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Economía

"Al mundo de la moda lo que más le afecta ahora es el cambio climático"

Miriam Castillo Herrero es la responsable de Florypondio, una tienda infantil que nació para competir con el clasicismo reinante en Sevilla. La innovación y la calidad son sus señas.

el 26 nov 2011 / 19:04 h.

Miriam Castillo (Sevilla, 1971) tiene la tienda de bebés más colorida de Sevilla, Florypondio. En plena Encarnación, decidió abrir un establecimiento que ofreciera cosas distintas a la corriente clásica que invadía hace unos años la moda infantil en la capital. Colores, innovación y calidad le han valido para hacerse un hueco y convertirse en referencia.

-Su negocio es peculiar entre las tiendas para niños de Sevilla. ¿Por qué se decidió por esta rama de actividad?
-En un inicio tenía otra idea distinta. Quería llevar un negocio de ropa interior en general. Entre el público objetivo estaban los niños y fui a la Feria Internacional del Niño en Valencia como viaje de prospección. Allí vi marcas de ropa muy divertidas y distintas, porque eran prendas que se podían pintar, eran interactivas... Al volver pensé por qué no había ninguna tienda de este tipo en Sevilla y era porque es una ciudad muy clásica en este tipo de ropa. Así que me planteé que era cuestión de probar. Tenía 32 años y dije: o ahora o nunca.

-Si no había experiencia anterior, ¿cómo se planteó el siguiente paso?
-Fui con ese proyecto a buscar ayuda al Instituto Andaluz de la Mujer (IAM), a la Cámara de Comercio... porque aprender nunca está de más y las subvenciones tampoco. Estuve un año y medio preparándome. Una de las primeras visitas que hice fue a los agentes de desarrollo local (ADC) del Ayuntamiento de Sevilla, y allí me ofrecieron un Master que hice, a lo que sumé otros cursos. Finalmente fui al IAM y me metí en el programa Viven, donde me trataron muy bien. De hecho, me animaron a seguir adelante cuando yo ya pensaba en tirar la toalla, aunque uno de los tutores del programa me dijo que no era viable lo que planteaba. Pero yo pensaba que sí, que era posible poco a poco, y así fue. Al final, tienes que tomar tus propias decisiones. Me dieron la subvención, pero por una cuestión de fechas no me cubrió nada. Lo que recibí fue algo casi testimonial.

-¿La ubicación la tenía clara desde el principio?
-Sí, quería estar en la Encarnación. La idea era romper con el clasicismo de Sevilla. Al principio solo tenía en la tienda ropa cómoda, de calidad y con diseños innovadores. Ahora sí existen otras cadenas que dan esta posibilidad, como Zara o H&M, aunque en aquel momento no. Yo pensaba que el niño se tenía que divertir con su ropa, poder tirarse al suelo sin ningún miedo.

-¿Cómo fue labrándose la clientela?
-Tengo unos clientes muy fieles. De hecho, al tiempo de abrir la tienda le pedía opinión a la gente para ver qué cosas nuevas podía traer. Florypondio es como una familia. La gente que venía era sobre todo de la zona y con un estilo alternativo, sobre todo de la Alameda, la Alfalfa... También se paraba mucho guiri. Toda esta gente me animó a que trajera otras cosas al establecimiento que no fuera ropa, procedente de sus países, elementos prácticos de puericultura, que hicieran las cosas más fáciles tanto a los niños como a los padres y todo basado en el diseño y en la utilidad. No quería cosas que se convirtieran en un trasto más.

-¿Cómo consigue estos productos?
-Aquí no los hay, tengo que pedirlos a proveedores de fuera. El problema es que se trata de una tienda muy pequeña y cuando grandes cadenas como Imaginarium encuentran algo que les gusta lo pide en exclusividad, y con eso negocios como el mío tenemos poco que hacer. Eso te limita, pero también te alienta a seguir buscando cosas nuevas. Este año, por ejemplo, hemos traído un paraguas para el carro pero para cubrir al adulto, algo muy práctico.

-¿Cómo se ha ido consolidando Florypondio?
-A través del boca a boca. Es fundamental incluir novedades continuamente. Además, la web, que nació al tercer año, también ha jugado un papel importante. Sevilla es una ciudad pequeña y las cosas gustan o no, y yo he tenido la suerte de que sí. Además, cuido mucho el trato con el cliente y le pido opinión, y eso también crea lazos. Si un producto no le gusta a dos personas, dejo de traerlo. Existe un feedback estupendo.

-Hablando de internet, ¿cómo funciona su tienda en la red?
-Soy un poco retrógrada en lo que a venta on line se refiere porque prefiero que la gente se sienta como en casa y ese contacto se pierde. Además, no soy ambiciosa. Ya me han propuesto franquiciar y estoy en contacto con otras tiendas de Madrid y Málaga. No quiero decir de este agua no beberé, aunque mi intención siempre ha sido vivir de esto y estar tranquila con un trato muy personalizado.

-¿No se plantea el tema de la franquiciar en el futuro?
-Es muy difícil hacerlo, porque yo trabajo con más de 200 distribuidores y la innovación es constante. Me parece complicado llevar todo esto a otras tiendas. Además, transmitir la ilusión por el proyecto no es fácil si se está lejos.

-¿Tiene competencia?
-Sí, han ido naciendo nuevas tiendas que son preciosas, aunque la diferencia es que esta es muy de andar por casa. Son otra cosa. En Nueva York sí existe este concepto donde el establecimiento tiene un poco de todo -decoración, alimentación, seguridad, ropa...-. Aquí se pueden encontrar cosas desde los cuatro a los 200 euros. No es un cliente exclusivo. Está abierto a todo tipo de público.

-¿Y la crisis y los bebés cómo se llevan?
-Está afectando a todos y negarlo es de idiotas, pero creo que en el sector del niño se nota menos porque todo el mundo sigue regalando, aunque se gasta menos. La crisis se empezó a notar más tarde que en otros sectores, de hecho no llegó hasta el año pasado. Pero al mal tiempo buena cara porque al cliente hay que transmitirle alegría.

-¿Qué otras trabas se encuentra?
-Ahora los distribuidores de fuera desconfían mucho de España. Hay que pagar antes de que te traigan el pedido, y eso que llevo muchos años trabajando con ellos. Están asustados y eso es muy duro. Además, al mundo de la moda en general, no sólo la infantil, lo que más le está afectando en estos momentos, más incluso que la crisis, es el cambio climático porque las rebajas llegan cuando la gente empieza a comprar la temporada de invierno, ya que el frío no arranca hasta entonces. Así que hay que cambiar las cosas. Yo tengo siempre productos atemporales, los que sólo venden ropa lo tienen más difícil todavía.

-¿Qué proyectos tiene?
-Seguir con la innovación y la calidad y tirar de optimismo e ilusión, porque si no, la gente no viene. Me niego a abaratar como hacen otros. Estoy ganando menos porque estoy bajando el margen. En otras ciudades como Barcelona la gente gasta más en diseño. Aquí es más complicado.

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