Opinión

El agravio, el discurso en el que convergen la izquierda y la derecha andaluza

Pedro Sánchez tiene un problema porque ese sentimiento de humillación, nace de las tripas, del corazón y eso no se desagravia con matemáticas

El presidente de la Junta de Andalucía, Juanma Moreno (i) conversa con el presidente de Castilla-La Mancha, Emiliano García-Page.

El presidente de la Junta de Andalucía, Juanma Moreno (i) conversa con el presidente de Castilla-La Mancha, Emiliano García-Page. / Francisco J. Olmo/ Efe

Hay un pegamento que une a derecha e izquierda en el Parlamento andaluz. El partido más a la izquierda del arco parlamentario, Adelante Andalucía, creado por Teresa Rodríguez, y el Partido Popular de Juanma Moreno pueden intercambiar un argumento: el de la denuncia del agravio del Gobierno de Pedro Sánchez contra esta tierra. La foto de actual portavoz andalucista de izquierdas, José Ignacio García, ante un panel que exhibe la indignante escasa frecuencia de trenes a Huelva, se la podría haber hecho perfectamente el presidente de la Junta de Andalucía. Las críticas a la “chulería” del ministro Óscar Puente, igualmente son intercambiables. No hay ministro del Gobierno que con sus declaraciones meta más votos en el saco del PP en Andalucía. Qué habilidad.

Si el eje político fue durante años derecha e izquierda, ya la nueva política, con la irrupción de Podemos, rompió ese discurso para hablar de los de arriba y los de abajo. Ahora, cada vez en Andalucía con más preeminencia, el eje que más duele y el que más rédito político da es el de la indignación por el maltrato a la comunidad en relación con otras autonomías españolas, que en realidad es el castigo a Andalucía comparada con Cataluña y el País Vasco. “Traidora”, le espetaron a María Jesús Montero en la Feria de Sevilla mientras la grababan con un móvil y ella aguantaba el tipo sin entrar al trapo. “¿Traidora por qué?”, replicó sonriente. “Traidor”, le gritaron a Pedro Sánchez desde el andamio de una obra en Dos Hermanas (Sevilla).

La traición

¿Cuál ha sido la traición del PSOE a Andalucía? Si nos paráramos a analizar, la desidia de las inversiones de gobiernos del PP durante décadas en la comunidad forma parte central del problema. Es más, ahora se invierte más que con José María Aznar o Mariano Rajoy. El mismo PSOE se sirvió de eso, agitando la bandera del agravio con éxito durante años y años para conseguir votos. Los andalucistas históricos llevan ya tiempo denunciando el intento de Juanma Moreno de “hacer del PP andaluz un nuevo PNV”. Nada es nuevo pero el clima ahora es distinto.

Por más datos que saque el Gobierno de España, por más que retuerzan las cifras para demostrar que se invierte más que en tiempos de Rajoy, por más estadística y matemáticas que se apliquen, el sentimiento es imbatible. Pedro Sánchez tiene un problema en Andalucía, compartido en comunidades tradicionalmente socialistas como Extremadura o Castilla-La Mancha. Vimos a Moreno y a Emiliano García-Page felices y juntos en Sevilla.

La humillación

El agravio, ese sentimiento de ofensa, humillación, afrenta o insulto, nace de las tripas, del corazón. Eso no se desagravia ni se repara con matemáticas. Se cura con gestos y en la política española los únicos gestos que existen ahora mismo son hacia los independentistas catalanes y los nacionalistas vascos, porque la aritmética parlamentaria es así y porque España es plural y diversa pero ahora mismo mandan más desde Euskadi o Cataluña que desde Andalucía, por más que esas dos comunidades sumen 66 diputados en el Congreso y los andaluces sean 61.

Con el agravio es como se combate el nacionalismo desde aquellas comunidades que no tienen ADN soberanista e independentista. Tampoco es tan raro. Si ERC y Junts, en las antípodas ideológicas, caminan de la mano, en una relación tóxica y asfixiante pero irrompible, de momento, en Andalucía derecha e izquierda se tocan en esa denuncia contra el Gobierno del maltrato de Pedro Sánchez a los andaluces. El PSOE tiene un problema en parte de la periferia española pero o no acaba de verlo o ha pensado que es mejor ignorarlo. Las elecciones catalanas volverán a poner todos estos sentimientos a flor de piel y en Andalucía la campaña ya ha empezado.