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Al cielo con la Reina del verdeo

La Virgen de Cuatrovitas, patrona de Bollullos de la Mitación, volvió ayer a su ermita acompañada de un pueblo que vivió ayer la romería más antigua de la provincia

el 27 oct 2014 / 11:00 h.

Los romeros ayer acompañaron a la Santa María de Cuatrovitas en su romería hacia la ermita, en la que permanecerá hasta el próximo 25 de julio, cuando las mujeres la devuelvan a hombros al pueblo. Los romeros ayer acompañaron a la Santa María de Cuatrovitas en su romería hacia la ermita, en la que permanecerá hasta el próximo 25 de julio, cuando las mujeres la devuelvan a hombros al pueblo. Una caída de última hora mientras remataba los detalles de su carreta de pique hizo que el año pasado Juan Reina se perdiera la romería de Cuatrovitas. «La Virgen tiraba para acá –hacia la ermita– y yo iba a San Juan de Dios». Por ese motivo, este trianero de corazón bollullero ayer no se despegó ni un solo momento de la carreta de plata que portaba a la Virgen de Cuatrovitas desde la iglesia de San Martín de Tours hasta su ermita, donde estará hasta el próximo 25 de julio. Las carretas de pique son un distintivo de esta romería, que ayer se contaba por centenares. Desde mes y medio antes al cuarto domingo de octubre –fecha en la que sale esta Virgen acompañada de sus hijos–, los integrantes de estas carretas trabajan a destajo cortando papel pinocho de un sinfín de colores para forrar las estructuras y elaborar los exornos, en su gran mayoría flores de vistosos tonos. Aunque antiguamente estas carretas estaban tiradas por animales, ahora son los tractores o coches los que se encargan de recorrer los 7 kilómetros que distan de un templo a otro. Vehículos que se rematan con una vara de tiro o, lo que es lo mismo, una bonita estructura llena de ingenio y fantasía realizada con estos papelillos. Aunque es honda la tradición, los fieles a Cuatrovitas –la romería más antigua de la provincia– y su hermana mayor, Estrella Gallego, reconocen que este año ha habido «un bajón fuerte». Normalmente las carretas se esforzaban al máximo para participar, pero este año solo dos han ido a concurso, lo que dejó el tercer lugar desierto. Cada papelillo recortado es una muestra de fe y amor a Santa María de Cuatrovitas, pero el arduo y costoso trabajo parece que está dejando ir la tradición. Y eso que años atrás el que una y otra fuera la premiada llevaba atrás «un pique» enorme, asegura Romero, quien recordaba ayer alguna de las letrillas que los cuatroviteros sacaban durante la jornada de romería con motivo de la decoración. Los romeros vivieron ayer su día de máxima fe. Los romeros vivieron ayer su día de máxima fe. Con carretas de pique o no, la romería de Cuatrovitas es «puro sentimiento», reconocen los romeros Fernando Romero y Manolo González. Ambos –uno más joven, el otro algo más veterano– ostentaron el cargo de hermano mayor, pero para ellos lo importante es su Madre. Lleva Cuatrovitas «en la sangre» porque así lo vieron en sus padres, madres y abuelo. Y así, por lo menos González, que ya tiene descendencia, se lo está inculcando a los suyos: «Si mi madre me enseñó a rezarle un Padre Nuestro a la Virgen de Cuatrovitas, yo, cuando estamos regulín y no estamos con los dibujos animados, también enseño a mis nietos a rezarle». Y así, «el campo dejó en silencio, la gente quieta estaba, porque rezaba el Ángelus a eso de media mañana», rezaba la sevillana que el coro de la hermandad cantó cuando los relojes, por lo menos aquellos ajustados al nuevo horario, marcaron las doce. Bajo los pinares –y es que el sol de ayer puso a más de uno morenito–, la quietud se hizo con los cuatroviteros y los rezos por sevillanas llenaron los campos de olivares, esos de los que es patrona. Los mismos cantos sonaron y resonaron por todo el camino de ida, pero se intensificaron cuando la ermita almohade y su minarete se vislumbraban entre los árboles. El camino de vuelta a la casa de la Virgen de Cuatrovitas estaba llegando a su fin. Entonces daba comienzo una velada de convivencia, de alegría y jolgorio, de amistad, de recuerdos, de una romería que fue y de otra que está siendo. La Virgen de Cuatrovitas a su salida del pueblo y acompañada de las carretas de pique. La Virgen de Cuatrovitas a su salida del pueblo y acompañada de las carretas de pique. Una romería en la que las mujeres, sobre todo, empiezan a hacer la cuenta atrás hasta el 25 de julio, día de Santiago. Una jornada en la que la Virgen de Cuatrovitas es portada a hombros por las cuatroviteras –muchas de ellas bajo promesa– hasta la parroquia en el núcleo urbano. Un momento que Romero alaba, ya que el sol de la media tarde de julio pica. Todos los romeros aseguran que ese día es especial, «muy familiar». De la misma forma, que el tercer domingo de septiembre, los hombres la sacan por el pueblo en su paso de oro. Ese día la emoción femenina se palpará en el ambiente, pero ayer era el día de estreno: de nuevos trajes de flamenca, de nuevas promesas, de nuevas sonrisas, de fe renovada –esta también para los hombres y para los cuatroviteros más pequeños–. Y aunque ayer la devoción y la alegría eran la melodía de un día de convivencia que comenzó bien temprano con una misa de romeros que llego al alma de más de uno, también hubo momento para anécdotas algo más cotidianas, como la de uno de los 50 carros de caballos que pinchó ya cerca de la ermita.

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