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A Marcelino, sin crédito, sólo le queda el contrato

No es el unico culpable, pero que a nadie extrañe que el de Villarreal fuera su último partido en el banquillo del Sanchez Pizjuán.

el 05 feb 2012 / 22:06 h.

El grito de ¡Marcelino dimisión! ya es un clamor en el Ramón Sánchez Pizjuán. Lógico después de perder ante un Villarreal que llegaba en zona de descenso y sumar ya siete jornadas sin conocer la victoria (2 puntos de 21, una racha del siglo pasado) justo desde el empate 0-0 en el Camp Nou ante el FC Barcelona que provocó todo tipo de elogios hacia el técnico asturiano, en especial desde las entrañas del club, que por fin había dado con un técnico que, además de trabajador, era tácticamente conzienzudo y capaz de sacar a la compensada plantilla del Sevilla FC el máximo partido. La comparación con Juande, de hecho, se la marcó el propio Marcelino como objetivo, aunque el propio Del Nido puntualizó que el asturiano iba a imponer su propio estilo, “y no aquél fútbol que ganaba a Madrid o Barcelona pero perdía en Tarragona o la Liga en Mallorca”. Textual.

Pese a que el Sevilla arrancó la temporada sin jugar un pimiento y cayó a las primeras en Europa, los 17 puntos en los 9 primeros partidos no se los podía discutir nadie al técnico asturiano, que parecía haber logrado frenar la sangría defensiva originada desde la marcha de Jiménez, aunque ese freno, en verdad, había sido cosa de Javi Varas, principalmente. Granada y Athletic dieron los primeros avisos serios aquí en el Sánchez Pizjuán, otrora un fortín y hoy por hoy un coto sin vallar, donde el Sevilla solo ha sido capaz de ganar uno de sus siete últimos partidos (al Getafe) y ha cedido ya cuatro derrotas, una cifra sólo empeorada cuatro veces a lo largo de toda su historia en Primera división.

Claro que toda la culpa no es de Marcelino, y así lo reconoce el propio club fichando hasta tres futbolistas (Reyes, Babá y Cala) en el mercado de invierno, aunque ni con ellos ni sin ellos (ayer estaban todos en el banquillo, y Cáceres en la Juve) tienen remedio los males de este Sevilla, que ya tiene más cerca el descenso que la Champions y que fue superado de cabo a rabo por un Villarreal diezmado que acabó por desquiciar al habitualmente ortodoxo Marcelino, que se lo jugó todo a la ruleta y perdió el escaso crédito que le quedaba. Ya sólo le queda el contrato.

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