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A Núñez Feijoo, por Correo ordinario

Desde hace algunos años Correos ha recobrado en España su legendario prestigio, después de décadas de desbarajuste en las que los envíos postales no ofrecían la menor garantía a los usuarios de un servicio público esencial. Es de recordar, como problema...

el 15 sep 2009 / 23:28 h.

Desde hace algunos años Correos ha recobrado en España su legendario prestigio, después de décadas de desbarajuste en las que los envíos postales no ofrecían la menor garantía a los usuarios de un servicio público esencial. Es de recordar, como problema dichosamente superado, aquellos años en los que una carta tardaba diez días de Madrid a Sevilla y no digamos de Lebrija a Vigo o cualquier otra combinación que al lector se le ocurra. Las felicitaciones de Navidad nos llegaban después de Reyes y los paquetes se eternizaban en los estantes de aquellas oficinas siniestras que parecían salidas de las novelas de Galdós.

Le envío esta carta sin sello a Alberto Núñez Feijoo porque, a no dudarlo, fue el gran gestor del nuevo Correo que disfrutamos en España, donde las cartas llegan veloces a su destino y los envíos, en general, se han agilizado en sus entregas. No hay nada más que visitar una de estas oficinas con su atractiva imagen corporativa en amarillo para comprender que la modernidad ha llegado a este servicio público que data nada menos que del reinado de Felipe V. Y si le envío esta carta al presidente in péctore de Galicia y primer presidente de la Sociedad Anónima Estatal Correos y Telégrafos, creada en 2001, es para felicitarle y desearle que su Gobierno de la Xunta funcione al menos también como el Correo que nos legó tras un brillante mandato.

Feijoo es un militante del Partido Popular con menos de una década de carné e ideología intercambiable con los elementos más moderados del centro progresista. Hace hilo con la tendencia de Ruiz-Gallardón y engancha a la perfección con las generaciones jóvenes de su partido y alrededores. Por ejemplo, tiene un excelente cartel entre los universitarios gallegos. Presencié hace unos meses cómo se metía en el bolsillo a un grupito vociferante cuando participaba en un acto en Santiago, por una razón muy sencilla: aquellos estudiantes tenían razón y Feijoo lo cogió al vuelo.

Con la elección de este joven político para formar gobierno en Galicia, el PP da un paso en el rejuvenecimiento de su ideario y se acerca con realismo a lo que piensa y respira el hombre de la calle. Seguramente hay más gente casposa en las aturdidas izquierdas gallegas que en el nutrido grupo de centro que lidera Feijoo y cuya filosofía pragmática y pegada al terreno logrará que los populares gallegos se pongan las pilas como en su día lo hizo con el muerto viviente que era Correos.

De lo que ha pasado el domingo en Galicia se pueden extraer varias conclusiones. Me quedo con una, la que posiblemente más ha apreciado el electorado en Alberto Núñez Feijoo: su talante abierto, antidogmático, su discurso en ocasiones extramuros de los cánones de su partido y, sobre todo, una concepción de la gestión política basada en la eficacia y la austeridad. Porque, aunque no parezca creíble, el ejemplo de Correos nos sirve incluso para recordar que aquel servicio en pérdidas pasó a dar beneficios al Estado con la labor de este aventajado ejecutivo en el que el pueblo gallego ha puesto todas sus complacencias.

Periodista

gimenezaleman@gmail.com

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