay sus cosillas”, remachó. Juan Ramón Romero confesó entonces que el personaje le imponía. “Hoy se le ha visto de otra manera”, le espetó el entrevistador. “Soy siempre así”, concluyó el empresario.