Feria de Abril

1979: la primera Feria de la democracia, la más difícil de la Historia

Con un pueblo ávido de ejercitar a tope sus posibilidades de diversión y los que estimaba todos sus derechos –la Constitución había nacido solo cuatro meses antes–, tomó posesión el nuevo Ayuntamiento un sábado y la Feria empezó el martes siguiente: ni de saber qué era eso del protocolo les dio tiempo a los nuevos munícipes.

el 09 may 2014 / 23:48 h.

Vista matinal de la Portada y de la Feria: es la típica hora de la recepción del suministro para todo el día / El Correo Vista matinal de la Portada y de la Feria: es la típica hora de la recepción del suministro para todo el día / El Correo Quizás sea éste el año más difícil de la Historia de la Feria. En él se dio la irresoluble encrucijada de tres variables: la grandiosidad y fama universal de la primera Feria festiva del mundo, la consecución de una verdadera democracia después de sentirse sevillanos de segunda durante 132 años, y la extrema bisoñez de nuestros dirigentes, y la Feria resultó tan maravillosa como siempre pero con más problemas de los que nunca había tenido, y El Correo se lo contó así a sus lectores de entonces y a todos ustedes. Luis Uruñuela recibe la vara de alcalde de la mesa de edad: el más joven, Vázquez Ruiseñor, de UCD, se la entrega; el mayor y el macero, testigos más cercanos / El Correo Luis Uruñuela recibe la vara de alcalde de la mesa de edad: el más joven, Vázquez Ruiseñor, de UCD, se la entrega; el mayor y el macero, testigos más cercanos / El Correo Hace escasísimos meses que en España hemos alcanzado la democracia –realmente eso ha sucedido con la sanción de la Constitución el, más o menos, Día de los Inocentes del año anterior– y en estos meses han tenido lugar las elecciones generales con la victoria de la UCD de Adolfo Suárez (mal hecho, no debía haber ganado, el monarca había previsto que perdiera, usar y despedir era el lema a cumplir, el lema más corriente en política: esa victoria traerá problemas) y el segundo lugar lo ocupa el PSOE de Felipe González por méritos propios ya que su oposición ha sido, en su mayor parte, socialdemócrata y prooccidental, es decir acorde con los tiempos, y también ha habido elecciones locales, que son las que afectan verdaderamente al desarrollo de la Feria. Y es el caso que tras ellas toman posesión, fíjese bien, toman posesión el alcalde Uruñuela, del PSA –después de un acuerdo rocambolesco, Granada y Huelva mediante– y los concejales, que también son del PSOE, UCD y PCE, el sábado 21 de abril y el lunes 23 es la prueba del alumbrao, es decir ¡solo dos días después!, cuando todavía, no es que no conozcan la caseta municipal y cómo funcionan (desde puestos de dirección) los distintos servicios de la Feria, es que no conocen siquiera los rincones de su despacho y la función administrativa que suelen hacer cada uno de sus oficinistas. Y el ambiente en la calle es de máximas expectativas porque es el primer Ayuntamiento elegido por el pueblo, por las promesas de los mismos alcalde y concejales y por el deseo de todos: esta Feria no tiene más remedio que ser la primera Feria absolutamente popular –sin nada del carácter aristocrático, displicente y elitista que hemos comentado en épocas anteriores–, tan popular que debía cumplir con el lema de una Feria «del pueblo y para el pueblo». Porque es el pueblo el que quiere participar en todo, el que reclama a cada instante, el que se ve «con todos los derechos» y piensa que, con la democracia, pueden y deben dársele todas las posibilidades, diversiones y entretenimientos que durante más de un siglo él ha visto (o, muchas veces, solo ha «entrevisto») en otras clases. Rocío Jurado actuó en la Feria y aprovechó su estancia en Sevilla para participar en la entrega de los Premios Primavera (en la foto) en la Discoteca Holiday / El Correo Rocío Jurado actuó en la Feria y aprovechó su estancia en Sevilla para participar en la entrega de los Premios Primavera (en la foto) en la Discoteca Holiday / El Correo Y, por otro lado, están los dirigentes que con el mismo afán y con la misma decisión se entregan a ofrecerle al pueblo, a todo ese pueblo, todo lo que tienen, sin dilación ni discriminación alguna, y lo primero que ofrecen es la caseta municipal que