Cuando hay una situación de alarma, los servicios de emergencia se ponen todos a una en movimiento (policías, bomberos, hospitales y autoridades) para dar una solución a la situación y llevarla cuanto antes al lugar que corresponde de control y normalidad. En el Real Betis Balomipié, a 3 jornadas del final (por delante Almería y Valladolid en casa y Málaga fuera), la alarma se encendió en Bilbao, cuando el Athletic, con un equipo cuajado de suplentes al reservar a los titulares Caparrós para la final del 13 de mayo ante el Barcelona, le venció por 1-0 y llevó al sonrojo a los béticos por la lamentable imagen del equipo. La alarma está encendida. No hay que esperar un instante. Dirigentes, técnicos, jugadores y aficionados deben solucionar esta situación cuanto antes.
Está vivo. Hay tres oportunidades. El equipo no está para nada. Es hora de que quien manda y está todavía a tiempo tome el toro por los cuernos. Hay un grupo de futbolistas de renombre y amplios contratos en materia económica con bajísimo rendimiento. Otros que olvidaron ese gol que tanto necesita el equipo en estos momentos y la blandenguería y falta de intensidad del resto han convertido este equipo en lo que es en estos cruciales momentos.
La afición es clave. Lopera, máximo accionista, y Nogués, que percibe como entrenador, deben saber las claves para salir de este entuerto. Y si no la conocen, que dejen a alguien que se sienta capacitado y, sobre todo, que encuentre la fórmula para que el domingo ante el Almería no haya una desunión con la grada, que sería lo peor que podría suceder en un equipo que está solo para sopitas y buen vino. A la afición no le pidan nada. Es vieja y sabia y no le hablen de sufrimientos porque en esto ha sido condecorada hasta la saciedad.
