Cultura

Ángel Corpa: «En la Transición había ilusión y esperanza, justo lo que nos falta ahora»

El músico actúa mañana en La Estación patrocinado por la Fundación Morera & Vallejo .

el 12 mar 2014 / 22:44 h.

Ángel Corpa, un corredor de fondo de la música andaluza dispuesto a seguir dando guerra. Ángel Corpa, un corredor de fondo de la música andaluza dispuesto a seguir dando guerra. Los números de Ángel Corpa hablan por sí solos: 41 años en la música, 14 discos con Jarcha y tres en solitario, así como una infinidad de conciertos, avalan una trayectoria que siempre se ha caracterizado por el compromiso y la sensibilidad. Mañana volverá a demostrar ambas cualidades en un recital que ofrecerá en la sala La Estación de Sevilla, patrocinado por la Fundación Morera & Vallejo. «La gente va a ver básicamente a un artista que trabaja en la desnudez, la autenticidad, la verdad», adelanta el artista. «Y se encontrarán un ramillete de canciones que de alguna forma responde a lo que he sido, a lo que soy y a lo que quiero seguir siendo», agrega. En dicho repertorio compaginará composiciones propias y versiones de otros compañeros, lo que no le supone la menor contrariedad, ya que «cuando uno se sube a las tablas tiene que buscar las canciones con las que mejor puede llegar al público, da igual si son mías o de otros. El objetivo es entrar en comunión, que las canciones sigan siendo emocionantes y que la energía, en definitiva, fluya entre el músico y el público». Vinculado a la canción protesta como miembro fundador del grupo Jarcha, este cantante nacido en la localidad conquense de Barajas de Melo pero estrechamente vinculado a Huelva y Sevilla creció artísticamente en el marco de la canción protesta, que vuelve a gozar en la actualidad de predicamento, pero cree que los tiempos de la Transición y los que vivimos ahora tienen poco que ver. «En el mundo de mi juventud, el que vio el fin de la dictadura, había mucha ilusión y esperanza, que es justo lo que nos falta ahora. Por todas partes veo a gente muy quemada, muy harta, al mismo tiempo muy parada, también. ese revulsivo que hace que la gente salga a defender sus derechos es lo más necesario en este momento», explica el autor de álbumes comoSe quedó en el alba, Verte y no verte o Amor tiene por nombre. «Pero nada sucede por casualidad, hay interés en que la situación siga siendo la que es», prosigue Corpa. «Tenemos que tratar de seguir usando nuestra voz para reivindicar el poder de la belleza, del amor, del trabajo bien hecho, piezas angulares del desarrollo social. Echo en falta hoy valores que hemos tenido desde los tiempos de Platón, deSócrates y de Epicuro. Nos hemos vuelto demasiado materialistas y no dejamos sitio para el espíritu. Y somos un compendio de ambos, materia y espíritu, que debe vivir para algo más que para el consumo». Tampoco es ajeno el artista al hecho de que la propia música se ha mercantilizado peligrosamente desde los tiempos en que empezaba a empuñar la guitarra. «Cada generación ha producido su música, pero del momento actual, de esta desesperanza y este cansancio, casi todo lo que sale son productos que dejan poca huella. Veo cobardía en la gente, y aunque los veteranos sigamos en esto a pesar de las canas, es la juventud la que tiene que tirar del carro», advierte. Corpa, que además de música ha hecho tareas de doblaje «como una forma de quitarme el gusanillo de la interpretación» –es memorable su trabajo con uno de los personajes de la serie de animación japonesa DragonBall Z–, es consciente de que la jubilación no figura en el horizonte cercano, como tampoco lo ve otra de sus compañeras en Jarcha, Maribel Quiñones, más conocida como Martirio, que vive un momento de pletórica madurez. «Pero jubilados, en cierta manera, lo estamos. en el año 72, cuando empezamos con Jarcha, había una figura, la del censor, que decidía qué se podía cantar o no. Hoy no hace falta, con silenciarnos ya no es necesaria la censura. Estamos jodidos porque no hay cauces, ni emisoras que nos programen. Las radiofórmulas solo apuestan por una música embrutecedora, que estupidiza a quien la escucha», asevera. Pero frente a esa corriente abyecta, el músico opone la autenticidad del directo. «Se trata de dar amor, de volcarse sobre el escenario. Ya te dirán si lo has hecho bien o mal, es lo de menos: si te vacías ahí arriba, si lo das todo, si no has regateado tu esfuerzo, no se te puede pedir más», agrega, formulando su discurso como promesa para mañana. «Lo demás será seguir componiendo, seguir creando, seguir soñando», apostilla el músico.

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