Doñana: un año que da paso a un optimismo prudente

El director del Centro Operativo Provincial del plan antiincendios asegura que el paisaje hoy es «esperanzador»

24 jun 2018 / 19:16 h - Actualizado: 24 jun 2018 / 22:23 h.
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  • Un hombre camina por el paraje de Cuesta Maneli, en el término municipal de Almonte (Huelva) / Julián Pérez (Efe)
    Un hombre camina por el paraje de Cuesta Maneli, en el término municipal de Almonte (Huelva) / Julián Pérez (Efe)

El 24 de junio de 2017 se declaró en el paraje de Las Peñuelas de Moguer (Huelva) un incendio forestal que devino en el más importante registrado en la comarca de Doñana con casi 8.500 hectáreas afectadas; 365 días después, la naturaleza ha hecho de las suyas y la recuperación de la zona se ve con un optimismo prudente.

El fuego comenzó hacia las nueve de la noche y apenas bastaron diez minutos, el tiempo que tardó en llegar a la zona el primer retén del Infoca, para darse cuenta de que «era un incendio importante y difícil», asegura a Efe José Antonio Martínez Bravo, director del Centro Operativo Provincial (COP) del plan antiincendios de la Junta de Andalucía en Huelva, que estuvo de guardia en la zona esa noche y las dos siguientes.

«Para mí, desde que soy director del COP, ha sido el incendio más complicado al que he tenido que hacer frente, no sólo por la temperatura y la baja humedad sino por el viento, con rachas de intensidad alta que provocaban el cambio de dirección de las llamas», explica.

Todo esto hizo que este fuego se convirtiera en el más importante de los que se han registrado en la comarca en toda su historia, tanto por la superficie afectada, 8.500 hectáreas, como por el valor ecológico de la misma, la mayor parte de ella en el entorno de Doñana correspondiente al parque natural, como por el número de desalojados, más de dos mil personas, de núcleos poblacionales, cámpines, establecimientos hoteleros y poblados agrícolas, e incluso catorce linces del centro de cría de El Acebuche.

Martínez Bravo reseña que desde el principio, lo más importante fue «el factor seguridad humana», ya que el incendio comenzó a aproximarse a Mazagón, primero y posteriormente a la zona más oriental -Matalascañas-; «lo primordial era proteger a las personas llegando incluso a tener que dejar a un lado el propio fuego».

De hecho, este incendio se convirtió en un ejemplo de gestión en este sentido ya que, no hubo heridos de ningún tipo pese al gran número de desalojados.

La colaboración institucional, el trabajo desarrollado por el Infoca unido al importante cambio en las condiciones meteorológicas, permitió dar por controlado el incendio 72 horas después y por extinguido tras diez días y con ello, cerrar uno de los capítulos más importantes de la historia de los incendios forestales no sólo de Huelva, sino de Andalucía, e ir poniendo fin a una experiencia que «sirvió para aprender», asegura Martínez Bravo.

El fuego, que dejó a su paso un paisaje desolador que se vio acrecentado además por el entorno afectado, generó una oleada de solidaridad sin precedentes contándose por miles las personas que de manera voluntaria se ofrecieron para, en la medida de sus posibilidades, contribuir a la restauración de la zona, una restauración cuyo diseño científico-técnico comenzó incluso antes de dar el fuego por extinguido con la creación de un grupo de trabajo específico, al frente del cual se colocó a Miguel Ángel Maneiro, del Espacio Natural de Doñana.

Maneiro ha declarado a Efe que 365 días después del incendio la zona presenta un estado «razonablemente bueno» en cuanto a regeneración natural, como consecuencia de «una primavera bastante buena en cuanto a precipitaciones que ha permitido rebrotes verdes y germinación de semillas y que esa respuesta natural de la vegetación no se haya quedado en nada».

Pese a que la zona afectada es heterogénea, con características ecológicas distintas, el paisaje global es «esperanzador», hay, en estos momentos, «una evolución razonablemente optimista», aunque se trata sólo «del principio de un proceso de años».

