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Actualizado: 11 jun 2020 / 10:50 h.
  •  Manolo Vázquez, el veterano diestro de San Bernardo, reapareció en 1981 y actuó en la corrida del Corpus de aquel año junto a Romero y Paula.
    Manolo Vázquez, el veterano diestro de San Bernardo, reapareció en 1981 y actuó en la corrida del Corpus de aquel año junto a Romero y Paula.

El Corpus de 1960 –que cayó un 16 de junio- contaba con el aliciente de ver reaparecer en los ruedos a Manolo González. El diestro de la calle Sol encabezaba una terna en la que también figuraban el bravo diestro ecijano Jaime Ostos y el camero Curro Romero, con apenas un año de alternativa, que había estado a punto de quedarse fuera de la Feria de Abril. El malestar de los aficionados acabó doblegando la voluntad del flamante empresario que, como el propio Curro, también había debutado en 1959 al frente de la gerencia de la plaza de la Maestranza. La solución fue incluir dos tardes más, incluyendo un beneficio organizado por el mismísimo gobernador de la época, un tal Altozano Moraleda, para que el futuro Faraón pudiera hacer el paseíllo en el coso del Baratillo. Eso sí, los duendes no soplaron y hubo que esperar hasta el Corpus, anunciado junto al reaparecido Manolo González y el bravo Jaime Ostos para tumbar seis de Tassara a plaza llena.

Toros y Corpus (II): De Curro Romero al coronavirus
Curro Romero abrió la Puerta del Príncipe por primera vez el día del Corpus de 1960 después de desorejar a un sobrero de Tassara. / Foto Arjona

La corrida no se dio mal para Manolo González, que cortó una oreja; Ostos, sin lote a favor, se conformó con una vuelta al ruedo y Curro, que pinchó una gran faena al tercero, barajó pocas opciones con el sexto. Con la gente en desbandada, el camero pidió el sobrero. Los picadores ya se habían marchado de la plaza y acabó subiéndose al caballo –vestido de paisano- el picador Alejandro González. El varilarguero algabeño había sido contratado como reserva aquella tarde y se había mudado de ropa en la misma plaza. Mientras daban con él, Curro se hartó de pegarle lances a aquel toro de Tassara al que cortó dos orejas que le franquearon de par en par la primera Puerta del Príncipe de su larguísima carrera.

La década prodigiosa

Con los 60 llegaba una nueva época y se consolidaba la baraja de toreros –Puerta, Camino y El Viti al frente con permiso de El Cordobés- que darían carácter a la llamada Edad de Platino del toreo. Y fue precisamente El Benítez, que había tomado la alternativa en la Feria de Córdoba del 63, el que pondría la plaza hasta la bandera en el Corpus de aquel año. En cualquier caso, el acontecimiento de la década –siempre desde la perspectiva de la festividad- lo iba a protagonizar otra vez Curro Romero volviéndose a encerrar con seis toros –ya lo había hecho el Jueves de la Ascensión de 1966- en el Corpus del 68 que coincidió –cayó en un 13 de junio- con la festividad de San Antonio. Aún resonaban los triunfos de una feria irrepetible en la que, entre otras cumbres, Puerta se había anotado un rabo; Ostos había cuajado su mejor tarde en Sevilla; El Viti había embelesado... pero al aficionado aún le quedaban por vivir otras emociones.

Toros y Corpus (II): De Curro Romero al coronavirus
El Faraón de Camas volvió a traspasar el mítico arco el día del Corpus de 1968 después de encerrarse en solitario y cortar cuatro orejas.

