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Adictos a una vida sana

La Delegación de Salud firmó ayer un acuerdo con dos asociaciones dedicadas a la lucha contra la droga, que supondrá una ayuda de27.000 euros.

el 17 dic 2009 / 22:09 h.

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El alcoholismo es una de las grandes enfermedades de la sociedad actual, porque una copa de más puede convertir una vida normal en una dependencia total al alcohol. Rafael Cueto es ejemplo de una vida marcada por esta adicción. Con apenas 20 años empezó a coquetear con la bebida, en principio sólo para divertirse, pero al final acabó condicionando su día a día y arruinando el de sus semejantes.

En la rehabilitación de un alcohólico "el papel de la familia es fundamental", recuerda ahora Rafael. Él sabe que de la adicción se puede salir, su experiencia lo demuestra, pues tras 32 años sin probar ni una gota de alcohol este educador se convirtió en el presidente de la asociación Anclaje, que intenta prevenir el consumo abusivo. Desde su cargo observa cómo el apoyo de los familiares no siempre es suficiente: "Los hombres enfermos son los que más apoyos reciben de sus familiares, al contrario que las mujeres, que llegan al centro bastante solas".

Unos 1.100 afectados son tratados en este centro a través de 21 grupos de terapias semanales. De todas, la ayuda psicológica es clave para apoyarlos en la superación de su dependencia. "La mejor forma de curarse son los testimonios de otros enfermos", asegura Rafael, por ello algunos de los rehabilitados se convierten en monitores que conciencian a los recién llegados de que el alcoholismo es una enfermedad, porque al principio "no lo aceptan".

Al igual que esta asociación, las Hijas de la Caridad saben lo que es estar al lado de los drogodependientes. Tienen un hogar en el que acogen a 12 personas en situación de exclusión social y sin apoyo familiar, para iniciar un tratamiento contra las drogas. La hermana Isabel María Rodríguez es la directora de la Casa de Acogida Torreblanca, donde acompañan a "chavales" que llegan desde "centros penitenciarios o de la calle" con la ayuda de los voluntarios del Proyecto Hombre, a cuyo centro acuden cada día para rehabilitar a los internos.

"Nuestra labor es ocupar el papel de las familias que no tienen", dice la hermana. "Llegan con un gran sentimiento de culpa y tenemos que enseñarles el hábito de perdonarse a sí mismos". Los rehabilitados les agradecen su esfuerzo : "Uno de ellos, al salir del hospital, vino a enseñarnos a su hijo antes de ir a casa porque quería que lo conociéramos", recuerda la hermana.

Es un trabajo altruista con recursos limitados. "Toda ayuda es poca", afirma Rafael Cueto. Iniciativas como la firma ayer de un convenio entre la Delegación de Salud y estas entidades les permite seguir ayudando a estos enfermos a salir de su adicción, ya que el Ayuntamiento les aportará 27.000 euros.

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