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140.000 sevillanos gritan por una salida diferente a la crisis

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La huelga general paralizó durante buena parte del día la actividad económica en la capital andaluza. Desde primera hora, los piquetes informativos, fueron por las calles invitando a los comerciantes a la paralización de su actividad. Los sindicatos mayoritarios, CCOO y UGT, organizaron en la capital sevillana tres manifestaciones a las 11.00 de la mañana desde plaza del Duque, Magdalena y Plaza Nueva, para que confluyeran todas a las 13.00 en la Puerta de Carmona.

A primera hora, la Avenida de la Constitución volvió a estar tomada por los manifestantes. Junto a la sucursal de Caja Madrid, un joven portaba un cartel en el que hacía una petición a su público: "Haz ruido". Dicho y hecho. Sus compañeros de sinfónica sacaron sus instrumentos -cencerros, trompetas y silbatos- para entonar la melodía de protesta, seguida por los gritos del personal y la atenta mirada de aquellos que, tras la cristalera de la sucursal, estaban trabajando. Ese era el ambiente festivo de una manifestación con brotes -no precisamente verdes- de tensión. Como el de un par de encapuchados que lanzaron bolas de pintura rosa contra la sede del Banco Santander y, posteriormente, contra la sede del PP en San Fernando; el del momento de apertura del Corte Inglés; o el indigente que, a las puertas de la Catedral, se le agotó la paciencia al ver tantas protestas que la quiso emprender a golpes de muleta con el que se metiera con la Iglesia.

Allí, en la Catedral, cánticos contra Rajoy -y contra Zapatero-, denuncias contra el "desmantelamiento de la cultura" y pancartas, muchas pancartas, que eran una oda al ingenio. Una de ellas, caricaturiza a Rodrigo Rato, disfrazado de banquero, y al alcalde de Marinaleda, Juan Manuel Sánchez Gordillo, subidos a una balanza de la Justicia sujetada por el actual presidente del Gobierno y con el lema "igualdad ante la ley". En ese lugar y desde un coche, los miembros de la CGT lanzaban cohetes, algo que puso sobre aviso a la Policía Local, preocupado en que estos actos "dañaran a la Catedral", que no olvidemos que es Patrimonio de la Humanidad.

Y es que Policía hubo y a mansalva. Varios furgones esperaban a los manifestantes en la Puerta de Jerez, además de helicópteros sobrevolando todo el perímetro, mientras que cerca de una veintena de agentes, entre Local y Nacional, custodiaban las puertas de un Ayuntamiento de Sevilla blindado para prevenir incidentes. La gente gritaba pero no atacaba. Sólo tres jóvenes, dieron un paso al frente y con un enorme tambor, empezaron a tocar a un metro de los agentes, que se quedaron quietos a la espera de que terminaran su actuación.

Una vez que las protestas salieron de las calles comerciales del Centro, como ya ocurriera en la huelga general del 29-M, los negocios comenzaron a abrir sus puertas y retomar la actividad. Sin embargo, esta vez se quedaron las grandes firmas sólas, ya que el pequeño comercio se mantuvo, en buena parte, cerrado a cal y canto, influido también por la falta de clientes. No era para menos, porque aquellos que optaron por abrir sus puertas se dedicaban más a comentar la jornada entre ellos o, como mucho, quitando las pegatinas que habían colocado los huelguistas en sus escaparates. Nada que ver, por ejemplo, con otras zonas de la ciudad, como Sevilla Este o Nervión, en el que sí que se veía más actividad comercial. Casi como un sábado.

La imagen fue la contraria en la Puerta de la Carne, donde los numerosos bares y restaurantes estaban alrededor del mediodía repletos de públicos, local y extranjeros, tomando el aperitivo. Muchos de ellos, manifestantes que hicieron un receso en sus protestas para reponer fuerzas.

La cabecera de la protesta partió puntual desde la Puerta de Carmona hacia la Glorieta del Cid. Según los sindicatos convocantes, UGT y Comisiones Obreras, 140.000 personas se dieron cita durante la mañana. Uno de ellos, y en las primeras filas, el vicepresidente de la Junta de ANdalucía, Diego Valderas, que parecía no darse cuenta de que muchos de los manifestantes no protestaban sólo contra las reformas emprendidas por el Partido Popular, sino también contra todos los políticos en general tal y como rezaban multitud de pancartas.

Al final de la manifestación, el secretario general de CCOO en Sevilla, Alfonso Vidán, se dirigió a la multitud desde el escenario asegurando que no se veía el final de la manifestación. "Qué calcule la delegada del Gobierno cuánta gente ha venido", ironizó el sindicalista al tiempo que aseguró que la huelga general suponía "un porrazo en la mesa contra un presidente triste como Mariano Rajoy y contra la agresión de los poderosos a la clase trabajadora". Tras Vidán tomó la palabra Juan Antonio Gilabert, secretario general de UGT en Sevilla. Sus primeras palabras fueran para exigir la convocatorio de un referéndum para reforma la actual ley electoral, que calificó como una "estafa". Ante miles de personas cansadas de tanto recorte y de no llegar a fin de mes, Gilabert consideró de vital importancia la unión de la clase obrera y aseguró que una de las principales consecuencias de la multitudinaria protesta fue observar la unión de los trabajadores contra los "abusos" que, según dijo, comente el Gobierno del Partido Popular.

Antes de dar por finalizada la manifestación, el secretario general de CCOO en Andalucía, Francisco Carbonero, recordó los manifestantes que los trabajadores "continuarán peleando y luchando" hasta que cambien las políticas "que están llevando tanto desastre a España".

 

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