Deseo concedido: aquí está el Sevilla

Vincenzo Montella ha convertido al Sevilla, de repente, en el Atlético de Madrid: sólido atrás, solidario en todas las parcelas del campo y eléctrico arriba. Lo que pedía la afición, que goza con el cambio radical de su equipo en sólo una semana.

24 ene 2018 / 00:10 h - Actualizado: 24 ene 2018 / 22:50 h.
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  • Los jugadores del Sevilla, celebrando uno de los goles. / Manuel Gómez
    Los jugadores del Sevilla, celebrando uno de los goles. / Manuel Gómez

Del 17 al 23 de enero van seis días pero mil años luz. Los que separan a un Sevilla deprimido, descompuesto de arriba a abajo, abroncado por su exigente afición tras caer lastimosamente frente al Betis y con un entrenador nuevo que parecía más de lo mismo y encima despistado, del Sevilla que este martes ha derrotado con absoluta claridad a uno de los mejores equipos del mundo, el Atlético de Simeone. Aquel día 17 por la mañana, casi la totalidad del sevillismo rezaba para que su equipo no saliera escaldado del Wanda, pedía a los dioses un equipo que funcionara como tal, unos jugadores que acabaran sin aliento los partidos al margen del resultado, un cambio notable de dirección en el banquillo y fichajes, en plural. Poco menos que un cambio radical difícil de imaginar.

Lo último no ha llegado, a falta de una semana para que cierre el mercado, pero de repente el gran Sevilla ha vuelto. Se metió en el vestuario hundido tras el derbi y el tropezón en Vitoria y salió de allí impulsado, con rabia acumulada, con Montella decidido a probar unos retoques en la pizarra y a apostar por el once de gala que casi todos imaginábamos, con alguna salvedad. Y justo antes de saltar a uno de los ruedos más complicados del mundo, el del Atlético de Simeone, hizo clic. Sorprendió a todos haciendo un partido de ida pleno de inteligencia y entrega y en la vuelta lo confirmó, por si a alguien le quedaba duda tras el 0-3 en casa del Espanyol.

El Sevilla ha vuelto, sí. Y lo ha hecho a base de conceptos básicos que no tenía: líneas juntas, solidaridad en las ayudas, presión organizada y rapidez en ataque. Digamos que se ha transformado en el Atlético de Madrid de Simeone, para gozo de los que se sentían tan incómodos con una propuesta que ni hacía daño a los rivales ni los frenaba antes de llegar a Rico.

Hasta en detalles aparentemente insignificantes pero muy representativos: Sarabia pidiéndole a un aficionado que no echara el balón al campo para cortar una posible jugada rápida del rival con varios sevillistas con la lengua fuera; Franco Vázquez pidiendo una botella de oxígeno pero esta vez tras darlo absolutamente todo (su partidazo con y sin el balón es digno de la Maestranza); Muriel saliendo ovacionado días después de ser abucheado; golazos como los de Escudero y Sarabia, con jugadas trenzadas con rapidez y clase casi de área a área y ante una de las mejores defensas del mundo; Mercado recibiendo un chute de oficio en vena; Sergio Rico deteniendo un mano a mano clave ante Correa; faltas tácticas en momentos necesarios; protestas al árbitro que se echaron en falta otros días; y hasta detalles ensayados en jugadas a balón parado.

Y todo con los mismos once jugadores, tras varios meses de tiovivo con Eduardo Berizzo. El deseo se le ha concedido a todos los sevillistas que suplicaban un milagro hace tan sólo una semana. Montella se ha ganado un crédito enorme y los jugadores han hecho las paces con la afición a base de fútbol. Incluso si hubieran caído eliminados. Al Sevilla lo han traído de vuelta, a ver hasta dónde puede llegar.