Economía

A la espera del crítico espigado

Los arroceros sevillanos están con el agua al cuello esperando que llegue el momento más delicado de la campaña: el espigado. Y no precisamente por inundaciones en sus plantaciones, sino por todo lo contrario: los efectos de la falta de agua en el cauce del Guadalquivir y la salinidad que trae el río.

el 15 sep 2009 / 08:22 h.

Los arroceros sevillanos están con el agua al cuello esperando que llegue el momento más delicado de la campaña: el espigado. Y no precisamente por inundaciones en sus plantaciones, sino por todo lo contrario: los efectos de la falta de agua en el cauce del Guadalquivir y la salinidad que trae el río.

Un total de 9.000 hectáreas de las sembradas en la provincia de Sevilla para la presente campaña del arroz están en peligro por la alta concentración de sal y la turbidez del río Guadalquivir -que alcanza un 500%-, lo que supone la mitad de lo cultivado este año, en el que se sembraron 18.000 hectáreas. De cualquier modo, según la Federación de Arroceros de Sevilla (FAS) aún es pronto para hacer previsiones sobre los posibles recortes de la presente campaña porque la planta todavía se está desarrollando y caben tratamientos herbicidas, una práctica habitual que elimina las malas hierbas que le hacen competencia.

Y es que el arroz es delicado y para su cultivo caben dos premisas. La primera, sus altas necesidades hídricas: se cultiva en inundación para obtener un rendimiento óptimo. El agua, además, le sirve como colchón térmico que homogeneiza la temperatura del suelo y suaviza la oscilación térmica entre el día y la noche y entre las estaciones que normalmente bañan a los arrozales: la primavera, el verano y el otoño.

El segundo supuesto, la concentración de sal. A pesar de que el arroz tolera muy bien la salinidad del suelo y de las aguas que lo riegan, como no podía ser de otro modo al ser un cultivo de marisma, cuando el contenido de cloruro sódico en el agua llega a un gramo por litro el cultivo empieza a acusar el exceso y se echa a perder. Según el director gerente de la FAS, Manuel Cano, la superabundancia en algunas zonas de cultivo de Sevilla llega a los cinco gramos por litro. "Normalmente estamos por encima de tres y por debajo de cinco, pero hay momentos en los que, con la bajamar, superamos este límite".

En un momento del cultivo en el que se está produciendo el ahijamiento, en el que la planta echa sus retoños, la diferencia de estado de las distintas zonas de la parcela es notable: "Donde están las entradas del agua, la planta presenta un mejor aspecto. A la salida de la parcela, donde se produce una mayor decantación de sal, la planta apenas presenta hijuelos". Esta situación, según Cano, es "un denominador común en todas las parcelas". En general, según el gerente de la FAS, "el cultivo no está en su estado habitual: la planta está más chica y más dura".

Las esperanzas del sector respecto a la reunión que mantendrán el martes con la Dirección General de Costas del Ministerio de Medio Ambiente, Medio Rural y Marino, la Confederación Hidrográfica del Guadalquivir (CHG), la Junta y la Autoridad Portuaria de Sevilla para solucionar los problemas con el río, son prácticamente nulas. De hecho, según Cano, ya se está tramitando una nueva batimetría (estudio del lecho fluvial) a una empresa holandesa para contrastar datos.

Aun así, el desembalse que la CHG tuvo que realizar en junio para reducir la sal del cauce del río ha resuelto en parte la situación, pero no supone una garantía de salvar al 100% la campaña. "Si no se hubiera hecho sería peor. Habrá que esperar...".

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