En años electorales recuerdo a Groucho Marx y ahora que estamos invadidos por el cinismo de los pactos, más que nunca.
Lo explico con seis de sus frases. La primera: «Estos son mis principios, si no les gustan tengo otros».
Mientras se analizan las imágenes, los vestidos, los pelos y las tendencias en redes, los elegidos inventan la pólvora y los números cada mañana.
Dos: «El secreto de la vida es la honestidad y el juego limpio, si puedes simular eso, lo has conseguido».
No sé cómo se puede llegar a un pacto sin diálogo, entre personas que apenas se dirigen la palabra, se detestan y no que no.
Tres: «Todavía no sé qué me vas a preguntar, pero me opongo».
Nos cuentan unas realidades increíbles, varias y diferentes, y nosotros conocemos una sola realidad, ésta, la vida, el ahora, cada día en que las cuentas no dan como las de ellos.
Cuatro: «¿A quién va usted a creer, a mí o a sus propios ojos?»
En un mundo de comisiones, libretas con iniciales, sobres, bolsas, juzgados repletos, dirigentes sorprendidos cada vez que salta un caso de corrupción, el no me consta y el asombro, se complica llegar a un pacto libre de porcentajes.
Cinco: «Cuando muera quiero que me incineren y que el diez por ciento de mis cenizas sean vertidas sobre mi empresario».
Espero que este año electoral interminable encuentre algún destino y una fecha final. Que no tengamos que pasar los días escuchando lo mismo a cambio de cambiar. Que haya tiempo para hablar de otras cosas, oír otros lenguajes, decir otras palabras. Que acaben con la teoría y las teorías de la teoría a ver qué hacen en la práctica.
Última: «La política es el arte de buscar problemas, encontrarlos, hacer un diagnóstico falso y aplicar después los remedios equivocados».
No cito la frase más famosa de Groucho, la de no pertenecer a un club que admitiera como socio a alguien como él, porque los elegidos piensan todo lo contrario: sin alguien como yo, no hay club.
Buen fin de semana. Hasta el sábado que viene.