deja de ser, automáticamente, la caseta del Ayuntamiento, la oficial de la ciudad, la que recibe a las autoridades y a las personas representativas de otras entidades que vienen a visitarnos para transformarse en la caseta de todo el pueblo, de toda la gente, de todo el mundo, de todo el que quiera entrar y quedarse allí el día entero, incluso la Feria entera si le parece, es la caseta de toda Sevilla como reza la propaganda. Y sin cultura democrática que estamos –porque, insisto, estamos recién llegados a este sistema y, dicho sea sinceramente, lo que vemos por todos lados es muchas libertades pero pocas responsabilidades–, y como también sucede que en toda comunidad de 100 hay, por lo menos, un garbanzo negro, en una comunidad de un millón, que es la población de Sevilla y alrededores, los garbanzos negros pueden llegar a 10.000, y la caseta municipal queda inservible nada más comenzar su nuevo uso y disfrute. Casi un día entero hasta que las limpiadoras se olvidan de que tienen estómago. Saben que van a echar hasta la primera papilla pero que tienen que dejar libre aquel local de tantísima inmundicia y tantísima desvergüenza. ¿Y las calles? Digamos que habían sido demasiados años, demasiados siglos de opresión y de ver a otros hacer «lo que les daba la gana en todo» (digamos que también ha contado, por lo menos un poquito, en este pueblo que, por fin, toma el poder, es soberano, también cuenta que algunos, más de los que quisiéramos, habían recibido no muy buena crianza), y como para todo se les ha dado rienda suelta, ellos han actuado simplemente como les ha salido del alma en lo que tenían más a mano, y así unos lo han hecho con la limpieza sacando la basura en plena fiesta, con la gente bailando por las aceras (el alcalde ha tenido que rogarles que sí, que tienen todos los derechos, pero que hagan el favor de esperarse hasta la madrugada), otros la han tomado con los precios –han alcanzado niveles prohibitivos y ahí tenemos hasta a los concejales (por supuesto eran concejales de 1979: todavía no habían aprendido a ponerse los sueldos que merecen) buscando casetas y puestos donde las cosas estén «un poco más arregladitas»–, otros más instalando puestos y chiringuitos sin la más mínima autorización ni licencia –varias veces los bomberos se las han tenido que ver «con las navajas de partidas de gitanos» (sic) que no consentían en desmontar los suyos–, y, por fin, las bandadas de mendigos (parecía que todos los de España y toda Europa se habían reunido aquí, en la Feria) particularmente los mendigos-niños pequeños que sus padres ponían a aguantar decenas de horas al sol, al polvo e, incluso, al frío al caer la noche Y es que la democracia, incontrolada, nueva, recién nacida, ha llegado a la Feria, por lo que quizás sea sintomático que la calle mejor organizada sea la de mayor preparación y entrenamiento democráticos, la «calle de los partidos» que, existente ya el año anterior, se ve acrecentada éste por las concesiones al POUM y a la CNT y sigue funcionando sin protestas de nadie y reinando la mayor convivencia entre todos (buena convivencia que llega a que, cuando un errado estudiante se presenta allí una noche con un megáfono pidiendo apoyo para la desaparición de la Selectividad, la respuesta que recibe es unánime: ¡venga, hombre, cada cosa a su tiempo, que estamos en la Feria!). ‘S.M El Viti’ reza el pie de foto de 1979; S.M. es Santiago Martín, pero la antológica faena ¿hace que signifique otra cosa? ‘S.M El Viti’ reza el pie de foto de 1979; S.M. es Santiago Martín, pero la antológica faena ¿hace que signifique otra cosa? Porque todos los problemas anteriormente mencionados –que, visto desde 2014, existieron y que no debemos ocultar porque la historia está para eso, para contar «todo el pasado» y darnos cuenta de lo que hemos avanzando– todos esos problemas no quitan que la Feria siga tan espléndida como siempre con el Circo eterno de los más que famosos Hermanos Tonetti y con el recién llegado Teatro Lido (de París) que se ofrece al público con el título Te vas a poner morao, y con el también interesante Teatro Chino de Manolita Chen, y el Circo Mundial-Primera Olimpiada del circo, en el que «trabaja» Orzowei, que es el nuevo Tarzán que está haciendo las delicias de todos en la