Los Lgtbi de Sevilla podrán escoger entre dos eventos para reivindicar el Día del Orgullo. La conmemoración oficial, que se desarrollará entre la Diputación y la Alameda, y el Orgullo Crítico –contra el pretendido carácter mercantil del oficial– en sentido contrario: del Parlamento a los jardines del Valle. Los organizadores de cada marcha reivindican que su movilización es más representativa, menos comercial y menos politizada que la rival.
Por un lado, defendiendo el Orgullo oficial, el presidente de la asociación Adriano Antinoo, Pablo Morterero, explica que el recorrido de su marcha –«No la llame fiesta, es una reivindicación»– acabará en la Alameda de Hércules, «epicentro» del mundo y del movimiento primero denominado simplemente gay y más modernamente Lgtbi (para incluir a todas las identidades y orientaciones dejadas al margen por la moral dominante) de Sevilla.
Después explicó que son las asociaciones de este movimiento «quienes decidimos su contenido» y considera una «intromisión» que grupos políticos como Participa Sevilla o IU hayan marcado directrices en ese sentido. Pero para acabar, alude a que este Orgullo «no acaba en una barra y si hay fiesta después, bienvenida», aunque entre los organizadores del hoy Orgullo Crítico y antimercantilista critica que esté «la introductora, en 2008, del modelo de carrozas de Madrid», en un dardo directo a Mar Cambrollé, figura histórica y pionera de la reivindicación Lgtbi en Sevilla y factótum del Orgullo Crítico.
Los dardos de Morterero también se dirigen a las subvenciones que asegura que percibe la organización de Cambrollé, la Asociación de Transexuales de Andalucía.
Y un detalle simbólico no menor: el eje de la conmemoración se centra en los 40 años de la retirada de las referencias a la homosexualidad de la franquista Ley de Peligrosidad Social, entre diciembre de 1978 y enero de 1979. La propia ley, una vuelta de tuerca a la de Vagos y Maleantes, no fue derogada hasta 1995.
Por contra, los promotores del Orgullo Crítico ponen el énfasis –y el cartel– en la primera manifestación gay que hubo en Sevilla, organizada el 25 de junio de 1978 y que, consideran, fue la palanca para la derogación legal ocurrida cinco meses después.
Gonzalo de las Heras, coordinador de la Asociación Arcoiris, integrante del Orgullo Crítico, hace prácticamente las mismas acusaciones, pero en sentido contrario: esta marcha reivindica a los «14 supervivientes» de la manifestación de 1978, y cualquier cartel y pancarta que no los recuerde es una «desfachatez»: «En esos momentos manifestarse como homosexual era ilegal. Podrían haberlos llevado a todos a la Gavidia, haberlos torturado y después haber cumplido condena en una cárcel donde con electroshocks para curarlos». Ahí destaca De las Heras el valor y compromiso de la entonces adolescente (19 años) Cambrollé.
Y por supuesto, como si fuera un espejo de críticas y reproches entre las dos marchas por los derechos de las personas Lgtbi, los promotores del Orgullo Crítico, con «barra a precios populares para que nadie se enriquezca con los gais» condenan el «espíritu comercial» del orgullo oficial y su «incapacidad» por cercanía política «al PSOE» de criticar repuntes homófobos en Sevilla o de apretar en la tramitación parlamentaria de leyes como la que persigue la Lgtbifobia en Andalucía a cambio de «subvenciones».
También reivindican que los más representativos son ellos, «con 40 asociaciones que nos respaldan», apostilla De las Heras. Pese a ello, lamenta, el Ayuntamiento ha «retrasado» los permisos para celebrar la concentración y el escenario, queja de la que se han hecho eco IU y Participa.
El punto crítico entre las dos maneras de entender la reivindicación Lgtbi se produjo en el Orgullo de 2012. El entorno del Orgullo oficial siente que entonces Cambrollé tuvo un gesto con el PP –que gobernaba Sevilla– en un momento inadecuado: estaba vivo el recurso conservador al Constitucional al matrimonio igualitario de Zapatero.
Sea la política, la lucha por las subvenciones o incluso egos, la reivindicación gay en la ciudad está dividida y eso no va a jugar a favor de los Lgtbi, que todavía se enfrentan a episodios de rechazo e incluso violencia.