Análisis
La sencilla razón por la que el PP asegura que Vox no va a entrar en el Ayuntamiento de Sevilla
El alcalde Sanz aspira a irse de vacaciones con el presupuesto anual aprobado y para eso pasará semanas duras pero se tirará a una piscina donde hay agua
“Vox no va a entrar en el ayuntamiento de Sevilla”. La rotundidad de la afirmación no varía venga del ámbito de José Luis Sanz, Juan Manuel Moreno o Elías Bendodo, es decir del consistorio sevillano, del PP andaluz o de Génova. No va entrar a formar parte del gobierno local con tres carteras, como pretenden los de Santiago Abascal, por una razón tan poderosa como sencilla: “No hace falta”.
El PSOE, que ha expulsado esta semana a seis concejales en Arahal por pactar con el PP para desalojar de la alcaldía a IU, admite con la misma rotundidad que no unirá sus votos a Vox para arrebatar a José Luis Sanz el bastón de mando. Que PSOE y Vox puedan votar juntos una cuestión de confianza o presentar de la mano una moción de censura está absolutamente descartado en las filas socialistas. La negación viene igualmente con la misma rotundidad desde el grupo municipal, la dirección socialista en Sevilla, San Vicente y Ferraz. “De ninguna manera”, zanjan.
¿Qué tiene por delante el alcalde? Una operación política de desgaste, con riesgo, que cuanto antes culmine, mejor. El objetivo es que esté finiquitada antes de irse de vacaciones. Así se lo trasladó a Moreno en su última cita en San Telmo. El alcalde se tira a la piscina con agua, sabiendo que nadie lo va a echar de la alcaldía. Sanz pasará semanas complicadas pero sacará adelante el presupuesto porque el marco legal le beneficia. Como los alcaldes no pueden disolver y convocar elecciones, como sí podría el presidente de la Junta o del Gobierno, el marco normativo está diseñado para evitar situaciones de bloqueo político.
La Ley Orgánica del Régimen Electoral General (artículo 197 bis) permite al alcalde plantear al pleno una cuestión de confianza, vinculada a la aprobación o modificación de los presupuestos anuales. Debe antes llevar las cuentas y que sean tumbadas. Después, someterse a esa cuestión de confianza supeditada al presupuesto. Para desalojar al alcalde, PSOE y Vox deberían unir sus votos. “Eso no va a ocurrir”. En el caso de que la cuestión de confianza no prospere, “se entenderá otorgada la confianza y aprobado el proyecto si en el plazo de un mes desde que se votara el rechazo de la cuestión de confianza no se presenta una moción de censura con candidato alternativo a alcalde, o si ésta no prospera”.
Más fácil con Vox pero...
Ahí está la hoja de ruta. El PP traslada sus planes. El alcalde abrirá una nueva ronda de negociación con todos los partidos del ayuntamiento para negociar los presupuestos. A Sanz le parecería más fácil pactar con Vox, así se lo trasladó a la portavoz, Cristina Peláez, que entendió que le estaba ofreciendo un pacto para entrar en el gobierno. Sanz prefiere a Vox que pactar con el PSOE de Antonio Muñoz asuntos puntuales para sacar adelante las cuentas municipales pero los de Abascal están enrocados, en una estrategia perfectamente definida desde el cuartel general de Madrid, como siempre ocurre en este partido.
En Vox aseguran que no repetirán el error que creen que cometieron con Juan Manuel Moreno en 2019, cuando dieron a PP y Cs la Junta de Andalucía sin entrar en el ejecutivo y con un pacto limitado al Parlamento andaluz. Aquel programa firmado orilló los asuntos más controvertidos. Hoy el PP andaluz saca pecho de aquella estrategia y Vox se lamenta de haberle servido en bandeja a Moreno su mayoría absoluta cuatro años más tarde. Como ocurrió con las últimas municipales y autonómicas, la orden de Vox es clara: si quieres mis votos, me metes en el gobierno.
El PSOE aleja la abstención
Como el partido de Abascal no se baja de su burro, el PP sabe que tendrá difícil negociar con los concejales de Vox los presupuestos. Abrirá la negociación con el PSOE. Si no consigue que el grupo socialista se abstenga, cosa que ahora mismo la dirección de Sevilla descarta, Sanz debe activar el botón de la cuestión de confianza. En un mes largo habrá pasado el trago. El PP entiende que con un presupuesto puede tirar hasta el final del mandato. Sanz necesita al menos unas cuestas propias para desbloquear sus proyectos y poner en marcha su proyecto de ciudad, aparcado en gran parte de los asuntos este primer año. Después, puede ir prorrogando y parcheando.
La misión encomendada es conseguir que en Sevilla un alcalde del PP se asiente más allá de un mandato. A eso aspira Sanz. No lo logró Soledad Becerril, que fue alcaldesa de 1995 a 1999, ni lo consiguió Juan Ignacio Zoido, que dilapidó su mayoría absoluta de 2011 a 2015. Para asentar a un alcalde popular más de cuatro años, como consiguieron los socialistas Manuel Valle, desde 1983 a 1991, Alfredo Sánchez Monteseirín, alcalde desde 1999 a 2011, o Juan Espadas, que ganó en 2015 y revalidó en 2019, el PP entiende que tiene que dejar fuera a Vox para no interferir en la misión. A Sanz le han pedido que rompa la maldición del PP en Sevilla y por eso repiten: “No nos hace falta Vox”. Y punto. Por más cantos de sirena que se oigan en esta ciudad a favor de darle entrada a la extrema derecha, Sanz tiene un plan y confía en su estrategia.
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