televisión. Y casetas se han puesto de moda que, más que casetas, son teatros en los que ofrecen sus actuaciones los más renombrados artistas, como es el caso de La Trocha que en Pascual Márquez, 123, presenta en cartel a Paco Gandía, los Marismeños, Enrique Montoya, el Gran Simón, los de la Trocha y un Concurso de sevillanas, o La dorada, en la que actúan el Lebrijano, el Turronero, Chiquetete, Juanito Villar, Isabel Pantoja,... Y el paseo de enganches y caballistas –un poco escasos éstos y demasiado metidos en las aceras algunas mañanas–, caballistas entre los que destacan, por su número, las amazonas jóvenes por encima de las demás especies –se nota la libertad que van ganando las mujeres–, y el Campeonato de España de acoso y derribo, que premia con toda justicia el buen hacer de Álvaro Domecq Romero, y el mercado de ganados, allá cerca del muro de contención, en el que cualquiera puede encontrarse desde un caballo penco hasta un buen ejemplar, desde una mula torda hasta un vulgar asno, con la «especialidad» de que, como ésta es otra España, no la histórica, en la que todos pensamos en autos o furgonetas y nadie en carros, carretas o parecidos– ésta es la única zona de la Feria donde los precios están bajos: un caballo aceptable puede salir por 10 o 12.000 duros, más o menos igual que un mulo de primera calidad, y por 14 o 15.000 pesetas se puede usted llevar un burro bastante apañado. Soledad Becerril, diputada: «Miles de españolas podrían ser ministras». Soledad Becerril, diputada: «Miles de españolas podrían ser ministras». Y los toros. En los días previos, el Viti hace una faena antológica y Emilio Muñoz corta una oreja a pesar de que le habían cogido sus dos toros, y ya en Feria Curro Romero es despedido con el típico y frecuente «que se vaya, que se vaya» (tras lo que se airea que había ganado la exorbitante cifra de 825.000 pesetas por corrida), resultando triunfador absoluto Paquirri (entusiasmó al público, cortó tres orejas y salió a hombros), aunque la mejor faena de muleta hay que reconocer que fue la del Viti. Y volviendo al Real, en él no tenemos más remedio que encontrarnos con un trozo de España y de Sevilla que no pueden ser distintos al resto, y al lado de la ventajosa modificación que nuestros munícipes hacen de las líneas de autobuses 1, 2, 6, 7 y 8 (líneas antiguas, anteriores a la reforma del alcalde Del Valle) y de los microbuses B para que pasen por el Real, y al lado de la línea gratis que han puesto desde el Prado hasta Los Remedios, y del colegio ambulante que se monta para los niños de los feriantes, al lado es natural que aparezcan los cien-tos de tironeros que, igual que en la Feria, hacen su agosto con casi todo el que entra en Sevilla por la Carretera de Su Eminencia, así como decenas de carteristas y estafadores y maestros del timo y tantos y tantos problemas, y tanta «gente rara» (antes más bien escasa o, por lo menos, no tan decidida a presentarse en sociedad como en este 79), tanta, tantísima que ése ha pasado a ser, a nivel de calle, el peor problema con el que se está teniendo que enfrentar la nueva democracia, problema que tiene su punto culminante en el delito, antes también casi desconocido, de los violadores, nueva plaga temible y asquerosa que aprovecha cualquier descampado o lugar solitario –y los alrededores de la Feria están llenos de ellos– o sus cercanías para ponerle una navaja en el cuello a cualquier mujer y realizar el más inhumano y vergonzoso de los delitos Pero de todo salimos, fíjese usted, lector de 2014, de todo ese ajetreo e impudicia que no esperábamos, esa inseguridad en las calles, los demasiados excesos en la Feria, y ese poquito (o bastante) desorden que se produjo cuando muchos entendieron mal la nueva situación sucediendo que, igual que los antiguos te decían «usted no sabe con quién, está hablando», ahora te dicen: «¿Qué pasa, lo hago porque me da la gana, no estamos en democracia?». De todas, o casi todas, esas pequeñas cosillas salimos pero ¿llegó la Feria a ser popular, es decir, del pueblo, de libre circulación y diversión para el pueblo?, ¿llegó a tenérsele en cuenta en 1992 cuando tengamos a la vez Feria y Expo? Ése será el tema de mañana, último capítulo de esta serie.

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