La etiqueta andaluza del 26-J

Las elecciones orientarán sobre el futuro de la presidenta. El PP-A tratará de demostrar que ha sofocado el efecto Díaz. C’s calibrará sus pactos con el PSOE. Podemos-IU abrirán un nuevo frente

29 abr 2016 / 20:22 h - Actualizado: 29 abr 2016 / 23:20 h.
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  • Urnas preparadas para recoger los votos al Congreso y el Senado del pasado 20-D. / Ledesma (Efe)
    Urnas preparadas para recoger los votos al Congreso y el Senado del pasado 20-D. / Ledesma (Efe)
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Cada vez que a Alfonso Guerra le preguntan por Susana Díaz recurre a la misma frase: «Las aspiraciones políticas son sanas si no van acompañadas de impaciencia». La presidenta de la Junta de Andalucía parece haber hecho caso al consejo del histórico socialista y aguarda prudente a que las circunstancias le sean favorables para decidir si lo más conveniente para su carrera política, para el PSOE y para España es aspirar a liderar su partido.

Andalucía volverá a ser clave en las elecciones del 26 de junio por numerosas cuestiones. La simple evidencia numérica de que una sexta parte de los escaños del Congreso se ponen en juego en la comunidad (61 de 350) ya convierten al territorio andaluz en una plaza estratégica. Pero en clave socialista se juegan muchas más cosas. La comparación entre los resultados del PSOE en Andalucía (Susana Díaz) frente a los del resto de España (Pedro Sánchez) marcará tendencia respecto al futuro político de la presidenta.

En algunas zonas de Cuba a los tornados le llaman rabos de nube. Los socialistas andaluces después de sumar derrota tras derrota frente al PP se encomendaron al rabo de nube Susana para acabar con la cadena de triunfos de la derecha en el histórico feudo socialista. Fue a finales de 2013 cuando se hizo cargo de la secretaría regional del partido y a partir de entonces ha sumado cuatro victorias consecutivas (europeas de 2014 y autonómicas, municipales y generales de 2015). Un quinto triunfo en Andalucía y el estancamiento del PSOE a nivel nacional, tal y como presagian las encuestas, pondría otra vez a la presidenta de la Junta en la rampa de lanzamiento hacia Ferraz. «Es una máquina de ganar elecciones», insisten en su entorno cercano, conscientes de que en las citas con las urnas saca su mejor perfil.

Con unos resultados el 26-J que evidenciasen su potencial frente al de Sánchez (en los comicios de diciembre superó en nueve puntos el porcentaje de voto obtenido por el PSOE a nivel nacional: 31-22) y con el respaldo de buena parte del partido, la coyuntura parecería oportuna. Ahí entraría en juego el nivel de resistencia del actual secretario general.

El PP-A, mientras, da por sofocado el huracán Susana. Juan Manuel Moreno Bonilla, presidente de los populares andaluces, ha perdido las tres elecciones en las que se ha enfrentado a Díaz, aunque a su favor está que la distancia se ha ido acortando: de los 345.000 votos que hubo entre PSOE y PP en las autonómicas de marzo de 2015, se pasó a los 108.000 de las generales de diciembre. «Hemos sido el partido que ha mostrado más seriedad en estos cuatros meses. Ahora el ciudadano ve más claro lo que cada líder es capaz de hacer. El sectarismo de Sánchez, el oportunismo de Rivera y el extremismo de Iglesias. Díaz, mientras, ve cada vez más cerca la opción de echar a su candidato», reflexiona Carmen Crespo, portavoz del PP en el Parlamento andaluz. Los populares preparan una campaña electoral en el que Andalucía será protagonista y pista de aterrizaje habitual de sus líderes nacionales. Su mensaje por las ocho provincias tendrá una doble misión: desgastar al PSOE en su territorio más fuerte y atacar a su competidor por el centroderecha, Ciudadanos, ante su cercanía a los socialistas en la Junta o por maniobras como la moción de censura en el Ayuntamiento de Granada.

En el PP andaluz se han tomado las tres primeras elecciones con Moreno Bonilla al frente del partido como el equipo de fútbol que juega un amistoso en agosto: cuenta más la puesta a punto que el resultado. Las tres derrotas ante Díaz, de momento, sólo inquietan. Sus fieles hablan de una carrera de fondo que debe llevarle en las mejores condiciones a su partido decisivo: las próximas autonómicas. Otra cosa es lo que piensa la vieja guardia arenista.

A Ciudadanos no le pasó factura en diciembre su pacto de investidura en la Junta con el PSOE. La formación naranja pasó de 368.000 votos en marzo a 611.000 en diciembre. Ahora tendrá que defender ante el electorado ese acuerdo en el Gobierno andaluz y el pacto entre Albert Rivera y Pedro Sánchez en Madrid. Juan Marín descarta que esa cercanía al PSOE pueda jugarle una mala pasada: «Todo lo contrario, creo que nos va a reforzar. Hemos demostrado que somos un partido valiente. Hablamos con todos frente a los vetos de otros partidos».

La opción de que Podemos e IU sellen su acuerdo para ir de la mano en las elecciones presentaría a un bloque de izquierda aún más fuerte para competir contra la marca PSOE en Andalucía. Desde ambas fuerzas se apunta a que podrían obtener entre tres y cuatro escaños que la suma de las dos el pasado diciembre.

Los dirigentes nacionales de Podemos no quedaron satisfechos con Teresa Rodríguez por los resultados de su formación en Andalucía, igual que publicitaron de los cosechados en marzo en las autonómicas. Consideran que acercarse lo más posible al PSOE en Andalucía es condimento indispensable para convertirse en la primera fuerza de la izquierda. «Muchos militantes socialistas no ven con buenos ojos el acuerdo con C’s. No hablamos de sorpasso, ni de quedar segundo. Ahora hablamos de ganar. Seríamos lo más ilusionante de las nuevas elecciones», dice Antonio Maíllo, coordinador regional de IU.