El camero escogió tres toros de Núñez, dos de Antonio Pérez y un sexto de Tassara a los que cortó un total de cuatro orejas. La pluma del célebre crítico Paco de Ronda –suegro del no menos célebre banderillero sevillano Miguelete- describió aquel jueves que sí relució más que el Sol en las páginas de ‘¡Oiga!’ sin poder reprimir su entusiasmo. “...relució el arte puro y cegador por sus destellos brillantísimos el toreo de este Curro para quien Sevilla guarda sus mejores ovaciones” señalaba el cronista sentenciando que “el gran torero camero echó mano de un repertorio clásico, hondo, y por ello deja honda huella en la afición sevillana”. El cartel del acontecimiento revela algunas curiosidades, como la identidad del sobresaliente que no era otro que Rafael Astola, aquel torero de Triana que tres años antes había indultado al novillo ‘Laborioso’, marcado con el hierro de Albaserrada.

De los oscuros 70 a la reaparición de Manolo Vázquez

Los 70, tan difíciles en tantas cosas, iba a dejar un escaso rastro en la historia de la corrida del Corpus. Podemos anotar, una vez más, las dos orejas que corta Curro Romero en el 71. El camero actuó junto a Palomo Linares y José Luis Parada en una corrida organizada para la Cruz Roja. En el 77 podemos apuntamos la encerrona de Galloso, que se llevó dos trofeos en un curioso festejo organizado por la SER...

Pero la cosa iba a animarse, y de qué manera, en el Corpus del 81. Manolo Vázquez, con alternativa de 1951, ya había dejado de torear en 1963 y sólo lo hizo en dos funciones en 1965, año en el que decidió quitarse de nuevo. Algunos festivales le animaron a volver a torear en 1968 pero sólo actuaría en tres corridas. En 1977 ya se escucharon rumores de vuelta pero la eclosión novilleril de su sobrino Pepe Luis Vázquez Silva -hijo de su hermano Pepe Luis- fue el definitivo chispazo que le animó a volver a vestirse de luces para darle la alternativa. En su ánimo, posiblemente, también pesaba la fulgurante resurrección de Antoñete, reconvertido en el torero de la Movida Madrileña y hasta los planes de vuelta de su rival novilleril, el gran Antonio Ordóñez, frustrados por una dura lesión que le retiró para siempre después de actuar sin fortuna en Palma de Mallorca y Ciudad Real.

Manolo Vázquez tenía 51 años cumplidos el 11 de abril de 1981, Domingo de Resurrección, cuando volvió a hacer el paseíllo en la plaza de la Maestranza junto a Curro Romero y el flamante matador de la familia. El veneno había prendido de nuevo y el veterano diestro no dudó en contratarse en Madrid para abrir el cartel de la tradicional corrida de Beneficencia junto a Manzanares y Julio Robles. Era un 11 de junio; sólo una semana después estaba anunciado en el festejo del Corpus de Sevilla con Curro Romero y Rafael de Paula. Los toros eran de Bernardino Píriz. Cortó dos orejas en las narices de sus compañeros que le sirvieron para abrir la Puerta del Príncipe cuando aún no se había impuesto la actual dictadura numérica. Manolo Vázquez, ya era profeta en su tierra, la misma que le vería marcharse para siempre en medio de una nueva apoteosis el 12 de octubre de 1983...

La gravísima cornada de Pepe Luis y la encerrona de Manzanares

Y fue su sobrino Pepe Luis, precisamente, el protagonista de la corrida del Corpus de 1984, con la Prensa de nuevo al timón del evento. El entonces joven diestro había decidido encerrarse con seis toros de Gabriel Rojas. Pero el hijo del Sócrates de San Bernardo pasó con más pena que gloria en este empeño. Eso sí, su nombre iba a quedar ligado a la fecha y la década algunos años después, en 1989, actuando junto a Parada y Pareja Obregón para lidiar otro encierro de Rojas. El segundo, llamado ‘Estudiante’, prendió a Pepe Luis espectacularmente. El pitón le entró por el muslo y le llegó al abdomen. La impresión del percance, calificado de muy grave por los médicos, fue tremenda pero, afortunadamente, pudo salir adelante.

