Defender la paz, la libertad y la democracia fueron los delitos que cometieron las Trece Rosas, trece jóvenes mujeres que fueron fusiladas un 5 de agosto de 1939 por el franquismo. Ayer, en el 70 aniversario de su muerte, se les rindió un homenaje en el cementerio de La Almudena.
Carmen Barrero Aguado, Martina Barroso García, Blanca Brissac Vázquez, Pilar Bueno Ibáñez, Julia Conesa Conesa, Adelina García Casillas, Elena Gil Olaya, Virtudes González García, Ana López Gallego, Joaquina López Laffite, Dionisia Manzanero Salas, Victoria Muñoz García y Luisa Rodríguez de la Fuente, las Trece Rosas, no serán olvidadas por una placa que se colocó ayer en el cementerio de La Almudena, en un acto que contó con cierta polémica y con la división de los colectivos que año tras año las rememoran -PSOE y PCE-. Algo que ellas nunca hubieran querido que ocurriese.
A pesar de estas diferencias, el día era el de las Trece Rosas y por ello Ángeles García Madrid, una de las mujeres que compartió celda en la cárcel de las Ventas con alguna de estas jóvenes, relató que en las últimas horas de vida de estas muchachas todo el mundo sabía que iban a morir "salvo ellas".
También recordó una de las últimas conversaciones de Virtudes y Julia, en la que la primera le preguntaba a la segunda si pensaba que las iban a matar y ésta le contestó: "No nos van a matar, ¿tú estás tonta?".
Pero, según comentó con emoción Ángeles García, "tenían la muerte en la cara". Narró también que una de las jóvenes, al subir a la camioneta que les condujo a la muerte, entonó el himno de la Joven Guardia, que fue seguido por las demás hasta su llegada a la tapia del cementerio de La Almudena en la que fueron ejecutadas. "Entonces no había casas en el camino y se podía escuchar bien", señaló esta mujer en el homenaje.
Las Trece Rosas eran muy jóvenes, incluso alguna de ellas menores de edad. La mayor, Blanca, de 29 años, era la única casada y tenía un hijo de 11 años. Militaban en la Juventud Socialista Unificada (JSU) y, según el profesor de Derecho Penal Internacional de la Universidad de Castilla La Mancha, Miguel Ángel Rodríguez Arias, fueron condenadas en un "juicio farsa, en una escenificación teatral" como las otras 190.000 personas que fueron ejecutadas en España durante la Guerra Civil y la dictadura, "estamos hablado de cifras de genocidio, porque no hay que olvidar a los 150.000 desaparecidos".
Estas trece jóvenes mujeres son sólo una pequeña parte de los 240.000 españoles que perecieron por una lucha fratricida, pero quizá las Trece Rosas están si cabe más en la mente de los amantes de la libertad por el legado que dejó Julia Conesa Conesa, de 19 años, que tuvo tiempo de escribir una última carta a su familia: "Madre, hermanos, con todo el cariño y entusiasmo os pido que no me lloréis nadie. Salgo sin llorar. Me matan inocente, pero muero como debe morir una inocente. Madre, madrecita, me voy a reunir con mi hermana y papá al otro mundo, pero ten presente que muero por persona honrada. Adiós, madre querida, adiós para siempre. Tu hija, que ya jamás te podrá besar ni abrazar". Esta carta llevaba además un ruego: "Que mi nombre no se borre en la historia", algo que sin duda ha logrado.
Pero el 5 de agosto también fueron ajusticiados contra el mismo paredón del camposanto madrileños otros 43 compañeros de las JSU, fue sólo unos momentos antes, y su recuerdo también estuvo presente en el homenaje de ayer en La Almudena.
Estos 56 jóvenes fusilados estuvieron tanto en la mente de los asistentes al acto del PSOE, en el que se colocó la placa, como en el del PCE, donde hubo quejas porque la nueva placa conmemorativa de las Trece Rosas había sustituido a otra anterior de mármol que, según un militante del PCE de 87 años, "fue colocada después de mucha lucha y mucho esfuerzo".
