Un tango por García Lorca

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Álvaro Romero @aromerobernal1
04 dic 2017 / 21:23 h - Actualizado: 04 dic 2017 / 21:25 h.
"Viéndolas venir","Federico García Lorca"

El maestro del periodismo andaluz Antonio Ramos Espejo, granadino de médula y sevillano de expansión, llevaba tantos años soñando con el exilio neoyorquino de los padres de Federico García Lorca que, a pesar de tantos libros dedicados al célebre poeta, no empezó a sentirse en paz con su paisano hasta, que hace dos años, hizo realidad su proyecto de un documental sobre la huella lorquiana en la ciudad de los rascacielos precisamente durante el crack del 29, gracias al impagable guion de sus jóvenes discípulos Javier Vidal y José Romero, y bajo la dirección de Juan José Ponce. Pero aquel documental fue solo el principio de una deuda con duende que ha ido creciendo conforme se va pagando. Ahora vuelven con otra obra: Luna grande. Un tango por García Lorca, sobre los cinco meses largos que pasó Federico entre Buenos Aires y Montevideo, convertido en una auténtica estrella cultural bajo el signo dramático de Bodas de sangre, la obra de teatro que lo catapulta a la fama de los autógrafos diarios y gracias a la que conoce a Borges y a Gardel antes de volver a España con una caja de zapatos repleta de billetes y el prestigio envidiado que, fatalmente, lo habría de conducir al pelotón de fusilamiento dos años después.

El documental –sigue en los cines, no se lo pierdan–, con siete candidaturas para los Premios Goya, acaba de ganar el Premio del Público en el Festival Iberoamericano de Huelva, y es una joya de nuestra memoria histórica plagada de testimonios inéditos de personalidades de ambos lados del Atlántico que se ve con un nudo en los ojos y lágrimas en la garganta. Antes de que termine, a uno lo golpea la fatídica evidencia de que nuestro Federico no debería haber regresado jamás. Pero duele más cuando la abuela de Andrés Newman, una argentina octogenaria que lo conoció allá siendo una niña, declara su decepción cuando vino a Granada por primera vez. Está claro que la mujer no había leído a Machado: «El crimen fue en Granada, ¡en su Granada!».