Como convertir un drama romántico, de excelente riqueza verbal, en una comedia sin más pretensión que la de hacer reír a un público fiel. Es lo que nos propone esta nueva versión de la conocida obra de Edmon de Rostand, ‘Cyrano de Bergerac’, a la que por desagracia este montaje no le hace los honores.
La puesta en escena recurre a un revestimiento formal poco afortunado. La escenografía consiste en un simple panel de madera que se reviste con telas pintadas para simular los diferentes escenarios; el vestuario parece sacado de una tienda de disfraces y la banda sonora introduce en escena unas cancioncillas humorísticas que rozan lo ridículo. Por otra parte, aunque la dramaturgia respeta el verso y el argumento original, la dirección de Alberto Castillo-Ferrer, en su empeño por resaltar la comicidad, perfila a los personajes secundarios como máscaras de Comedia del Arte, lo que no acaba de casar con el tratamiento naturalista del protagonista, al que José Luis Gil define como a un enamorado fracasado y apocado, cuando si algo define al personaje de Edmond Rostand es una valentia que roza con lo temerario y lo temible. Cyrano es un provocador iracundo que se torna tierno y romántico en presencia de su amada Roxana. Pero aquí lo primero se esconde en favor de lo segundo, y nos encontramos con un Cyrano cuya personalidad no acaba de casar con sus acciones. Y por si eso fuera poco los personajes secundarios no paran de pulular por el escenario ensuciando con su comicidad el verso y su contenido romántico. Sin embargo, el público se puso en pie al final de la representación homenajeando a los actores con una sentida ovación. Todo un fenómeno digno de estudio.
Obra: Cyrano de Bergerac
Lugar: Teatro Lope de Vega, 22 de febrero
Autor: Edmond Rostand
Versión: Carlota Pérez Reverte y Alberto Castillo-Ferrer
Interpretación: José Luis Gil, Ana Ruíz, Álex Gadea, Nacho Rubio, Carlos Heredia, Rocío Calvo y Ricardo joven
Calificación: 2 estrellas