Tiene el Sevilla los mismos puntos que el Madrid, con igual diferencia de goles y la misma posición en la tabla. Si hace apenas cinco años, los de Nervión estuvieran empatados con el tercer y cuarto clasificado después de la jornada 11a, siendo esos equipos Valencia y Madrid, todo el mundo estaría feliz, jugara como jugara. En cambio, ahora el ambiente es de exigencia permanente, salpicada de dudas, señal del crecimiento y las expectativas del equipo, aunque, eso sí, sin llegar al esperpento del Madrid. Algo está cambiando. El aficionado quiere títulos, victorias y, además, buen juego y personalidad, justo lo que ahora brilla por su ausencia. Y ello porque algo está cambiando, también, en el juego del Sevilla.
Ahora la obsesión es defender y no encajar, y bien que lo hacen. Pero, casi siempre, a costa del fútbol ofensivo, vistoso y productivo -pobre Frederic Kanouté, baja y sube sin que apenas le llegue el balón-. Como escuché en el partido del pasado fin de semana ante el Getafe (todavía no me explico cómo ganó) "Fazio está más pendiente de incrustarse entre David Prieto y Squillaci que del medio campo" . Y es que el Sevilla jugó con tres centrales, Jesús Navas defendiendo más y mejor que Mosquera y el de Mali recibiendo en su propio campo. Eso sí, ocasiones del conjunto madrileño una y de penalti.
Buena falta hará todo ello en el choque de esta noche contra el Valencia, pero también se necesita crear ocasiones. Y algo está cambiando en el fútbol sevillano, pues hace más de dos años y medio (desde marzo de 2006) que los dos equipos de nuestra ciudad no ganaban, a la vez, en dos jornadas seguidas. Dos fines de semana en el que los aficionados, todos, se mezclan alegres y orgullosos.
