–Confiese, ¿llevará el discurso en la chaqueta por si le dan finalmente el Goya?
–No, en serio, no he escrito ningún discurso. De hecho, tenía muchas dudas sobre la nominación, así que la posibilidad de estar ahí ya es para mí un premio. Es más, sería una sorpresa absoluta que me lo dieran. No lo espero, sinceramente.
–Competir en una edición como ésta, con rivales tan fuertes, ¿es un honor o una faena?
–Está muy bien, joder, es como cuando España ganó la Eurocopa contra Alemania. Si hubiera perdido, no habría pasado nada, siempre puedes decir que has perdido contra Alemania. Pues esto es lo mismo, fíjate qué tres rivales: Ricardo Darín, Jordi Mollá y Luis Tosar... Y no sólo por los nombres, sino por esos tres trabajos impresionantes. Eso por no hablar de los compañeros que se han quedado fuera y que creo que tendrían que estar ahí, jugando la final: Willy Toledo por After, Roberto Enríquez por Gordos, Alberto San Juan por La isla interior... A mí me hubiera dado pena quedarme fuera, es la película más esforzada de mi vida y no sólo por lo que me costó el engorde, sino por estar un año entero trabajando en el papel. Pero ya digo, voy a la gala liberado, sin ninguna presión.
–Para llegar a ser el actor que es hoy, usted hizo bastantes kilómetros entre Sevilla y Madrid durante algunos años. ¿Llegará el momento en que puedan forjarse actores andaluces sin necesidad de irse fuera?
–El problema no creo que sea de formación, sino de desarrollo personal, y para eso a menudo es imprescindible salir. Pero se me ocurre un montón de gente que se ha formado aquí. A Vicente Romero, Álex O’ Dogherty, Cuca Escribano, Manolo Solo, José Luis García Pérez y tantos otros yo les conocí trabajando. Lo que sí es verdad es que en Andalucía no se hacen tantos proyectos, ahí tenemos todavía que avanzar un poco. Con todo, yo he rodado en Sevilla; películas no, creo, pero sí tv movies...
–¿Álex de la Iglesia –con quien actualmente rueda Balada triste de trompeta– es mejor director de actores que presidente de la Academia de Cine, o viceversa?
–En las dos facetas está muy bien, ¿no? Como director, sobre todo, tiene mucha energía, además de una enorme creatividad. Siempre está animando a los actores: ‘¡has estado espléndido, mítico, brutal!’. Pero no creas, ¿eh?, también es enormemente autoexigente.
–Otro de los directores para los que usted ha trabajado, Pedro Almodóvar, parece que no va a vivir su mejor año. ¿Qué opina de que se haya quedado fuera de los Goya?
–Hombre, todo es opinable. A mí personalmente me ha sorprendido. Pienso que Los abrazos rotos es una película muy grande, que ha tenido muchos premios y críticas excelentes en varios festivales. Lo que no creo es que haya ningún complot de los académicos contra él. Yo mismo soy académico y lo adoro, no hay nada contra él. La prueba es que Volver tuvo muchas nominaciones. Pero también entiendo que le duela, que se pregunte cómo es que todos los premios se los dan fuera, y aquí ni siquiera entra en las quinielas.
–Entre otros proyectos, su nombre sonaba para la próxima película de Álvaro Begines, Salvar a María, en la que compartiría protagonismo con Carmen Maura. ¿Está hecho?
–Se lleva tiempo hablando de eso, pero a día de hoy no hay nada cerrado, ni he vuelto a saber del proyecto, que es un remake de El jardín de la alegría. Para mí es un caramelo, pagaría por trabajar ahí, díselo a los productores [risas]. Pero que no lo dejen correr mucho, que se me pasa la edad...
