La vida del revés

Dimite tú que a mí me da la risa

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12 nov 2019 / 07:00 h - Actualizado: 12 nov 2019 / 07:10 h.
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  • Albert Rivera. / EFE
    Albert Rivera. / EFE

Albert Rivera ha hecho lo que tenía que hacer. Ha perdido gran parte de los votantes de su partido y, por tanto, ha perdido gran parte de los escaños que había conseguido en las pasadas elecciones. Los créditos siguen intactos; esos no se pierden con los votantes. Un panorama desolador. Cualquier cosa distinta a la dimisión hubiera sido hacer el ridículo y supondría perder toda dignidad democrática.

Los resultados de C’s han sido una verdadera catástrofe. Pero no son peores que los cosechados en otras ocasiones por otros líderes que siguen en el mismo lugar, sin despeinarse, sin inmutarse.

Hagamos un poco de memoria, solo un poquito.

Joaquín Almunia dimitió antes de acabar el recuento de votos de las elecciones generales del año 2000. Había conseguido 125 diputados y dimitió. Nadie se extrañó por ello. La palabra dimisión era conocida por los políticos de aquella época. Ayer Pedro Sánchez consiguió 120 escaños. Menos que Almunia. Y en 2016, el señor Sánchez consiguió 85. Sí, 85 escaños. No dimitió.

Pablo Casado consiguió 66 diputados el 28A de 2019. En 2016 su partido sumó 137. Es decir, Casado perdió más de la mitad y no dimitió. Peor resultado es difícil.

Iglesias ha ido de los 71 escaños en 2016 a los 35 actuales. No ha dimitido.

Como se puede comprobar, la falta de vergüenza política es extravagante. Los actuales líderes políticos de PSOE, PP y Unidas Podemos, van de desastre en desastre y no pasa nada. En España se perdona todo o se olvida con una facilidad pasmosa o qué sé yo. Es tal el desbarajuste que vivimos en el plano político que no extraña que, por ejemplo, Juanma Moreno, habiendo obtenido unos resultados nefastos y desastrosos, pueda gobernar apoyándose en C’s y Vox.

¿Por qué se deja de votar a un candidato? No lo sé, aunque estamos en España y podría ser que a Albert Rivera se le haya dejado de votar por tener una novia cantante y famosa. Eso lo perdonamos peor que la falta de decencia democrática. En España puede ocurrir eso y cualquier otra cosa por loca que parezca.

Creo yo que Rivera acierta al dejar este circo en el que se ha convertido la política española. Ya estaba jugando la bola extra hace tiempo y lo estaba haciendo, además, regular. Y creo yo que el que esté por llegar a ocupar el puesto de Rivera se tendrá que ver las caras con eso que se viene conociendo como marrón, con un marrón en toda su plenitud. Será difícil que Ciudadanos supere esta crisis. Votantes a la carrera, una bonita deuda con los bancos, la imagen del partido destrozada... Un marrón de los grandes.

Los más astutos ficharán por algún partido político abierto a todo tipo de cambalaches. Los más ambiciosos creerán ver una oportunidad en un desastre monumental. Y los afiliados irán abandonando un barco que se hunde sin remedio.

Adiós, señor Rivera, espero que tenga toda la suerte del mundo.