El agravio, de nuevo

Image
11 may 2015 / 18:58 h - Actualizado: 11 may 2015 / 19:04 h.
"Hispalíneas","Elecciones Autonómicas 22-M","Rafael Escuredo Rodríguez","Susana Díaz"

Los embajadores de Venecia, en el siglo XVI, solían calificar Andalucía de «granero, bodega y establo» de España para resaltar su potencia. Con la decadencia del XVIII (de Andalucía y de España) esos epítetos asumieron otros tintes y, en el XIX, al mayor territorio de España se lo convirtió en mero suministrador de aceite, vino y ganado; luego se agravió al mayor colectivo de españoles, los andaluces destinándolo, primero, a mano de obra barata y, después, a llenar de votos los graneros centrales. El 28F. enseñó que, en libertad, la realidad era distinta: que Andalucía podía ser una realidad en sí misma y los que entonces no lo entendieron, lo pagaron.

La decisión de las fuerzas minoritarias de dejar sin estabilidad gubernamental a Andalucía hasta el próximo otoño puede parecer muy distinta a la que llevó a UCD a oponerse a la aspiración de conseguir el autogobierno pero parte de la misma hipótesis: la de considerar que esta Comunidad Autónoma no debería tenerlo y menos con el nivel de las históricas. Eso es lo que, a pesar de los continuos varapalos, sigue pensando el PP y lo que, en el fondo –porque tienen una visión centralista trasnochada– piensan Ciudadanos o Podemos que –estoy seguro– hubieran obrado de otra manera, por ejemplo, en Cataluña. La única que (empezando por su propio partido) dejó claro desde el principio que iba a hacer política andaluza fue Susana Díaz y por eso al final ganará. Porque, aunque no lo parezca, el reto de la presidenta en funciones tiene mucho en común con el de otro presidente en funciones: Rafael Escuredo.