Tradiciones
Jesús Spínola, las manos que hilan cordones con destellos de oro para vestir al Gran Poder y a la Macarena
La Cordonería Alba lleva más de 120 años proveyendo de cíngulos, fijadores, cordones y fajines hechos a manos a tallas de todo el mundo
Al acto de forrar el interior de un cordón se le llama entorchar el alma. Es un proceso antiquísimo, lento, habilidoso, donde la precisión prima y la calidad deslumbra. "En el gremio de la cordonería y la pasamanería, el alma del cordón es su interior y los artesanos nos dedicamos a protegerla". Son palabras de Jesús Spínola, hilador y propietario de la Cordonería Alba, la única tienda de cordones y pasamanería en Sevilla y España donde se elaboran a mano cíngulos para pasos con hilo de oro.
Prueba de ello son los 120 años de antigüedad de este negocio, ahora ubicado en la calle Francos número 38. Desde este rincón de apenas 15 m² se han elaborado cíngulos y fajines al Gran Poder, Sentencia, Jesús de la Salud, Jesús Cautivo, al Cristo de las Penas de San Vicente, al Cristo de las Tres Caídas, al Cristo de la Victoria, a la Esperanza Macarena y a la Esperanza de Triana, entre muchas otras tallas de varios rincones del mundo. Ahora, a pocas semanas de que la procesión extraordinaria de la Magna se celebre, muchas de sus obras saldrán a las calles de Sevilla para ser admiradas por la gente.
No caben más de cinco personas en este local, abarrotado de cordones -industriales y artesanales-, tallas, figuras de resina y mucho más. Es precisamente su belleza y autenticidad lo que cautiva a más de un visitante y lo que ha permitido a este artesano "conseguir sueños que ni hubiera imaginado" a lo largo de su carrera. Sin embargo, aunque el negocio ha pasado de generación a generación desde 1904, ahora el dueño se encuentra ante un dilema: de momento no ha encontrado quien pueda sucederle.
El pasado y el futuro de este negocio
Francisco Alba, en busca de un oficio que le permitiera independizarse y desarrollar su pasión, levantó la Cordonería Alba hace 120 años, que sería heredada por sus tres hijos, aunque la liderada por Manuel Alba, padrino de Spínola. Fruto de su interés Manuel le enseñó todo lo que sabe cuando solo tenía 14 años.
Desde joven investigó desde el mostrador de esa tienda los cordones, cueros y borlones para entender el funcionamiento de la maquinaria y conseguir la misma excelencia que sus antecesores. "A los 22 años me puse al mando", recuerda el artesano, que desde entonces no ha dejado de hilar cordones de forma manual, un oficio que, tal como asegura, en España solo se lleva a cabo en su cordonería.
Ahora, a sus 50 años, ha conseguido hitos que ninguno de sus maestros realizó: es el único hilador que ha hecho cuatro cíngulos para el Gran Poder y Sentencia y dos para el Cristo de Las Penas de San Vicente. Y entre todos sus logros, destacan los borlajes de la guarnición a la Casa Real Española y a la Casa Real Británica.
A pesar del reconocimiento de la sociedad, Spínola mira al futuro con cierta incertidumbre. Ventas y encargos no le faltan, sin embargo, necesita un relevo cuando piensa en el futuro. "La gente joven ya no tiene interés por este oficio, para ellos esto es un negocio descalificado, quieren otro tipo de trabajo", insiste.
Spínola es el único hilador que ha hecho cuatro cíngulos para el Gran Poder y Sentencia
"¿Por qué cree que a los jóvenes no les interesa?". Spínola no duda cuando habla del alto compromiso de este oficio: "Aquí nunca te olvidas del trabajo, le haces el cordón al Gran Poder de Sevilla, y no es poca cosa. Es una gran responsabilidad porque si falló la voz se corre".
A falta de un aprendiz, espera que la Asociación de Arte Sacro pueda financiar a un artesano en prácticas al que poder traspasarle el testimonio dentro de unos años.
La historia de una rueca y una urdidera
Los cordones que adornan los cíngulos y cíngulos de cintura, el fajín y el fijador, los separadores de cortina, el cordón de la medalla, los bordados, los madroños, los borlajes de guarnición o los fajines de hebrea para las vírgenes están hechos a mano con la ayuda de dos máquinas, ambas con más de cien años de antigüedad: la rueca y la urdidera.
Aquí nunca te olvidas del trabajo, es una gran responsabilidad porque si falló la voz se corre
Mientras la rueca es la que elabora el cordón a la vez que el hilador voltea el manillar, la urdidera es donde se transportan los hilos, por lo que se trata de una tarea que debe llevarse a cabo entre dos profesionales. En su día estas máquinas, ahora restauradas, pusieron en jaque a la cordonería: "Cuando el negocio aún era de mi padrino declararon la rueca en ruina técnica, se caía, y eso podía provocar que nos echaran del local que teníamos en la calle San Isidoro", relata.
Ante esta situación, los sevillanos se volcaron para ayudar a estos artesanos y consiguieron reunir más de 30 mil firmas, lo que les permitió quedarse unos años más en esa calle.
Hoy, 25 años después, Spínola sigue teniendo su máquina en perfecto estado. "La tengo en el exterior de la tienda y a excepción de los días que llueve, todas las mañanas me pongo a hilar los cordones en la calle", cuenta Spínola, que destaca el asombro de la gente cuando lleva a cabo su trabajo: "Siempre hay un corro de turistas y curiosos haciendo fotos y vídeos".
Reconoce que tiene tanto trabajo que puede dedicarse a hacer cordones "de aquí a tres años", sin embargo, últimamente las lluvias provocadas por la DANA están ralentizando sus horarios.
Sin embargo, a Jesús no le frena el clima porque cumple con sus encargos "a rajatabla", es fruto de "la paciencia, el cariño y el amor" hacia su trabajo: "Por eso aquí vienen clientes y hermandades de toda la vida"
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