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Andalucía desde el cielo

Muchos expertos utilizan imágenes del mundo visto de noche, para hacerse una idea cabal del desarrollo del territorio. Esas fotos dan una información muy práctica de las mayores o menores concentraciones de luz, para deducir el grado de desarrollo de una región concreta.

el 16 sep 2009 / 02:20 h.

Muchos expertos utilizan imágenes del mundo visto de noche, para hacerse una idea cabal del desarrollo del territorio. Esas fotos dan una información muy práctica de las mayores o menores concentraciones de luz, para deducir el grado de desarrollo de una región concreta. Un método que les permite afirmar que la economía del mundo ya no se organiza en ciudades, sino en zonas que no guardan relación con sus fronteras administrativas. Los famosos corredores de desarrollo, los llamados manantiales de crecimiento, las megaciudades, las redes de ciudades que comparten actividad económica. Fenómenos nuevos que han provocado el envejecimiento acelerado del convencional sistema de ciudades, en el ya decrépito Estado nación.

Antes las ciudades crecían en vertical, pero ahora los planos ceden el protagonismo a los mapas. En un proceso que demanda espacios horizontales más complejos, con mayor aprovechamiento del conocimiento y de una diversidad cultural que estimule la creatividad. Redes para gestionar el talento, el bienestar, las infraestructuras y el espíritu de innovación. Aprovechando la dispersión y asumiendo la inutilidad de la concentración. Algo que intuyen nuestros paisanos del levante nacional, con su vehemente ansiedad por ese demandado corredor mediterráneo de tren de alta velocidad. El eje vertebrador de esa teórica megaregión Lyon-Cataluña-Valencia. La misma idea de Sarkozy cuando afirma que "los Pirineos dejen de ser una barrera, reforzando nuestras interconexiones". Eso explica tanto alborozo catalán por el francés.

Si emplean unos minutos en estudiar Andalucía vista desde el espacio, comprobarán los enormes retos que aún tenemos por delante. Desafíos que invitan a una relectura política de nuestra geografía económica, advirtiéndonos del excesivo protagonismo de nuestras ciudades y provincias, a la hora de pensar y desarrollar los mejores modelos de organización económica que la globalización demanda. Es una necesidad que viene a coincidir con esa propuesta de descentralización del nuevo Presidente de la Junta de Andalucía. Una idea que denota tanta valentía, como sentido de la sensibilidad y la oportunidad.

Este es un debate que tiene que ver con esas viejas e inútiles querellas territoriales, con las asimetrías económicas de obvia existencia, con esas instancias regionales de excesivo poder decisorio, con el anticuado y desarticulado sistema de venerables ciudades sedientas de recursos y competencias; pero también guarda una estrecha y privilegiada relación con la autoestima colectiva. La globalización, la crisis, la necesidad de otro modelo de crecimiento, exigen un empeño general más imaginativo. Sobre todo, un análisis más sofisticado que esa primera impresión de la imagen nocturna de Andalucía. Porque antes de fijarse en el destello más cercano a sus vidas o en la distancia que les separa, estudien los mapas de luz del resto del mundo. Comprobarán que hoy el único reto posible es el de saber que la geografía ya no es lo que era.

Abogado

opinion@correoandalucia.es

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