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Ana I. Fernández: "Las bibliotecas se están sacudiendo el polvo. Están más vivas que nunca"

el 02 jul 2011 / 19:20 h.

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Ana Isabel Fernández en el interior de la biblioteca Infanta Elena, obra que proyectaron los arquitectos sevillanos Cruz y Ortiz.

La biblioteca pública Infanta Elena, situada en una zona verde catalogada de histórica, como los jardines de San Telmo (¿les suena de algo esto?), es un "oasis" en el corazón de la ciudad. Un oasis que este verano, sin embargo, cierra sus puertas por las tardes pese a la rebelión de sus más fieles seguidores a través de las redes sociales. La directora (46 años y natural de Albacete) no es ajena al malestar pero deja claro que no han sido ellos los que han tomado esta medida. Al margen de polémicas, esta experta en Clásicas y amante del flamenco (ella y su hija de 12 años están aprendiendo a bailar bulerías, ahí es nada) está convencida de que las bibliotecas están "más vivas" que nunca pese a la era de las nuevas tecnologías.

-¿Qué papel juega una biblioteca en la era digital?

-Parece que las bibliotecas van a desaparecer, pero es al contrario. Están más vivas que nunca. Son como el tercer lugar, después del hogar y del trabajo. Aquel espacio en el que no tenemos obligaciones y en el que nos comunicamos con el otro más allá del ordenador.

-Pero la imagen que se tiene de una biblioteca sigue siendo quizás muy decimonónica.

-Además de nuestra función básica de préstamos de libros, buscamos actividades para todos los sectores de la población, desde bebés a jubilados. Con éstos últimos se genera una simbiosis muy interesante: ellos expresan que quieren seguir sirviendo a la sociedad y, en la asociación de amigos de la biblioteca, algunos hacen talleres gratuitos. Para este otoño están preparando uno sobre violencia de género. Las bibliotecas se están sacudiendo el polvo. Están más vivas que nunca.

-¿Cómo se ha insertado en el día a día de la biblioteca el uso de las nuevas tecnologías? ¿Se puede controlar el contenido al que acceden, por ejemplo, los menores?

-Los niños tienen que estar acompañados de un adulto porque esto no es una guardería. Aun así, es muy difícil de controlarlo. Porque tú puedes buscar información sobre el cáncer de mama y poner pecho en el buscador...

-Las tecnologías han obligado a cambiar incluso el perfil del bibliotecario, ¿no?

-Completamente. Lo importante en una biblioteca pública no es tanto que se hagan perfectas las fichas de los libros sino que salga la información.

-Esta biblioteca ha pasado por muchas vicisitudes, ¿cuál es su futuro en un contexto de crisis?

-Evidentemente, la crisis se nota. Hay que comprar nuevos soportes, no se pueden adquirir todas las novedades que quisiéramos... Es un poco a lo que nos impulsa la sociedad que tenemos. Pero tenemos que pararnos a reflexionar. En el conocimiento científico, por supuesto, hay que estar al día, y en Humanidades cada vez se producen nuevos descubrimientos y hallazgos con los autores de siempre.

-En épocas de crisis la cultura es el sector más débil, al que antes se puede maltratar.

-Lo que ocurre es que la biblioteca es también educación...

-En el espacio de la biblioteca en facebook son muchos los que se quejan del cierre del edificio por las tardes durante el verano. ¿Cuál es su explicación?

-Corresponde a una decisión general de la Consejería de Cultura para todas las bibliotecas públicas provinciales en Andalucía. No ha sido una decisión concreta para la de Sevilla.

-Pero es inédita.

-Nunca se ha tomado una medida así. Las provinciales siempre han estado abiertas.

-¿Qué servicio prestáis las tardes de verano?

-Sobre todo atendemos a estudiantes y realizamos préstamos. Pero también es verdad que en Sevilla y en verano por las tardes no es que se puedan hacer muchas actividades.

-¿Cuál es el perfil del usuario?

-Muy variado: bebés, muchísimos estudiantes, amas de casa, opositores, jubilados, inmigrantes... Éstos curiosamente se llevan más material audiovisual cuando nuestras estadísticas dicen que lo más demandado son los fondos bibliográficos. Creemos que esto es así en la población inmigrante porque usan los audiovisuales para aprender el idioma. En la anterior dirección, por ejemplo, se veía que lo más demandado eran los CD y los DVD, pero ahora, con las descargas, esta demanda ha caído. Se prestan más libros.

-¿Cuánto libros electrónicos tenéis?

-No tenemos. De momento está paralizado. Quizás sería posible con ayudas del ministerio.

-¿Y se demandan?

-Algo, pero no es exagerado. Aunque si se hace mayoritario el uso de estos soportes, la biblioteca tendrá que responder.

-¿Cómo conseguiréis hacer más visible la biblioteca fuera de este edificio?

-A ello nos ayuda la asociación de amigos de la biblioteca, por ejemplo, llevando libros a las residencias de ancianos. También hay un proyecto para hacer préstamos a las personas que físicamente no se pueden desplazar a la biblioteca.

-Es el momento de echarle imaginación a la falta de dinero.

-Lo que tenemos claro es que, como servicio público que somos, tenemos que compensar a las personas que están en situación de desventaja.

-¿Sevilla tiene una buena red de bibliotecas?

-Se ha hecho un esfuerzo muy importante. Vine en el año 92 y, además de la biblioteca provincial, sólo estaba la de Las Columnas como biblioteca pública. Pero hay que crecer más, claro.

-Como experta en la materia, ¿cree que la Universidad de Sevilla necesita una biblioteca central para exponer sus fondos bibliográficos?

-Las bibliotecas son siempre necesarias en cualquier ámbito.

-¿Entiende que se pare una biblioteca en un parque, estando usted en un edificio levantado en un jardín histórico?

-Es un edificio sostenible que se integra perfectamente con su entorno.

-¿Valoran los sevillanos su biblioteca provincial? ¿Responden a vuestras llamadas?

-Una parte sí, pero otra muy importante no nos conoce. Nos tenemos que hacer más visibles. Aquí las redes sociales nos pueden servir para darnos mejor a conocer.

-Lo que sí sigue siendo una biblioteca es un oasis dentro del ajetreo diario de la ciudad.

-Cuando vino Eduardo Mendoza [escritor catalán] nos decía que él se iba a la biblioteca para que no le estorbaran y poder así realizar su trabajo sin las interrupciones constantes de la sociedad actual.

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