Gastronomía
Así es el santuario del queso con más de 120 variedades diferentes y está en Triana
Este negocio familiar lleva más de 30 años maridando el queso con la cerveza artesana y de importación
El amante del queso es aquel que siempre tiene una buena excusa para tomarse una tapa de quesos en su casa, en una terraza o directamente en la charcutería, donde escoge detenidamente qué queso va a comprar. A quien le gusta el queso, le encanta en todas sus formas, que no son pocas. En Sevilla, y más concretamente en Triana, en la calle Febo número 6, hay un lugar en el que se pueden saborear todas, o casi todas, sus variedades.
Según la rae, el queso es un producto obtenido por maduración de la cuajada de la leche con características propias para cada uno de los tipos, sin embargo, para los fieles queseros, es un placer para el paladar, un aperitivo idóneo, un momento de desconexión, una excusa para convocar una reunión, y un capricho para compensar un mal día.
Para cumplir todos los deseos de quienes se proclaman apasionados del queso, hay un lugar que concentra todo lo que le gusta a un quesero: el Bar Juan Carlos.
Una tabla de quesos a medida
Este local, que se encuentra en la calle Febo número 6, en el barrio de Triana, lleva más de 30 años ofreciéndole a los sevillanos quesos franceses, asturianos, azules, curados y manchegos, entre sus 120 variedades diferentes. Desde que en 1993 lo fundara Juan Carlos Gutiérrez, este negocio se ha mantenido fiel a su propuesta de valor: el queso y la cerveza artesana, una combinación peculiar que triunfa en su local. Ahora, liderado por su hija, Inma Gutiérrez y su yerno, Alejandro Carranza, este negocio es ya un clásico entre los clásicos.
"Nuestros clientes tiene gustos muy variopintos, algunos vienen a por los clásicos quesos como el manchego o el payoyo, en cambio, hay quienes solo quieren innovar y prefieren probar el queso de pistachos o con chocolate", explica Inma en una conversación con El Correo de Andalucía.
Su negocio gira en torno a la recomendación y el asesoramiento porque la mayoría de clientes que entran a pedir una tabla de quesos personalizada se dejan aconsejar por los propietarios, expertos en la materia con 120 variedades de quesos que van desde los más típicos hasta aquellos originales como el de mojo picón o con flores. "Conocemos nuestros quesos a la perfección, su procedencia, el tipo de leche, la intensidad, si no, sería imposible hacer recomendaciones a nuestros clientes", añade Alejandro.
Ambos tienen la mente muy abierta a la hora de probar quesos nuevos, muchos de ellos los conocen a través de sus viajes de ocio, que son en destinos donde saben que podrán probar buenos y desconocidos quesos. No obstante, también dan con quesos peculiares a través de queserías que se ponen en contacto con el local y vienen a dejarles muestras. "Este verano hemos estado en el norte de Alemania y hemos probado quesos que no conocíamos y vamos a traer al local", relata el yerno del fundador.
Cada día se cambian los 30 quesos que hay en la vitrina para que haya una rotación muy alta
Aunque el local no sea grande, tienen espacio para todas sus variedades de quesos. "Cada día se cambian los 30 quesos que hay en la vitrina para que haya una rotación muy alta. Hay quesos que duran una tarde y lo normal es que la vitrina se termine en dos días", resalta Alejandro.
Para Inma y Alejandro solo existe un tipo de queso que jamás tendrían en este bar: el queso fresco. "Tiene muy poca curación, pierde mucho suero, no tiene un sabor peculiar, y no es un queso que se tome solo, en una tabla", subraya Alejandro.
Inma reconoce que hay quesos que, lejos de lo que ellos creían, han triunfado, como es el caso del queso de pistacho, una innovación que se está convirtiendo en un símbolo del negocio. "Además de tener este local también organizamos mesas de quesos para eventos privados, y es muy común que nos pidan que traigamos el queso de pistacho, encanta", añade Inma.
Cervezas artesanales y de importación
Para acompañar la gran variedad de quesos que tienen en su carta, el cliente puede maridar la experiencia con cervezas artesanas y de importación. El Bar Juan Carlos cuenta con 75 tipos diferentes de cervezas nacionales e internacionales, diez tiradores y un barril de rotación. Entre las que más destacan y las más novedosas está la IPA, Duvel, Paulaner, Tripel d'Anvers, Red Bornem, Leffe Rituel, Biere du Boucanier y Charles Quint, entre muchas otras.
"Cada semana cambiamos el barril de rotación, de esta forma nos aseguramos ofrecerle al cliente una cerveza nueva, original y que seguramente no hayan probado", especifica Inma.
Lejos de ser un maridaje usual, puesto que el queso suele ir de la mano de una copa de vino, la pareja de propietarios incide en la idea que esta bebida tiene un "espectro más amplio" que el vino, puesto que una sola cerveza puede maridar bien con varios sabores de quesos, mientras que el vino suele ser más exclusivo.
"Tenemos clientes que nos traen cervezas que han probado ellos en sus viajes, entonces la probamos en casa y si nos encaja hacemos un pedido", cuenta Alejandro sobre esta singular manera de obtener nuevas cervezas.
Por si fuera poco, también hay propuestas alternativas al queso para quienes prefieran pedir otra cosa. Se trata de tablas de patés poco comunes, como de centollo, erizo, vieira y bogavante, entre otras opciones, y montaditos y otras tapas.
Cabe destacar que este sitio hace público todas las semanas promociones de cerveza con tapa de queso.
Tal y como señalan en su cuenta de Instagram, no admiten reservas, pero sí permiten al cliente que pueda hacer un pedido, que se recoge en el local. En este pedido se preparan lotes de degustación a domicilio, aunque no funcionan como tienda de quesos.
El ambiente que se respira en el Bar Juan Carlos llama la atención: un pequeño bar en el corazón de Triana, con una carta innovadora a base de quesos y cervezas, y una música de ambiente de los años 70 y 80. "Esto es un negocio de barrio y familiar" apunta Alejandro, y añade que el turismo no supone "ni el 10% de su público".
Inma, quien ha convivido con este negocio desde que era una niña, tiene el sueño de "seguir tal y como están". "Nos preguntan a menudo que por qué no abrimos un local en La Macarena o por qué no nos vamos a un local más grande, pero no queremos, nos gusta nuestra vida así", concluye la propietaria e hija del fundador.
Finalmente, este lugar abre sus puertas de lunes a sábado de 12 a 16 y de 20 hasta medianoche, a excepción del lunes, que solo abre por la tarde.
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