Desactivar los extremos políticos

Image
26 feb 2020 / 07:13 h - Actualizado: 26 feb 2020 / 07:20 h.
"Editorial"
  • Pablo Casado. / El Correo
    Pablo Casado. / El Correo

TAGS:

En el seno de algunos partidos políticos españoles se desarrollan estrategias casi dictatoriales que ponen en entredicho lo que es la democracia interna de unos partidos en los que militan los que administrarán las libertades de todos al llegar al Gobierno.

En el PP ya ha quedado claro que es la dirección nacional la que va a tomar decisiones, la que va a poner o quitar, que no habrá estrategia distinta a la que diseñen en la calle Génova. Y ha quedado claro que las facturas se terminan pagando con sangre, dolor y lágrimas.

Alfonso Alonso era candidato a lehendakari hasta hace unas horas. Ya no lo es. Se dedicaba a la política hasta hace un rato. Ya no. Apoyó a Soraya Sáenz de Santamaría en las primarias del PP. Acaba de pagarlo caro porque eso supuso ponerse frente a Casado.

El nuevo candidato, Carlos Iturgaiz, ya ha invitado a los votantes de Vox a pasar, tomar un café y sentirse cómodo en el salón del PP. El error que ha llevado al PP a quedarse en los huesos se repite y terminará con unos resultados desastrosos en el País Vasco y en Cataluña. La unión electoral con C’s (un movimiento que tiene un tufillo a desaparición de la formación naranja que es difícil de ocultar) ha sido el empujón que Casado necesitaba para acabar con uno de los políticos que le hacían frente dentro de su partido. Será difícil que este pacto fortalezca a Iturgaiz y no le cueste caro a Arrimadas que lo ha firmado antes del congreso nacional que le espera en pocas fechas.

El PP parece que se dirige a la derecha de sí mismo. Y eso incluye al PP andaluz que gobierna junto a C’s y con permiso de Vox. La radicalización de la derecha más moderada que un día representó el PP es una pésima noticia. España necesita que los extremos se desactiven en favor de la centralidad. Y Pedro Sánchez y Pablo Casado se empeñan en hacer justo lo contrario.