Al baile de los pares de bolillos

Cerca de 300 mujeres y hombres se congregan en Tomares para celebrar el II Encuentro de Encaje de Bolillos.

EL fular de encaje de bolillos de Loli Martínez fue una de las atracciones. EL fular de encaje de bolillos de Loli Martínez fue una de las atracciones. Eran unas 300, pero no se trataba de ninguna película basada en la Antigua Grecia. Cierto es que iban armadas, eso sí, de bastidores, hilos y, sobre todo, de bolillos. Mujeres y hombres de las provincias de Sevilla, Huelva, Cádiz y Málaga se congregaron ayer en Tomares para celebrar el II Encuentro de Encajes de Bolillos. Los pares de bolillos no dejaron de chocar entre ellos a lo largo de todo el día. Mantillas, abanicos, pendientes, gargantillas, carteras, juegos de ajuar y hasta flores de adorno son solo una pequeña muestra de todas las cosas que se pueden hacer moviendo los hilos con los palillos. Pese a que la mayoría superaba el medio siglo de vida, gran parte de ellas llevaban poco tiempo dedicadas a este tipo de encaje. Es el caso de María Barranco. Esta vecina de San Juan de Aznalfarache supera los 70 años pero hace solo cuatro se aficionó al encaje de bolillos. Con la vista muy atenta a que no se le pierda ninguno de los puntos, Barranco baila despacio los bolillos porque, según dice, todavía no tiene mucha práctica y le cuesta. Se sirve de una plantilla donde está diseñada la labor que hace y mientras mueve de un lado a otro sus hilos pone cuidadosamente alfileres para que no se le vaya ni un punto. Nunca vio a su madre ni a su abuela hacerlo, pero cuando salía en la televisión le entraban ganas de aprender. «Al principio se me caían los palillos», asegura, algo que con el paso del tiempo ya no le ocurre. Otras mujeres, como Loli Martínez, ya tienen una poca de más experiencia. Hace diez años, esta malagueña de Manilva empezó a hacer encaje de bolillos. De hecho, ayer todos los curiosos se paraban junto a su bastidor para admirar el fular azul de 184 pares que estaba realizando. Muchos comercios aprovecharon para vender la materia prima. Muchos comercios aprovecharon para vender la materia prima. Los talleres municipales son los responsables de que este tipo de artesanía no se olvide y se ponga de moda. Concha del Portillo es una de esas maestras. Desde hace 16 años, esta sevillana enseña las puntos de bolillo en la capital hispalense. Una artesanía de la que «nunca se termina de aprender», asegura. Según Del Portillo, hay mujeres que incluso con una década de experiencia siguen innovando y aprendiendo nuevas técnicas. Tomares es uno de los municipios que enseña a sus vecinos los puntos del encaje de bolillos en dos talleres municipales, desde hace siete años. Estas aulas pretenden, según la concejala de Cultura, Mercedes Fuentes, seguir la tradición de las tomareñas que hacían estas labores para vestir a las hermandades locales. Pero los bolillos no son solo cosa de mujeres. Entre un mar de féminas, el trabajo del padre François llamó la atención de muchas de ellas. Este cura francés, afincado en Málaga, aprendió la técnica de su abuela belga. Un conocimiento que aprovecha ahora para hacer manteles de altar como al que se dedicaba ayer. Pero el padre no estaba solo. Entre las encajeras onubenses destacaba Diego de Alcauce. Después de una rotura de muñeca, el médico le recomendó que probara a ejercitar sus articulaciones con el encaje de bolillos. De eso hace ya ocho años y De Alcauce asegura que a día de hoy cuando el insomnio se apodera de él se levanta y empieza a bailar los palillos. El padre François aprendió de su abuela esta labor. El padre François aprendió de su abuela esta labor. Aunque cada una estaba a su labor, todas coinciden en que es difícil conseguir adeptos jóvenes a los bolillos. Los estudios y el trabajo dificultan prestarle atención a estos trabajos minuciosos. Sin embargo, los puntos del bolillo seguirían evolucionando si la gente joven empezará a aficionarse, asegura Fuen Sanz, encajera vallisoletana afincada en Gines, que aprovechó el encuentro de ayer para ver los trabajos de sus compañeras de labores. Las encajeras andaluzas aseguran que esta labor todavía no está muy arraigada a la tierra. Según Del Portillo, «Andalucía todavía está despertando». La zona del Levante –con Cataluña a la cabeza, puesto que cuenta incluso con técnicas propias– y Castilla- La Mancha siguen teniendo la batuta de los bolillos, según las encajeras. Pero en el encuentro de ayer no sólo se dieron cita las encargadas de bailar los bolillos. Varios comercios dedicados a la venta de hilo y materiales para realizar esta labor también acudieron al encuentro. Ana María Martín es dueña de una tienda especializa en hilos y asegura que durante los últimos años ha habido un aumento de aficionados en el encaje de bolillos, algo que se debe también a los encuentros de encajeras y encajeros. Además de compartir las técnicas de diferentes regiones, las participantes pudieron algunos ejemplos de trabajos hechos con encaje de bolillos en una exposición.

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