Maneiro ha explicado que tras los primeros trabajos de emergencia ejecutados, principalmente, por motivos de seguridad para las personas, han seguido a lo largo de todo este año otros para preparar la restauración que la Consejería de Medio Ambiente comenzará el próximo otoño, y acciones para evitar la erosión, en este caso concreto la provocada por el viento, al tratarse gran parte de la zona de sistemas dunares o para proteger árboles con rebrotes al objeto de asegurar su supervivencia y recuperar el hábitat.

Es a partir de ahora, reconoce, una vez pasado el año que había que esperar cuando «empieza lo más importante», la restauración propiamente dicha, «una restauración en el que cada especie tendrá su sitio, las autóctonas como no puede ser de otra forma, pero también el pino o el alcornoque, siempre que se haga con sentido, ahí está la clave».

Se trata, en definitiva, de jugar bien las cartas ante una regeneración que apenas está empezando, que da pie al optimismo pero siempre con prudencia porque será un proceso de años.

Los ecologistan piden «cautela»

Por su parte, Ecologistas en Acción ha acogido con «buenas expectativas» el documento, pero exige que «se aplique el principio de cautela».

Así lo indica la organización en un comunicado en el que apunta que la restauración de la zona afectada por el incendio va a costar «bastante más de 50 millones de euros, que habrá que sumar al millón y medio que costó la extinción, y que habrá que sumar a la pérdida de 9,8 millones de euros en valores ambientales, recreativos y económicos como la piña, pastos, madera, caza o plantas aromáticas».

La organización, según explica, realiza esta afirmación a partir del referido documento de directrices para la restauración que ha sido entregado a los grupos de trabajo del Consejo de Participación del espacio protegido, previo a su presentación en el próximo Pleno de este órgano colegiado en julio.

El documento, en el que ha colaborado una comisión multidisciplinar de entidades públicas, prevé preparar un plan de restauración «muy diverso y heterogéneo en atención a los numerosos hábitats y ecosistemas», y teniendo en cuenta la respuesta de la vegetación y el banco de semillas.

Ecologistas en Acción solicitará que, «junto a la completa erradicación de especies exóticas prevista, apostando por las especies propias de Doñana, y previo a la tarea de eliminación de árboles quemados, los ejemplares afectados sean marcados por el equipo del espacio protegido cumpliendo exhaustivamente con los requisitos que se describan para las cortas».

Según Ecologistas, esta exigencia responde a que existe «un gran vacío de literatura científica relativa a la resiliencia del pino piñonero tras un incendio, y sería necesario, por la falta de conocimiento científico, dar más margen a los árboles para ver la evolución».

La intervención para eliminar casi 173.000 toneladas de madera en una superficie de 7.183 hectáreas, con la tala de unos cinco millones de árboles, dejaría «un paisaje desolador», según la asociación ecologista, para la que la administración ambiental «debería realizar una selección exhaustiva para una primera actuación de corta de rboles completamente calcinados y podas en los ejemplares algo más afectados».

Posteriormente, el seguimiento del arbolado afectado «irá marcando la necesidad de nuevas labores y las pautas para avanzar en la restauración al ritmo de la naturaleza, evitando así una posible tala masiva que sólo beneficiaría a fábricas que se dedican a la producción de energía a partir de la biomasa».

Para la organización ecologista, Doñana y su entorno están viendo disminuidos o devaluados los espacios forestales, y no basta responder con modificaciones presupuestarias que favorezcan las restauraciones que haya que hacer, sino que es fundamental comenzar a paralizar los proyectos que supongan la pérdida de arbolado y de monte público.

Ecologistas subraya que los incendios forestales son «verdaderos atentados contra nuestro medio natural y contra la vida rural», y lamenta que «los autores suelen quedar en el anonimato y con impunidad total en la mayoría de los casos».

«No aprendemos la lección de los incendios forestales y hacemos un gran esfuerzo sólo en verano, cuando sufrimos las consecuencias y nos entra pánico», inciden desde Ecologistas, desde donde también insisten en que la lucha contra los incendios forestales requiere «una gestión preventiva y una apuesta decidida y firme por el desarrollo rural integral impulsado con apoyo político, financiero y social», porque «los montes siempre fueron vida y trabajo, y, en términos económicos, la prevención es más barata y beneficiosa que la posterior extinción y restauración».