El ridículo definitivo (4-0)

LA CRÓNICA. El Betis perpetra otro partido intolerable y esperpéntico, el enésimo de la temporada, y regala más de media permanencia al Leganés. La continuidad de Víctor se torna inviable, pero la autocrítica debe ser global porque se trata de otro proyecto que no va a ninguna parte

08 may 2017 / 20:18 h - Actualizado: 09 may 2017 / 00:45 h.
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  • Rafa Navarro pasa junto a los jugadores del Leganés tras uno de los cuatro goles / Efe
    Rafa Navarro pasa junto a los jugadores del Leganés tras uno de los cuatro goles / Efe

El Betis de Víctor no tiene futuro. Por desgracia para su afición, tampoco tiene presente. En la antepenúltima jornada de esta Liga, llámenla Liga o llámenla tortura, un grupo de hombres que por lo visto ayer no pueden ser definidos como un equipo de fútbol volvió a hacer el ridículo. Como en Granada. Como en Las Palmas. Como ante el Alavés. Esta vez el agraciado fue el Leganés, un recién ascendido que se da con un canto en los dientes con la permanencia. Es decir, como el Betis. El Sporting esperaba un favor de los verdiblancos y al final el favor se lo encontraron los pepineros. Un Betis en chanclas habría sido mejor que el Betis que pasó como alma en pena por Butarque, lamentable en todas sus líneas y lamentable en la dirección técnica. Un Betis lamentable para el que no caben lamentos sino soluciones. Desde arriba a abajo. El Betis de Víctor no tiene futuro, pero el Betis de Torrecilla también está muy bajo sospecha y el Betis de Haro y Catalán, ídem. Si alguien no hace algo, ocurrirá como tantas veces en su historia: tarde o temprano bajará a Segunda. Y vuelta a empezar...

Víctor fue el primero en equivocarse porque dibujó un Betis muy extraño. Dejó fuera a Joaquín y Durmisi, redujo la línea defensiva de cinco a cuatro pero mantuvo a Mandi para que actuase, ojo, en el centro del campo y a partir de ahí, un batiburrillo con Brasanac por la derecha pero tirando al centro, Jonas Martin con libertad para no hacer nada y Rubén Castro, como en los tiempos de Poyet, por la izquierda. El invento se vino abajo a los siete minutos con una discutible decisión arbitral, un penalti por mano de Álex Martínez, que se dio la vuelta en un centro de Gabriel y tocó el balón con el brazo izquierdo sin querer. Szymanowski engañó a Adán y el Betis se quitó de en medio. Siete minutos después, fallo defensivo número tropecientos de la campaña y gol de El Zhar tras un regalo de Tosca. Era el minuto 14 y el partido ya no tenía historia. Doloroso pero cierto.

Sin Dani Ceballos, con Mandi como responsable de organizar el juego, con Rubén allí a lo lejos en una esquina del fin del mundo y con el Leganés agazapado en su parcela, pensar en una remontada sólo era tan absurdo como pensar que el Betis sería capaz de crear alguna ocasión medianamente clara. En la media hora que faltaba de primera parte no produjo ninguna y en el resto del partido, sólo una. Estos fueron sus acercamientos más inquietantes (por ser generosos con el adjetivo) hasta el intermedio: un cabezazo desviado de Álex Alegría; una falta mal ejecutada por Rubén; un remate de Jonas Martin que Herrerín atrapó sin muchos apuros; y una internada de mérito de Rafa Navarro que terminó en las manos del meta local. En la primera parte, el lateral fue el único jugador verdiblanco que buscó alternativas a un ataque condenado desde su propio nacimiento y aliado con la escasa o nula movilidad de todos los que estaban delante del balón.

El paso por los vestuarios no resolvió nada. De hecho, Víctor consideró que no tenía por qué hacer cambios y todo siguió igual. Es decir, un espanto. El Betis tuvo la pelota porque el Leganés se la regaló, pero no supo qué hacer con ella. Si alguien era capaz de avanzar algún metro del centro del campo hacia delante, un compañero volvía a dar un pase hacia atrás. Y así una y otra vez. Al cuarto de hora reaccionó (o lo que sea) el entrenador y metió a Cejudo y Joaquín. Mandi recuperó su puesto de central y Tosca hizo de lateral. Las medidas fueron inútiles, obviamente.

El Leganés ni siquiera necesitó acercarse a Adán para confirmar su victoria, si es que no estaba confirmada desde el minuto 7. En el 64’, Rubén Pardo perdió la posesión junto a la línea central y Gabriel se inventó una parábola maravillosa. La derrota empezaba a adquirir tintes vergonzosos y el Betis, es de suponer, intentó tomarse en serio el encuentro. A buenas horas... A veinte minutos del final lanzó su primer remate de toda la segunda parte, un cabezazo desviado de Álex Alegría, y seis después creó su primera y única oportunidad clara de todo el choque, otro cabezazo del delantero al que Herrerín respondió con un paradón.

El ridículo culminó a diez minutos del final. Szymanowski recuperó un balón perdido por Rafa Navarro y corrió en paralelo a la línea de fondo sin que nadie lo parase (nadie lo intentó) antes de batir a Adán. Ahí se terminó todo. Bueno, todavía quedan dos jornadas. Por si los béticos se creían que iban a dejar de sufrir sólo porque su equipo ya estaba salvado...

CD LEGANÉS: Herrerín; Tito, Insúa, Siovas, Diego Rico; Timor, Rubén Pérez; Gabriel (Bueno, m. 68), El Zhar, Szymanowski; y Guerrero (Luciano, m. 75).

REAL BETIS: Adán; Rafa Navarro, Pezzella, Tosca, Álex Martínez (Cejudo, m. 60); Brasanac, Mandi, Rubén Pardo; Jonas Martin (Joaquín, m. 60); Álex Alegría y Rubén Castro.

Goles: 1-0, m. 7: Szymanowski, de penalti. 2-0, m. 14: El Zhar. 3-0, m. 64: Gabriel. 4-0, m. 80: Szymanowski.

Árbitro: Trujillo Suárez (Comité Tinerfeño). Amonestó a Tito (43’), Siovas (75’) y Luciano (90’).

Incidencias: partido correspondiente a la 36ª jornada, disputado en Butarque.