-Abandona el Sevilla después de seis intensas temporadas en los servicios médicos, ¿cuál es su balance?
-Positivo, muy positivo. Llegué de la mano de Juan Ribas, que fue el que confió en mí y he ido evolucionando a lo largo de los años. Además, la salida ha sido de motu proprio, así que nunca han puesto en entredicho mi trabajo en el club.
-Los dos últimos años fueron especialmente duros por el tema de las continuas lesiones, ¿se sintió espiado?
-No, para nada. El que provoca la enfermedad no es el médico, sino un elemento externo. A los pacientes los hemos tratado y hemos querido curarles, nunca acrecentar sus lesiones. Ha habido recuperaciones lentas y rápidas, pero la valoración general es positiva. Desde fuera se dudó de mi trabajo, pero no desde dentro. Nosotros tratamos de prevenir lesiones, pero a veces surgen factores incontrolables.
-¿En algún momento se deterioró su relación con Juan Ribas?
-En absoluto. Él es mi director de tesis doctoral -sonríe-. Mi relación con él es de amistad y profesionalidad. Es un referente a nivel mundial en fisiología. Hablamos a diario y nunca hubo un mal gesto por su parte.
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