En las recientes elecciones al Parlamento Europeo la suma de los votos obtenidos por el Partido Popular (42,25%) más los que apoyaban al Partido Socialista Obrero Español (38,51%) arrojaban un total del 80,78 % de los votos emitidos en apoyo de las formaciones políticas presentadas. A su vez, en las elecciones generales de marzo del año pasado para cubrir los 350 escaños del Congreso de los Diputados, el porcentaje de votos alcanzados por el PSOE (43,87%), más lo recibidos por el PP (39,94%) sumaban un total del 83,81%, concentrando en clásico modelo bipartidista la voluntad electoral de más de ocho de cada diez votantes.
Dentro de nuestro país, el PSOE desde el Gobierno y el PP desde la oposición deben cumplir con su alta responsabilidad hasta que se complete la legislatura o hasta que por las razones que sean -si el ejecutivo así lo considerara oportuno- se disolvieran las Cortes y se convocaran nuevas elecciones generales. Pero hasta entonces, ambos partidos tienen la obligación de trabajar para resolver los muchos y graves problemas que tenemos planteados en nuestro país. Para eso se les eligió y para eso les pagamos un sueldo proveniente del bolsillo de los contribuyentes. Y tienen que acabar con tanta monserga de crispación y de insultos mutuos, como hemos visto en la última campaña para las elecciones europeas, realmente vergonzosa. Y por ello, dejando a un lado todas las diferencias y buscando acuerdos de mínimos, tienen que sentarse en la mesa y afrontar la grave crisis económica y laboral que estamos padeciendo. De cada diez parados que la crisis está generando en la Unión Europea, cuatro, desgraciadamente, son españoles. El modelo aplicado en otros países está afrontando con resultados más optimistas el temporal. Pero aquí los problemas, sin embargo, se agravan y no hay ni brotes verdes, ni ramas, ni árboles que nos permitan ser optimistas desde un planteamiento realista.
El modelo que propone el Gobierno, al parecer, no funciona. Y cualquier solución estructural o de medio alcance tiene que contar necesariamente con el respaldo de las dos formaciones mayoritarias y de los agentes sociales.
Pero no lo digo yo. Lo ha expresado un estadista de la talla de Felipe González, que algo sabe del tema: "Un Gobierno solo, en cualquier país europeo o de cualquier parte del mundo -expresa el veterano socialista- no es capaz de enfrentarse a la crisis si no tiene consenso, pacto, acuerdo o diálogo con los interlocutores económicos, sociales y políticos". Hay, pues, que llegar a este acuerdo cuanto antes. Y dejarse de tantas sandeces e insultos cruzados desde los escaños de la Carrera de San Jerónimo o desde los medios de comunicación. Y Felipe González sabe de lo que habla: él, Suárez, Carrillo, Fraga, los partidos nacionalistas y los sindicatos supieron sentarse a negociar y a consensuar soluciones en ese periodo irrepetible que fue la Transición. ¿Por qué no se hace también ahora? Contarían con más del 80% del apoyo de los ciudadanos, que serían también los beneficiarios a medio y largo plazo de las medidas concensuadas. Este país creo que se lo merece.
