Sevilla fue la vanguardia nazi española (II)

El sábado pasado dejamos a los nazis a sus anchas. Esta segunda y última entrega se centra en parte de las inversiones nazis durante la guerra española y IIGM en Sevilla

Juan-Carlos Arias

Otros ‘negocios’ nazis

En 1938 inauguran Queipo y autoridades locales en la Plaza del Triunfo la Feria del Libro Alemán. Brazos en alto sevillanos y germanos saludaron a editores nazis, puestos con incontable obras y traducciones al español de los discursos de Hitler y su obra de cabecera (Mein Kampf -Mi lucha-).

El consejero de prensa, Karl Rielke, y cultural, Ernst Schaffer, orquestaron el evento. Antes donaron libros científicos a la Universidad. Aquellos regalos, después, tuvieron alto precio por delaciones sobre docentes de ideología republicana e izquierdista que acabaron en paredones, cunetas y fosas.

Varios cines sevillanos, Llorens y Palacio Central -hoy cerrados-, exhibieron bajo invitaciones infinitas de lleno diario durante semanas películas de propaganda nazi. Alas Milagrosas, Triunfo de la voluntad y Olympia fueron parte de la filmografía que Sevilla aplaudió entregada, y rendida, al poderío nazi al sur del sur europeo. La mayoría de las cintas las dirigió Leni Riefenstahl. La cineasta favorita de los nazis, cuando cumplió los 100 años, visitó la capital de La Giralda en 2002 como estrella del Festival de Cine y Deporte como aplaudida invitada al evento, aunque fuertemente criticada en instituciones y medios españoles por la incomprensible invitación.

Lo más desconocido hasta hoy de la poderosa trama nazi en Sevilla son los movimientos económicos que realizaron al sur español. Además de los sabotajes que sufrieron intereses de los aliados en suelo español antes y después de la Segunda Guerra Mundial (IIGM), los alemanes localizaron España parte de los suministros que consideraron esenciales para su economía e industria bélica, fuertemente receptora de capital inversor tras el acceso de los nazis al poder.

Las ventas de armas y tecnología militar al ejército de Franco están documentadas. Pero poco se sabía sobre el acopio de corcho que sustanciaron los nazis desde Sevilla con impagable ayuda local.

La red de empresas que crearon, con testaferros locales, canalizó inversiones y compras. También, la extracción de minerales y productos agro-ganaderos. Sociedades instrumentales se aglutinaron bajo la marca SOFINDUS y la batuta de Johannes Bernardt según José Manuel García Bautista en su obra Nazis en Sevilla (Absalón, 2011). Una de las filiales de la telaraña empresarial alemana fue Corchos de Andalucía SA.

No obstante, nada se sabía de ZUM GHISTE SA. Con sede en Plaza de Jáuregui 3 y capital de 3.000.000 de pesetas (equivalentes a 3 millones de euros hoy) esta sociedad se fundó en mayo de 1938 ante el Notario José Gastalver Gimeno muy cercano a Draëger.

El presidente de la empresa fue Fiessler, sus socios Anton Brener, Herman Zum, Manfred Hoffman y Kase Heinz Jacob. El objeto societario fue exportar corcho a Alemania ‘donde cuenta esta firma con buenos compradores’ según reza el acta fundacional.

Francisco Manuel Parejo, Profesor-Doctor de la Universidad de Extremadura y experto en comercio hispano-luso del corcho indicó que este producto ‘....fue declarado material estratégico y sensible durante la Segunda Guerra Mundial, junto a otras materias primas y minerales lo cual explicaría el interés de los alemanes en hacer acopio de este producto en los años inmediatamente anteriores al conflicto....’.

Mucho antes de concluir el conflicto fratricida español en los términos de Camas, Santiponce y del Aljarafe la red de SOFINDUS almacenó ingentes montañas de corcho, considerado el mejor aislante natural. Es esencial para usos en la industria militar y de la maquinaria, según corroboran expertos.

El principio del fin

Desde 1939 llegan más soldados y espías a Sevilla donde el uniforme nazi integraba el cotidiano. Queipo recibía delegaciones de dirigentes y militares nazis, a la vez que fue invitado a Berlín. Un teletipo fechado en abril de 1941 de la embajada británica en Lisboa a Sir R. Campbell, del Foreign Office (Ministerio de Exteriores británico) refiere confidencias de un diplomático chileno tras su paso por Sevilla.

El mensaje cifrado relata que militares nazis, con o sin uniforme, se multiplicaron por Sevilla. Algunos germanos inclusive visten como mandos militares españoles, aunque lucen un brazalete con esvástica. El informante añade que dicha realidad la ven con indiferencia los lugareños, acostumbrados a la presencia militar e influencia nazi.

Durante la IIGM (1941-1945) el geoestratégico estrecho de Gibraltar fue relevante para el Eje alemán-italiano-japonés y aliados. La Roca añadió ansias al régimen de Franco para recuperarla tras el vano proyecto de invasión nazi (Operación Félix).

El espionaje de ambos bandos se multiplicó en el litoral andaluz con agentes. Draëger y su equipo eran seguidos por la inteligencia británica (SOE y MI6) y norteamericana (OSS, precedente de la CIA). En 1947 se intentó, infructuosamente, su extradición junto a los agentes Ludwig y Adolf Clauss.

El devenir de la IIGM en contra del Eje fue deslocalizando la presencia de alemanes en Sevilla y provincias de Cádiz y Huelva. El Cónsul-espía Draëger canalizó el envío de armas al Afrika Korps del Mariscal Rommel desde puertos andaluces.

El cónsul nazi fue quien avaló, junto a Adolf Clauss el éxito de la Operación Carne Picada (Mincemeat operation). Ahí el Almirantazgo británico engañó a los nazis desplazando el Afrika Korps a la península balcánica en vez de al sur italiano, donde al final desembarcaron los aliados.

Desde finales de 1943 se registró una desbandada sobre el antaño poderío nazi en suelo andaluz. Hasta un arruinado Draëger malvendió su Mercedes 320 Cabriolet.

Sevilla difuminó la huella nazi apenas como etapa secreta de la red de escape para criminales de guerra alemanes hasta Lisboa y Tánger que alentó ODESSA. Pero eso es otra historia.

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