La cosa no pintó mucho mejor al año siguiente. José María Manzanares, que amagaba con reaparecer después de una brevísima retirada circunstancial, aceptó el reto de volver a enfundarse el vestido de torear en el Corpus de 1990. El festejo se preparó con esmero, incluyendo una amplia cobertura previa de la prensa especializada que no logró interesar al gran público. El alicantino, tan identificado con la plaza de la Maestranza, debió sufrir un auténtico bajón moral al plantarse en la puerta de cuadrillas aquel 14 de junio –ataviado con un precioso terno de terciopelo grana recamado de flores de oro- y comprobar el desolador aspecto de los tendidos. Se habían escogido sendas reses de las ganaderías de Juan Pedro Domecq, Samuel Flores, Gabriel Rojas, Jandilla, Torrestrella y Torrealta. Pero el ‘Manzana’ no fue capaz de dar ni una vuelta al ruedo...

Toros y Corpus (II): De Curro Romero al coronavirus
El matador palaciego Pepe Moral cuajó la actuación más importante de las últimas ediciones de la corrida del Corpus.

Cuesta abajo...

En el 92 tampoco se logró animar la taquilla a pesar de la alcurnia del cartel que había preparado Diodoro Canorea: reunía los nombres de Curro, Muñoz y Aparicio. La fecha, de alguna forma, se había sentenciado. El nivel ya no se recuperaría. Los 90 son una sucesión de combinaciones de serie B sin mayor interés. Hubo que esperar al 2003 para encontrarnos con un triunfo más o menos resonante. Lo logró Domingo Valderrama con un gigantesco torazo de Los Bayones. Los siguientes años pasan sin pena ni gloria, más allá de la oreja conseguida por Salvador Cortés a otro toro del Conde en 2005. La presencia de Juan Carlos I y la alternativa de Oliva Soto animaron el cotarro en 2008. Al año siguiente se doctoró Pepe Moral y en 2010 Salvador Cortés desorejó por partida doble un toro de Martín Lorca que le permitió tomar aire. Pero fue Moral, en 2014, el que logró la faena del año y de muchos años cuajando de cabo a rabo a un gran ejemplar del Conde de la Maza. Aquel faenón le resucitó taurinamente y le devolvió al mapa del toreo. Fue una tarde en la que, como dato anecdótico, hay que reseñar el exorno de toda la plaza de toros con motivo de la proclamación de Felipe VI.

Toros y Corpus (II): De Curro Romero al coronavirus
El pique de Pablo Aguado y Roca Rey viene de lejos. En el Corpus de 2015 ya habían saltado algunas chispas... / Inma Flores

Último tramo: El auge de las novilladas

En 2015 alternaron juntos –aún eran novilleros- dos toreros que ahora están en boca de todo el toreo. Hablamos de Roca Rey y Pablo Aguado que, con el murciano Filiberto, despacharon una novillada de Villamarta. El peruano ganó a los puntos –cortó dos orejas rotundas- pero los aficionados salieron hablando del sevillano, que acabó robando el titular a su compañero a base de raza y entrega. Aguado repetiría un año después, llevándose la única oreja –fue el que más dispuesto salió a conseguirla- de un cartel que completaban Rafa Serna y Alfonso Cadaval. Y como no hay dos sin tres, el nuevo ídolo de la afición hispalense volvería a anunciarse en un jueves de Corpus en 2017 alternando mano a mano con Serna. Ambos se despedían como novilleros de la plaza de la Maestranza antes de tomar la alternativa en septiembre. En esta ocasión, desgraciadamente, la expectación quedó defraudada. Y llegamos a 2018, con una entretenida novillada propiciada por el aceptable juego de la novillada de El Parralejo, el buen concepto del toreo del novillero ecijano Ángel Jiménez y la positiva actitud de Silvera y Cadaval. Silvera, precisamente, repitió el año pasado junto a Calerito –que mostró sus ganas de ser torero- y Daniel de la Fuente para despachar una novillada de Fuente Ymbro. Este año, ya se sabe, pasará en blanco. No sabemos hasta cuándo...