´E l 5 de abril de 1994 era martes. Kurt Cobain, con sus jeans rotos y sus zapatillas deportivas fue al cobertizo de su casa. Fumó un par de cigarrillos y se inyectó heroína. Entonces, se metió el cañón de su Browning Auto-5 en la boca y apretó el gatillo. El disparo no solo acabó con su vida, sino que alcanzó a toda una generación. «Fue uno de los días más oscuros y tristes de mi existencia», recordaba hace el pasado jueves el periodista y escritor Charles R. Cross en Nueva York.
Cross, que trabajó durante más de 15 años como editor de la revista de música The Rocket en la ciudad estadounidense de Seattle y vivió el ascenso y el fin de Nirvana, publicó recientemente Here We Are Now (Aquí estamos ahora), un libro centrado en la influencia de Cobain en su generación y en el panorama musical.
«Con Kurt se marchó la que, tal vez, fuese la última gran estrella del rock», mantiene este autor. «No hubo nadie después de él que aunase ese carisma, esa voz y ese talento para escribir canciones».
La música de Cobain y de su grupo de rock, Nirvana, se convirtió a principios de los 90 en la banda sonora de una generación trastornada. Su estilo, nacido en Seattle, denominado grunge (sucio), era una especie de punkrock más agresivo, pero con elementos melodiosos.
Las canciones sobre amores rotos, violencia, drogas y desesperanza se alzaron como portavoces de una generación desencantada. «Esa música llegó a las personas porque trata emociones complejas aunque universales, como es el miedo y el dolor», asevera Cross. «Antes, eso no había sucedido y la música giraba en torno a temas más ligeros».
Ahora, 20 años después de su suicidio, ese joven de melena rubia es una leyenda. Este año Nirvana ingresará el Salón de la Fama del Rock and Roll. La norma establece que los artistas solo pueden ingresar 25 años después de su primer single o álbum y ese sería el caso del grupo grunge con su single Love Buzz.
En cualquier caso, resulta difícil cuantificar la importancia de Cobain para las generaciones actuales. La discográfica Universal Music no quiso dar ninguna cifra de ventas pero la revista económica Forbes señala que, en 2006, el grupo superó brevemente a Elvis Presley en la lista de «los muertos que más dinero ganan». De hecho, a finales de 2008, una guitarra rota del músico fue subastada por 100.000 dólares (más de 73.000 euros).
CANCIONES MÍTICAS. Existen, además, otros indicadores que exponen con claridad la importancia de la leyenda de este sonido: un ejemplo es el tema Smells Like Teen Spirit, que fue todo un éxito. Así, en el portal de YouTube hay, tan solo de esa canción, decenas de versiones y, las que más gustan, cuentan ya con más de 144 millones de clicks.
En 2009, el tema fue elegido por la emisora Triple J, en Australia, como el mejor de todos los tiempos y, a comienzos de febrero de este año, la revista británica de música NME le otorgó ese mismo reconocimiento. «La gente joven sigue escuchando a Nirvana», mantiene el periodista. «Claro está que este grupo encarna una determinada época, pero no tengo la sensación de que se haya quedado suspendido en ella como ocurrió con otras bandas de entonces».
En cualquier caso, a pesar de toda la devoción, durante tiempo a los fans de Nirvana les faltó un lugar al que acudir a adorar a su ídolo. Las autoridades en Seattle, en el estado de Washington, negaron a la leyenda del grunge un mausoleo oficial pues se temía una verdadera avalancha de fervorosos seguidores. Y tampoco en la ciudad donde Cobain nació y creció en una familia desestructurada, Aberdeen (ubicada cerca de Seattle), había
«Durante mucho tiempo no le hemos honrado», afirmó el alcalde William Simpson. En realidad, la representación fue realizada justo después de su muerte y se ofreció su adquisición a la localidad, que entonces no lo consideró adecuado por la adicción del músico a las drogas.
Sin embargo, todo esto ha quedado ahora en un segundo plano por la forma en que influenció de forma decisiva el mundo musical y su generación. Así, 20 años después de su suicidio, parece que Cobain fue mucho más que un drogadicto acabado. Quizá, tal vez, fue la última gran estrella del rock.
