La Virgen de Setefilla vuelve a Lora del Río después de cinco años

Cumplido el tiempo de estancia en el santuario, la Patrona será llevada este domingo al pueblo recorriendo las dos leguas de distancia en una Venida cargada de emoción y tradiciones

La Virgen de Setefilla llegando a la cruz del Humilladero en la última Venida, celebrada el 26 de abril de 2015 (Foto: Francisco J. Domínguez)

La Virgen de Setefilla llegando a la cruz del Humilladero en la última Venida, celebrada el 26 de abril de 2015 (Foto: Francisco J. Domínguez) / Francisco J. Domínguez

Francisco J. Domínguez

En 5 años han pasado muchas cosas. Incluso una pandemia mundial. Pero hay algo que se mantiene inalterable, y es la devoción de Lora del Río hacia su Patrona, Nuestra Señora de Setefilla. Y este domingo los setefillanos volverán a ceñirse el pañuelo blanco sobre sus cabezas para llevar a cabo una de las tradiciones más arraigadas de la localidad, la Venida de la Virgen.

Cuando los vecinos de la antigua Setefilla – núcleo situado a 11 kilómetros del pueblo, donde hoy perviven las ruinas del castillo y el santuario mariano – bajaron hasta Lora para asentarse en la Roda Arriba, mantuvieron su devoción y establecieron una tradición que aún hoy pervive. Cada 7 años, Nuestra Señora de Setefilla sería traída al pueblo, permaneciendo en la parroquia de la Asunción durante dos 8 de septiembre, día de su fiesta principal por la Natividad de la Virgen. Una vez transcurrido este tiempo, volvería a ser llevada a su santuario, poniéndose de nuevo el contador a cero para la siguiente Venida.

La Virgen viene cada 7 años, cuando han pasado 5 de su vuelta al santuario

Han tenido que pasar, por tanto, 5 años desde su Ida al Santuario para que el Viejo – el hermano más antiguo, que representa al pueblo soberano – pidiese la Venida de la Patrona. Hecho que se produjo, con gran emoción tras la crisis sanitaria vivida, el pasado mes de octubre. Faltaban aún dos meses para que se cumpliese el lustro desde que la Virgen fue devuelta a su templo, pero los loreños necesitaban tener a su protectora por fin entre ellos.

La fecha elegida por el pueblo fue el 1 de mayo. El primer día del mes dedicado a la Virgen y que, este año coincide con el primer domingo, día de la Madre. Qué mejor momento para que la Madre de los loreños vuelva a su pueblo para cobijar con su manto a todos sus hijos. Por ello, para facilitar los traslados para que los devotos la acompañen en la peregrinación, la hermandad ha establecido un servicio de autobuses para la mañana del domingo con salida desde las 6.30 horas desde la Alameda del Tren hasta el santuario.

Guardias durante la noche para agarrarse al paso

En la víspera, los devotos harán guardia durante la noche ante la puerta del santuario, a fin de ser los privilegiados que puedan asirse a los varales de las andas cuando el templo abra a las 8.00 de la mañana. Así aguardarán durante la celebración de la misa y el canto de la Salve hasta que, a las 11.00 horas, la junta de la hermandad mayor y el clero local se abran camino hacia las andas haciendo una campana, momento en que todo el pueblo se arrodillará para cantar las letanías en latín del Santo Rosario. Justo cuando se entone el ‘Sancta María’, el paso será levantado en un delirio de fe para comenzar la Venida de la Virgen y emprender el traslado.

El santuario, su entorno y el camino se mostrará florecido con el blanco de los pañuelos con los que los hombres cubren sus cabezas, manteniendo la forma ancestral en la que los setefillanos se señalaban como devotos de la Virgen.

Entre palmas, vítores y salvas de sus escopeteros, la Serranita Hermosa saldrá del santuario, llevada en volandas sobre los hombros de los vecinos de Lora del Río. Así recorrerá los escasos metros hasta la cruz del Humilladero. En esta primera parada serán los descendientes de Diego Martínez los que, por privilegio secular, cierren las cortinas y protejan el templete para que la Virgen, cobijada en su interior, recorra las dos leguas que la separan del pueblo sin sufrir las inclemencias del camino y la meteorología – empeñada en llover cada vez que la Virgen se traslada –.

Pujas para llevar el paso

Al pie de la escalereta (rampa que serpentea por la colina donde se alza el santuario), en los arroyos del Santero, Helecho y Aguabuena o en la cruz de la Legua, o en cualquier momento que los devotos lo pidan, parará el paso y se pujará para llevarlo durante un tramo del recorrido, en cumplimiento de promesas o como agradecimiento a la celestial protectora. Los escopeteros, adelantados a las andas, anunciarán con sus disparos al aire tanto la llegada de la Virgen como las pujas.

En el trayecto se visitará la actual pedanía de Setefilla, donde se descorrerán las cortinas que clausuran el templete a su llegada a la parroquia para el canto de la Salve antes de continuar con el camino. Llegados al pueblo, apenas en las primeras casas, y al pie de la cruz de San José, los Martínez serán nuevamente los encargados de descubrir al Lucerito de la Sierra.

Calles adornadas con tiras de flores de papel blancas y azules

Desde aquí, recorrerá el callejero, profusamente engalanadas con colgaduras y banderolas y un cielo de flores de papel blancas y azules, que los vecinos se han afanado en estas vísperas por preparar y tender como palio para el recorrido de la Virgen por las calles loreñas.

Discurrirá por ellas hasta llegar a la Roda Arriba, donde antaño el Prior del Santuario y el clero local firmaban la entrega de la Virgen y el compromiso de devolución pasados los dos 8 de septiembre. Ya internada en el corazón del pueblo, tras visitar a las Mercedarias en su convento, la Patrona llegará a la parroquia. Allí la recibirá la imagen de Nuestro Padre Jesús, que como marca también otra de tantas tradiciones, habrá sido trasladado previamente hasta el templo principal para recibir a su bendita Madre, con la que comparte (desde su reverso) la medalla de hermano.

Entronizada en su capilla, se dará por concluido uno de los días más esperados en Lora del Río. Concluirá la Venida, pero no la visita de la Virgen, que por algo menos de dos años, será el epicentro devocional de la localidad.

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